* * * * * * * * Lorey * * * * * * * *—¡Lorey! ¡Apúrate! —me dice Chiara.—¡Dame unos minutos! —le pido desde el interior de mi habitación mientras termino de colocarme el vestido que había elegido usar para la primera mañana en Ibiza.—¡Cinco minutos, Lorey! —grita— ¡Cinco! ¡No más! —advierte; y yo solo atino a reír ligeramente mientras termino de subirle el cierre a mi vestido veraniego largo con un vuelo hermoso.—Ya estoy casi lista; vayan saliendo; yo los alcanzo —le digo mientras tomo el par de sandalias que había escogido y las cuales hacían una perfecta combinación con el vestido y los accesorios elegidos.—Francis y yo estaremos en tu sala; no demores —me pide.—Vale… —le digo y, después de ello, escucho cómo empieza a retirarse.Francis y Chaira se habían despertado muy temprano para venir a mi departamento y hacer resonar el timbre de este a su antojo para despertarme a mí también. En un inicio, decidí no hacerles caso, pero luego recordé que ellos tuvieron la amabilidad de
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—Buen día, reservación para Spencer por favor —le dice Francis a la anfitriona.—Buen día, señor —contesta la mujer de forma sonriente para después, de forma inmediata, comenzar a buscar nuestro registro en su liviana Tablet—. Señor Francis Spencer, su bella esposa y su amiga, la señorita Honney —especifica ella al mirarnos.—Sí; esos somos nosotros —le confirma mi amiga, muy entusiasmada al estrechar, mucho más, el brazo de su esposo.—Bienvenidos a Ocean, señor y señor Spencer —articula al mirar a mis amigos para después, tornar su mirada hacia mí—. Bienvenida, señorita Honney —menciona gentil; y yo le sonrío—. Bueno, les mostraré su mesa —nos anuncia con amabilidad—. Síganme por favor —nos pide con sutileza al tiempo en que empieza a caminar delante de nosotros para, así, guiarnos hasta la mesa que ocuparíamos y la cual había reservado Francis.—Este lugar es hermoso —comenta Chiara mientras caminamos por el primer piso de aquel.—Su mesa e
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—Chiara, estás demente —le digo divertida.—Hoy brindaremos por ti —es lo único que se limita a decir mientras espera a que el mozo traiga la botella de champaña que había pedido.—Se supone que el brindis era por ustedes —señalo al mirarlos.—Pero ahora es por ti —responde mi amiga—. Si queremos empezar bien este viaje, este brindis es vital —menciona muy segura de lo que decía.—¿Por qué vital? —interrogo con interés al mirarla.—Ya verás —me dice.—Chiara…—Lorey —me nombra al interrumpirme—, te la has pasado llorando por el idiota de tu ex marido dos semanas completas encerrada en tu habitación —me recuerda al bajar su tono de voz y al haberse inclinado hacia mí—. Y él no lo merece —señala tajante—, así que hoy… ESO VA A CAMBIAR —dicta muy firme.—Chiara…—Mereces más, Lorey —señala—. Y hoy arreglaremos eso…—¿Qué? —interrogo extrañada; y veo que ella pretende responderme; sin embargo, nos vemos interrumpidas por la llegada del mozo (quien
* * * * * * * * Leo * * * * * * * * * *—Disculpe, señor Leonardo —me habla mi anfitriona personal del Ocean—. ¿Seguimos? —me pregunta como haciendo referencia a si seguimos caminando para tomar la mesa que siempre ocupaba.—Sí, ya seguimos —le respondo sonriente sin dejar de observar a la mujer por la que habían hecho ese brindis tan peculiar.«Me pregunto si yo terminaré igual», preciso en mi mente.«Divorciado y con Max haciendo un brindis por mí en medio de un restaurant», puntualizo, en silencio, al tiempo en que empiezo a imaginar una escena así, pero para mí (con Max y Clarisse a mi lado).—¿Señor Bianchi? —escucho la voz de Natalia (la mujer que solía atenderme en el Ocean)—Perdón, Natalia —le contesto apenado al retornar mi mirada hacia ella—. Pero esto es muy… divertido —menciono al tiempo en que regreso mi mirada a la mesa en la que estaba la mujer por la que muchas personas del piso habían realizado el brindis (incluyéndome).—Bueno…, entonces… ¿continuamos? —vuelve a pre
