Keira PresenteQue se apareciera en pantalones cortos, sin camiseta y descalzo, me parece muy extraño. ¿Sería un plan para obnubilarme con su perfecta anatomía? Si es así, lo consiguió por varios minutos, pero ni que crea que eso será suficiente. Necesito mucho más que su piel descubierta para ablandarme. Si quiere ganarse mi perdón, debe desnudarme su corazón. —No te tocaré… a menos que quieras —sonríe con descaro. —¡Eres exasperante! —Sacudo la cabeza y me levanto de la silla. He estado aquí más de lo que debería y no quiero preocupar a Landa con mi ausencia. Aunque… —. ¿Quién te dijo dónde estaba? —Me apego a la Quinta Enmienda —contesta serio. —Primero, no eres ciudadano estadounidense. Segundo, ya no tienes que decirlo. Sé muy bien quién lo hizo e iré ahora mismo a reclamarle por ser partícipe de esta artimaña. —Te extrañaba tanto —sonríe, logrando que su rostro se ilumine de una forma entrañable. De ese gesto también obtuve muy poco. En definitiva, el hombre que está fre
KeiraSebastian deposita un beso suave sobre mi cabeza mientras me sostiene contra su firme cuerpo, acariciando mi espalda por encima de la tela de algodón de mi vestido. La necesidad de fundirme sobre él, piel con piel, late en cada poro de mí, en consonancia con los fuertes pálpitos de mi corazón, pero debo recordar dónde estamos y la inminente verdad que podría cambiarlo todo. Al separarme de él, me doy cuenta de que estamos solos. Tanto Hedrick como Landa se fueron para darnos privacidad. Debo agradecerles por eso, aunque sigo molesta con mi hermana por tomar decisiones por encima de mí. Entiendo sus intenciones, pero pudo preguntarme al menos. ¿Hubieras dejado que él viniera?, acusa una voz que siempre aparece, creándome conflictos. Sé que no. Había decidido dejar atrás a Sebastian y seguir con mi vida. Lo pensé mucho, más de lo necesario, y concluí que era lo mejor para mí. Incluso, consideré a Robert. Él siendo socio de Decker complica las cosas. No quiero quitarle más de lo
Keira—¿Podemos retrasar el viaje un día? —le pregunto cuando mi respiración se ha normalizado.—Si es lo que quieres —responde fríamente. Se desliza fuera de mí y se recuesta contra el colchón. Alcanzo mi vestido, me limpio y luego a él, notando que mantiene una leve erección que podría avivarse si lo intentara, pero no es lo que busco en este momento. Me recuesto sobre su pecho y envuelvo su cadera con mi pierna. Mi cabeza reposa en su corazón y mi mano en su hombro izquierdo. —Quiero una cita normal, sin limusinas ni trajes formales. Solo tú y yo. Tal vez un paseo en lancha o bordear la costa en un deportivo descapotable que alborote mi cabello. Quiero un recuerdo de nosotros antes de enfrentarme a lo que sea que espera en Alemania. —Sus músculos se relajan y deja escapar un profundo suspiro. Había asumido que estaba cambiando de idea. —Lo lamento. —Acaricia mi pierna desnuda—. Me siento dividido entre dos vertientes. Por una parte, quiero que lo sepas todo. Y por otra, estoy ate
Keira Sebastian arranca el auto y yo elijo una canción de mi lista de reproducción para que la escuchemos luego de conectar el iPod al auto. —¿La recuerdas? —inquiere dándome un vistazo rápido antes de volver la mirada a la carretera. Está sonando All Out Of Love de Air Supply. —¿Cómo no? Es nuestra canción —contesto sonriendo. —Pensé que la habías odiado —pronuncia en tono casi inaudible. —Me abrumó, pero no la odié. —Entrelazo mis dedos con los suyos y beso sus nudillos, uno a uno—. Te amo, Sebastian. —Y yo a ti, dulzura —corresponde besándome los dedos. Me tiene embobada. Jamás imaginé que podía ser tan romántico. La verdad, he descubierto más de Sebastian en unas horas que en todo el tiempo que pasé con él antes. La canción cambia a Happy de Pharrell Williams creando una mezcla muy extraña. —Divertido —bromea mi tentación alemana con una sonrisa que derretiría un glacial. —No te burles. Es mi música para trotar —le riño de buen humor y Sebastian se tensa. Busco en mi
