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CAPITULO 6: NO DEBO DE CREER EN SUS PALABRAS

LAURA JENNER

 Me desperté jadeando cuando el estruendo del trueno retumbó a mi alrededor. Mis ojos buscaron frenéticamente a Nate, pero la cama estaba vacía. El recuerdo de mi sueño inquietante aún persistía, recordándome promesas rotas y heridas abiertas que se resisten a sanar. ¿Realmente alguna vez signifiqué algo para él? ¿O fui solo su apuesta? ¿Su juguete sexual?

—Buenos días, niña— su voz resonó alegremente, irrumpiendo en mis pensamientos. Lo vi entrar y depositar una bandeja en la mesita de noche. ¿Qué se supone que está haciendo?

—¡Maldita sea! ¿Cuántas veces te voy a decir que no me llames así?— Le dije con el ceño fruncido.

—No puedes evitarlo. Y también te traje el desayuno. Toma.— Su oferta quedó suspendida cuando otro trueno rugió. Apreté los puños, ocultando mi temor. Pero él lo notó, capturando mi ansiedad mientras mis dificultosas respiraciones me traicionaban.

¡Mierda! Aunque estoy furiosa con él, se me dificulta tener valor para los truenos.

—Oh, mi niña, — murmuró antes de intentar acercarse. Instintivamente, lo rechacé.

—¡No! Ya no le temo a las tormentas,— declaré con fuerza, luchando por no mostrar mi vulnerabilidad.

—No mientas, nena,— susurró, intentando acercarse nuevamente, pero me desprendí de su agarre. —Te prometí que estaría aquí para abrazarte en medio de los truenos, nena. Estoy cumpliendo mi palabra,— murmuró junto a mi cuello. Al escuchar sus “palabras” recordé también cuando me juro amor eterno y solo me utilizó.

—También prometiste que no me herirías. Prometiste que no me abandonarías, pero tus acciones fueron lo opuesto. Deja de intentar, es inútil,— le dije con calma, tratando de mantenerme firme. Esta vez no caeré en sus trampas.

—Nunca te lastimé. Y no fui yo quien se fue, fuiste tú quien me dejó,— afirmó, clavando su mirada en mi rostro. —¿Por qué te fuiste? Sin una palabra. Sin un mensaje. Nada,— dijo aún con descaro.

Giré mi cabeza, evitando su mirada, incapaz de encontrar las palabras correctas. Un nudo se apretaba en mi garganta, las memorias de aquellos días atormentándome.

—¡Dime!— exigió, levantando mi barbilla para encontrarme con sus ojos. Me aparté de su agarre.

—¿Qué quieres que te diga?

—La verdad. ¿Por qué me dejaste?

—Creo que lo sabes. ¿Acaso no lo sabes en el fondo?— solté, con amargura palpable. —Sabes por qué. Fuiste la raíz de nuestra ruptura, y ahora finges ignorarlo.

—¡No lo sé! ¡En serio no lo sé!— Repetía una y otra vez.

—¡Entonces, dejemos las cosas hasta acá y hagamos como que nunca pasó! ¡Me has herido de formas que no puedo soportar, no deseo revivirlo!— dije, las lágrimas nublando mi visión. Las enjugué rápidamente, sintiendo su mirada penetrante.

—¿Te he herido? ¡¿YO te he herido?! ¡No, Laura! ¡Fuiste tú quien me hirió!— su tono se elevó con furia. —Deja de fingir ser una santa inocente porque no lo eres.

Permanecí allí, enfrentándolo. Mis puños se cerraban con rabia mientras resoplaba. Me abalancé sobre él para darle una cachetada.

—¿Sabes cuánto dolor soporté? ¿Cuánto vacío sentí cuando te fuiste? ¿El pánico de no encontrarte en ningún lado, pensando que algo te había pasado? ¡No lo sabes! Sentí... Sentí como si me hubieras arrancado el corazón, sin una palabra. Simplemente... te evaporaste,— me gritó cuando lo había abofeteado.

—¡Exactamente! Eso mismo sentí cuando descubrí quién eras realmente. ¡Me sentí traicionada! ¡Como una marioneta usada y luego arrojada! Dolió... dolió tanto. Te entregué mi corazón, mi virginidad y la pisoteaste como si no tuviera valor alguno para ti. ¡Espera, es que realmente no lo tenía! Si solo fui el experimento de tu m*****a apuesta con todos para demostrar tu hombría, ¿no? Así es como le haces a todas tus víctimas— Antes de que pudiera seguir, lo empujé con fuerza contra la pared.

—¡Nunca, jamás digas que tu corazón no significó nada para mí! Entregar tu corazón y tu cuerpo significó y sigue significando todo para mí. Y con lo otro… hay cosas de las cuales debes de saber antes de sacar tus propias conclusiones— susurró, su voz peligrosamente baja mientras su rostro se acercaba al mío.

Me quedé allí, atónita. Mi pecho subía y bajaba, la respiración entrecortada de la furia que sentía.

—Entonces, ¿qué hay de jugar con mi corazón y mi reputación como mujer?— le pregunte enfrentándolo cara a cara.

—Laura, también te entregué mi corazón. Ese que me arrebataste el día que te fuiste. No me importa lo que hagas con él. Fue, es y siempre será tuyo. Solo tuyo. Tú eres la única que tiene ese poder. ¡Tómalo o déjalo! Pero no sigas diciendo que solo te usé— sus palabras cargadas de emoción se clavaron en mi mente mientras sus ojos seguían buscando los míos.

—¡Sea lo que sea, Nate. ¡Todo ha terminado! No queda nada entre nosotros. Sigamos adelante. Tú ya lo hiciste y yo estaba en ese proceso— dejé caer mi mirada, sintiendo la opresión en mi pecho.

—¿Acaso crees que puedo aceptar eso así por así? No me voy a rendir fácilmente— Su voz se llenó de furia mientras me tomaba de los hombros.

—¡Suelta!— forcejeé con él, tratando de liberarme.

—Y no ha terminado. Niña, esto recién comienza. Hay tanto... tanto aún entre nosotros,— dijo, su voz cargada de significado. Liberé mi cintura de su agarre bruscamente.

—No quedará nada entre nosotros. ¡Nada! ¡Y quita tus asquerosas manos de mí!— se las arrebaté.

—Quién sabe, pueden suceder muchas cosas,— esbozó una sonrisa que destilaba oscuridad.

Mi mandíbula apretada reflejaba mi enojo, él se burló de mí al igual que sus compañeros. Fui la burla del año, pero juro que vengaré por cada lágrima que he derramado por su culpa.

 —Siempre has sido mía, nena. Solo mía. Resolveré todo entre nosotros y te reclamaré por completo,— prometió con una intensidad amenazante, sus labios rozaron mi frente y se quedaron ahí un instante hasta que le di una patada en los testículos.— Laura…— se retorcía de dolor en el suelo.— ¿Por qué hiciste eso?

—Dime, ¿Qué se siente?— me coloqué de cuclillas— agradece que solo fue un golpe y no utilice las tijeras porque un perro como tú… eso es lo que se merece.— agarré su pelo con fuerza y luego me fui de la habitación.

La chica tonta que creía en sus promesas de amor ha muerto. Hoy no soy más su quita ganas.

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