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¡Hey! ¡Lorey! —escucho a mi amiga y veo que se para frente a mí.—¿Qué? ¿Qué pasa? —respondo algo asustada por su grito.—Oye… pero… ¿en dónde estabas? —cuestiona al mirarme con curiosidad para después, mirar en dirección hacia donde había puesto mi atención hace unos instantes…—Chiara…—Pero… vaya, vaya, vaya —articula divertida a la vez que se para al lado mío mientras continúa observando lo que yo llevaba rato viendo—. Por lo visto, el brindis sí sirvió. Tiene una muy buena espalda —enfatiza—. Tal y como a ti te gustan, ¿cierto, Lorey? —interroga pícara al mirarme.—Solo me distraje con otra cosa…—Sí, ya veo —ríe al regresar la atención al hombre que estaba de espaldas, recostado sobre las barandillas de un balcón que había en el restaurante en el que habíamos terminado de desayunar y al que decidimos volver para poder ver la exposición y el espectáculo que tenían organizado para el mediodía.—Chiara…—Con una espalda como esa y… un tras
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *Era el tipo del Ocean. Aquel que estaba recostado sobre el balcón y al cual no pude ver de frente; sin embargo, reconocía perfectamente su ropa.—¿Señorita? —escucho de repente y lo veo observarme con curiosidad; y ello me hace reaccionar algo apenada por haberme quedado observándolo como boba.—Ah… sí…, perdón—Buen día —me saluda gentil.—Buen día —le contesto de la misma manera.—¿Desea que le cambia los dólares por euros? —me pregunta; y yo asiento de inmediato.—Sí, por favor —le respondo; y él sonríe.—Bien… —susurra al comenzar a sacar su billetera; y yo hago lo mismo.—¿Cree que me pueda cambiar trescientos dólares por euros? —le pregunto un tanto apenada, pero él solo se limita a sonreír.—Claro —contesta amable.El tipo, al parecer, era de las personas agradables y eso… me gustaba.—Trescientos dólares —susurra él— son… —piensa unos instantes mientras va contando dinero— doscientos sesenta y… tres euros —me dice; y yo empiezo a hacer
* * * * * * * Lorey * * * * * * * * * * —Pero…, ¿dónde te habías metido, Lorey? —me pregunta Chaira cuando me ve llegar al restaurante. —Estuve recorriendo algunas calles un momento, aprovechando que el evento recién comenzaría a las doce —señalo relajada. —A mí me gustaría hacer lo mismo después del evento —precisa Chaira; y su esposo le sonríe. —¿En serio no te cansas? —le cuestiona él; y mi amiga toma el cuello de su camisa para, así, acercarse, de manera peligrosa y decirle… —No… no me canso —menciona seductora sobre sus labios, con lo cual logra que Francis sonría un poco nervioso, pero satisfecho. —No quería decirlo —menciono yo, de repente—, pero a ustedes les gusta comer delante del pobre —les digo divertida; y aquellos sonríen apenados. —Lo siento, amiga —me pide Chaira al acercarse a mí para envolverme en uno de sus calurosos abrazos. —Tranquila, Chiara —articulo—; lo digo en broma —preciso divertida al tiempo en que pongo distancia entre ambos—. A mí me alegra muc
* * * * * * * * Lorey * * * * * * * * * *—¿Qué me pongo? —me pregunto mientras empiezo a buscar en el enorme armario que tenía en mi habitación, pero el cual no estaba muy lleno—. Debo comprar más ropa, aunque no mucho, ya que solo me quedaré 3 meses aquí —puntualizo al tiempo en que saco un hermoso vestido palo rosa—. Hoy te usaré a ti —le informo al vestido como si tuviera vida; y río por mi ocurrencia— y te combinaré con esta casaca jean y... este par de sandalias. ¡Bien! ¡Todo perfecto para mi look casual! —exclamo contenta—. ¡Ahora sí! ¡A cambiarme! —dicto y, sin perder más tiempo, lo hago.Después de casi una hora (en la que me cambié, peiné y me maquillé ligeramente), ya estaba lista para poder salir rumbo a las calles de Ibiza para recorrerlas.No sabía, de manera exacta, a dónde iría y, de hecho, corría el riesgo de perderme; sin embargo, gracias al enorme avance tecnológico de las últimas décadas, tenía la plena confianza de que con… Goo… gle… maps… no me perdería.—¡Bien!