KeiraSebastian no demora un segundo en unirse a mí, dándome lo que le he pedido sin negarme nada. Me llena tan bien, es un experto en llenarme del más absoluto y embriagadores de los placeres. Jadeo como loca, sin cohibirme, libre de expresar todo lo que él me hace sentir.—Di mi nombre, dulzura.—Se… Se… Sebastian —musito entre susurros, perdida en el éxtasis del placer. Es demasiado lo que me está haciendo sentir. Necesito una tregua y a la vez no la quiero que se detenga. Mi corazón bombea duro contra mi esternón, mis fuerzas se desvanecen… ¡Estoy al borde de la locura! —¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! —gimoteo cuando siento que no puedo más.—Di mi nombre, Keira. Grita mi nombre —demanda acelerando sus movimientos, elevando la intensidad de las sensaciones que me empuja directo al final gritando tan fuerte que estoy segura de que todos a bordo me escucharon.—Eso fue tan dulce, nena. Te amo tanto… —declara satisfecho, tumbándose en la cama de espaldas a mí mientras besa mi homb
Keira La espera me está matando. Estoy por decirle al capitán que vaya por él. ¿Por qué me asusta así? Temo que ⁰ malo le haya pasado. ¿Por qué no regresa? Tengo tanto miedo de que no vuelva, no puedo perderlo a él también, no quiero. Mi corazón quedaría por completo devastado si algo malo le pasara. Odio esta incertidumbre, quiero que vuelva ya. —Gracias a Dios —murmuro cuando lo veo venir. Corro hacia la popa y espero ansiosa mientras se sube de regreso a la embarcación. —¿Qué mierda pasa contigo, Sebastian? —le reclamo dándole golpes fuertes contra su pecho y llorando a la vez—. Pensé que te había pasado algo. —Lo siento, nena. Solo me emocioné y… Lo siento —Me abraza. Lo empujo, apartándolo de mí. Estoy muy enojada con él. —Quiero regresar. —Keira… —No hay Keira que valga. —Me giro y camino rápido por la cubierta hasta encontrar la entrada al piso inferior. Me toma un momento hallar el camarote donde están mis pertenencias, pero al final doy con él. —No quería asustarte,
Keira Paso dos días más en Miami antes de volar a Brooklyn. Evelyn no perdió su pierna, pero se encuentra devastada por el fallecimiento de su prometido. Tenían planeado casarse pronto. Sebastian y yo hablamos a diario, casi siempre en las noches para mí y en las madrugadas para él, por eso de su problema para dormir más de cinco horas seguidas. Me preocupa. Se escucha cansado, pero no puedo hacer nada para ayudarlo desde aquí. El lunes, visito a Jess en su apartamento para ponernos al día y me da una noticia que no esperaba: está embarazada. La felicito emocionada y ella me da las gracias sonriendo. Está muy contenta, aunque los síntomas recurrentes del embarazo le han afectado mucho y a eso se suma lo quisquilloso que se ha vuelto Leandro con los cuidados. Ha limitado los encuentros sexuales por temor a lastimar al bebé y eso la tiene disgustada pues ha desarrollado un deseo insaciable de sexo, algo que no debería decirme, pero mi amiga no tiene filtro. —Bueno, ya está bueno de mi
Keira—Maldito imbécil —sisea Sebastian apartándolo de mí y lanzándose en el suelo con furia luego de entrar al apartamento, la puerta seguía abierta, debió escuchar mis gritos desde el pasillo. No tenía idea de que vendría, pero gracias a Dios que lo hizo. —¡Para, Sebastian! ¡Lo vas a matar! —le grito al ver como lo está golpeando. Él se detiene enseguida, pero antes de quitarse de encima de Robert, le da una advertencia. —Tienes suerte de seguir respirando, pedazo de m****a. Pero te juro que si vuelves a ponerle un dedo encima a Keira, te mataré con mis propias manos. —Se levanta del suelo y viene hacia mí ¿Estás bien, dulzura?, ¿te lastimó? —Estoy… estoy bien —contesto con la voz rota mientras temblores involuntarios sacuden mi cuerpo. Sebastian me abraza a su cuerpo y estallo en llanto dejando salir mis emociones. Robert gime dolorido y se pone en pie con un poco de dificultad. Tiene el labio partido y el pómulo hinchado, y pudo quedar peor si no le digo a Sebastian que se dete