Mi fortaleza ¹⁰.

—No te pongas triste Lyan, te amo hijo, pero debes entender y aprender que en la vida hay cosas que podemos desear mucho, pero que a veces no podemos llevar a cabo; sin embargo, tienes una vida larga, hijo y tendremos mucho tiempo y oportunidades, en algún momento te llevaré, no es un “no” definitivo.

—Ok, mami —respondió sin siquiera dignarse a mirarme al rostro, lo entendía, sabía que estaba molesto a mí, también me frustraba tener que negarle algo tan básico, como conocer un simple zoológico.

—Mira hijo, hemos llegado, esta es la ciudad de mami, aquí nací y crecí, esperemos que la gente salga para poder levantarnos.

—¿Mami también es la ciudad de mi papá? ¿Aquí es donde vive mi papá mami?

—No hijo, tu padre llegó a esta ciudad cuando aún era niño, pero sabes, esta también es tu ciudad, aquí naciste, tuvimos que irnos, pero aquí naciste.

—Es muy grande mami, ¿Dónde está mami Flor? ¿Iremos a buscarla a su casa?

—No, no iremos a buscarla a su casa porque hace muchos años que dejó de
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