Melanie sintió un vacío abrirse en la boca del estómago y un nudo subió de manera súbita a su garganta. ¿Qué hacía su padre allí? En las cuatro semanas que había pasado, ni una sola vez se paró frente a su puerta y… ¿Por qué ahora, justo cuando el turno no era de Elías?Un escalofrío le corrió por la espina dorsal, erizando su piel y los vellos de su nuca. ¿Los había descubierto? ¿Qué haría su padre si se encontraba con Luciano en su habitación?—¿Qué haces aquí? —preguntó finalmente. Su tono fue apenas audible mientras sentía que el nudo se apretaba en su garganta, dejándola sin aire.—¿Creíste que no iba a enterarme? —preguntó y el mundo se desplomó sobre los hombros de Melanie. El juego se había terminado…—No sé de qué hablas, papá, ¿podrías ser más claro? —preguntó.Angelo la miró fijamente, se dio cuenta de la palidez de su rostro, de las ojeras bajo sus ojos, como si no pudiera dormir.—¿Estás segura de que no lo sabes? —preguntó, caminando para entrar al apartamento. Ella no l
«Su hija está embarazada de seis semanas»El silencio que le siguió a aquellas palabras fue sepulcral. Mía contuvo la respiración mientras que Angelo cambiaba de color. De pálido a rojo intenso y luego un color raro, como si el aire empezara a faltarle.—¿Qué? —preguntó con voz ronca. Angelo se contuvo para no gritarle al médico que continuaba parado delante de ellos, ajeno al peligro que emanaba del hombre.—Parece que no es una noticia que esperara, señor —pronunció el médico—. Su hija ha sido trasladada a una habitación, puede pasar a verla —indicó. Y luego de darles el número de habitación, se marchó.Angelo no se movió de su sitio, estaba congelado como una estatua. Su cabeza era un mar de pensamientos y ninguno bueno.—Voy a matarlo —gruñó con los dientes apretados por el enojo que estaba experimentando.—No, no harás nada más que esto, Angelo —espetó Mía al escucharlo—. Melanie es mayor de edad y todo lo que tienes que hacer es respetar su decisión. Ella ya eligió a quien amar y
Luciano se sintió indignado por el juego de su abogado. Grayson perdió varios, muchos puntos ante sus ojos; sin embargo, Grayson era el menor de sus problemas por ahora. Finalmente, y de nuevo, estaba frente a Angelo O’Connor y esta vez, su conversación era definitiva.—Señor O’Connor —saludó, entrando a la oficina y escuchando cómo la puerta se cerraba a su espalda. Supongo que Grayson ya no estaba presente, tampoco le importaba.—Luciano Rinaldi, nos volvemos a ver —pronunció Angelo, poniéndose de pie con una falsa calma, manteniendo una serenidad que estaba lejos de sentir. Todo su ser era un caos, pero las palabras de Melanie eran las únicas que pesaban sin piedad en su mente y corazón.—La demora es porque así lo ha decidido, señor. He intentado reunirme con usted desde hace varias semanas, pero se ha negado rotundamente a recibirme. ¿Puedo saber el motivo de su cambio tan inesperado? —preguntó Luciano, sintiendo la tensión emanar del cuerpo de Angelo, inundando la oficina.El c
«Tendrán que casarse cuanto antes y… quiero que vivan en esta casa.»Luciano se sorprendió de la primera condición que Angelo expuso. Claro que no tenía ningún problema en aceptar, solo… le parecía raro que de buenas a primeras cambiara de decisión con respecto a su relación con Melanie. Dudaba mucho que su explicación, sus disculpas y su arrepentimiento hubiesen sido suficientes para provocar esa reacción y decisión en el hombre.Angelo no era un hueso fácil de roer, las semanas que buscó incansablemente reunirse con él era una prueba de ello; sin embargo, se mostraba agradecido de su cambio tan abrupto.—Papá…—No voy a discutir mis condiciones, Melanie. Lo toman o lo dejan, pero ya he cedido demasiado, ¿no creen que es hora que ustedes hagan lo mismo? —preguntó Angelo, fingiendo seriedad.En el fondo su corazón saltaba de alegría, el rostro de su hija había cambiado drásticamente desde que Luciano entró a la habitación y su hermosa sonrisa volvió a adornar sus labios.—No hay ningu
África no quería palabras, sino hechos, y mientras Caleb no le demostrara que tan dispuesto estaba para conquistarla, no iba a ceder, aunque eso le hiciera sufrir. Pero ya se había equivocado una vez, creyendo que al entregarse en cuerpo y alma iba a tenerlo.Con un suspiro, subió a su auto y se marchó, mientras Caleb la miraba desde la puerta.—Tengo que hacer algo para convencerla de mis sentimientos —susurró con decisión, sacó su móvil e hizo un par de llamadas mientras caminaba hacia su auto e iba detrás de África.⪡⪢Entretanto, Jr. se limpió los labios, sus síntomas no mejoraban y cada vez se sentía más liviano. No importaba cuánto comiera, al final siempre terminaba visitando el cuarto de baño.Sus ojeras se marcaban bajo sus ojos y la palidez de su rostro le hacía parecer un fantasma. ¡Estaba casi irreconocible! Si continuaba así, iba a terminar en los puros huesos.No tenía ni idea del mal que le aquejaba, y contrario a lo que África creía, ya había visitado al médico y sigui
«Estoy embarazada, Luciano, estamos esperando un bebé.»El silencio se adueñó de la habitación, como un halo pesado que caía entre ellos. Luciano sostenía las pequeñas calcetas en sus manos, las cuales temblaban como hojas sacudidas por el bravo viento. Y de repente, todo a su alrededor desapreció; las paredes, los muebles, incluso el tiempo pareció detenerse. Sus ojos estaban vidriosos por las lágrimas que acudieron a ellos mientras estaban fijos en la prueba de embarazo que estaba al fondo de la cajita, como algo frágil, pero que albergaba un torbellino de emociones y sentimientos, haciendo que la noticia se hiciera más real.Entretanto, Melanie esperaba con el corazón latiéndole a mil por hora, permanecía en silencio mientras la incertidumbre le oprimía el pecho, sintiendo un cúmulo de emociones: nervios, miedo y esperanza. Sin embargo, el silencio de Luciano la puso ansiosa. Todo lo que deseaba en ese momento era que la noticia no fuese una carga para él, que la llegada de su bebé
África se detuvo en seco al abrir la puerta de su oficina. Sus ojos se abrieron de par en par al encontrarse con una sorpresa inesperada: la habitación estaba inundada de flores. Muchos ramos que llenaban cada rincón, creando una mezcla embriagadora de fragancias en el aire.—¿Qué significa todo esto? —preguntó, intentando mantener la calma mientras se giraba hacia su secretaria, que llegaba unos pasos detrás.—Llegaron a primera hora de la mañana, son para usted —respondió la joven un poco intimidada por el tono de voz empleado por África.La joven no tenía idea de que la sorpresa podía molestar a la hermana de su jefe; es más. Le había parecido un acto tan romántico que se había ofrecido a ayudar a colocarlos. Claro que, eso no tenía por qué saberlo o estaría de patitas en la calle, pues parecía que la sorpresa no era de su agrado.África frunció el ceño y elevó una ceja. Avanzó con cuidado hacia uno de los arreglos y, con dedos casi temblorosos, tomó el sobre que pendía de él. Sin
Jr. descendió lentamente por las escaleras y caminó hacia la sala en la casa de sus padres, apenas escuchó que África lo buscaba, no dudó un solo segundo en salir para recibirla. No pensaba hacerle ningún reclamo por haberle contado a su madre sobre sus malestares que lo habían aquejado todas esas semanas. Era consciente de que África solo actuaba movida por la preocupación que sentía por su salud. Además, era un gesto que solo una verdadera amiga haría y que él valoraba profundamente.—África —la saludó, con un beso en ambas mejillas.—Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo van esos malestares? —le preguntó ella, acomodándose en el lujoso y cómodo sillón, invitándolo a sentarse a su lado.Jr. esbozó una sonrisa ligera antes de responder, como si el mero acto de hablar de sus malestares ya no le causara la misma inquietud de antes. Sobre todo, por lo que Bruce había mencionado. La posibilidad de que aquella pelirroja estuviera embarazada lo había atormentado.—Curiosamente, llevo dos días sin males