La realidad era que Eizan se encontraba furioso, la rabia le consumía desde el interior al intentar ser chantajeado por Lisa. Una parte de él deseaba contarle a Adara todo lo que ocurría para evitar sorpresas inesperadas, por otro lado se encontraba en una especie de burbuja porque finalmente había encontrado su lugar después de años. Le gustaba la idea de formar un hogar con la pelirroja y la pequeña dulce Alice, quien cada día se ganaba más su cariño incluso se sentía conmovido en las ocasiones en las que la pequeña lo llamaba papá aunque después fuera reprendida por Adara.En el fondo era consciente de que se encontraban unidos nada más por ser la última voluntad de su hermano y nuevamente se repetía a sí mismo que todo se trataba de una venganza, que una oportunidad así no se le volvería a presentar pero algunas veces le resultaba complicado entender como una mujer con esa bondad podía haberse convertido en semejante monstruo que le abandonó y después terminó con la vida de su her
— ¡¿A dónde crees que vas?!— Le grita Harold a Eizan cuando lo observó partir en dirección hacia el mismo sitio donde desapareció la pelirroja. Nuevamente intentaba imponerse aun por encima de su hijo pero Eizan no lo permitió. frenando en seco para girarse a encarar a ambos que al parecer lo único que buscaban era desmoronar todo lo que él había construido y eso era una vida junto a Adara.Se dio cuenta de lo reconfortante que era que alguien lo esperara en casa cada noche, las cenas en familia… incluso tener hijos, aunque Alice no llevara su sangre y fuese hija de uno de los hombres que más ha odiado, esa pequeña entró directo en su corazón, sin previo aviso. Llegó a imaginar a la dulce caperucita con un hijo suyo en las entrañas creciendo cada día más.— Tu juraste vengar la muerte de tu hermano, no lo has olvidado ¿Cierto?... Hijo, esto no es más que una venganza.— Y el júbilo se convirtió en polvo dentro de su boca. Era consciente de que aquello no era más que venganza, una crue
Narra Adara… — ¿No le darás explicaciones?— Inquiere Amelia con un gesto desconcertado. Ciertamente no me había atrevido a contarle todo lo sucedido en aquella cena.No deseaba que como madre tuviera alguna preocupación sobre el comportamiento de su hijo y la impotencia le venciera al percatarse de que no podía influir en su cambio. Por otra parte me preocupaba el hecho de cómo podríamos continuar pagando la habitación y víveres, si bien tenía algo de dinero ahorrado con el paso de los años, no sería suficiente. Sabía que Eizan no dejaría de buscarme era la pieza clave para el testamento de Donato, lo que acrecentaba mi culpa pues fue su última petición antes de morir. La impotencia comenzaba a apoderarse de mí en cuanto no encontraba una solución, por una parte era consciente que estaba protegiendo a Amelia de ser encontrada por ese monstruo después de años, por supuesto que no la dejaría ir bajo ninguna circunstancia ya que ella representaba la amenaza de lo que se había adueñado p
Narra Adara… Me quedo de piedra y mis piernas pierden fuerza logrando que me sujete al borde de la puerta. El olor a alcohol y aspecto desaliñado me advierte que es mejor no enfrentarlo, la mirada oscura y ese gesto que solo me grita que salga corriendo cuanto antes. Amelia al percatarse de que se trata de su hijo sonríe, logrando que Eizan la fulmine con la mirada. Alice toma la mano de la mujer mientras que ambas salen de la habitación dejándome a solas con él “Ni siquiera judas se atrevió a tanto” murmuró por la bajito. —Caperucita tú vales más de treinta monedas de plata para mí.—muerdo mi labio inferior sintiendo mis mejillas arder. —¡A la mierd@!—me toma entre sus brazos ingresando a la habitación al mismo tiempo que cierra la puerta detrás de él.—Espero que Amelia olvide el número de la habitación. Sus labios tomaron los míos recordándome la pasión que experimentaba junto a él, el fuego que corría por mis venas debido a cada una de sus caricias y sus besos. Era como encontr
— ¡Papi!— Grita Alice sonriente al mismo tiempo que corre en su dirección estirando sus brazos a Eizan quien de inmediato la toma entre los mismos elevándola con mimo. — Princesa.— Definitivamente Eizan sentía un cariño genuino por mi pequeña, sus ojos lo reflejaban al igual que en los de ella. Una punzada de culpa se instaló en mi pecho pues yo había tomado la decisión incluso por ella alejándola de una persona a quien se había acostumbrado a ver cada uno de los días es su vida. Cualquiera creería que son padre e hija pues la dulzura y el amor con el que la trata es imposible de ocultar. Me permito observar las en silencio contemplando la imagen e intentando guardarla en mi memoria. A mis pensamientos llegó Alexander, sin duda ese hombre había destruido mi vida pero me había recompensado al permitirme criar a su hija como una madre para ella sin duda a pesar de todo el dolor y acontecimientos que había traído a mi vida esa decisión no me arrepentía un solo instante. Sin duda nadie
Transcurrió alrededor de una horaentre divertidas charlas y un par de chistes en doble sentido que lograban hacer que las mejillas de la pelirroja ardieran al mismo tiempo que sus pliegues humedecían aún más mientras su mente imaginaba lo que Eizan haría con ella. Finalmente aparcaron en una lujosa y extravagante cabaña alejada completamente de cualquier civilización en varios kilómetros a la redonda, era como si solo existieran ellos dos en ese preciso instante y todo lo demás quedará en un segundo plano incluso lo vivido en años pasados.—¿Estás lista para recordar lo que se siente ser mía?—inquiere a unos pocos metros de la entrada principal tomando a Adara por la mano entrelazando sus manos. De inmediato esta asintió con un enorme sonrojo.—Vamos caperucita que aún no devoro tu lengua.—¿Porque me has traído hasta aquí?—Pregunta aún cuando en el fondo sabe la respuesta pero ansiaba fervientemente escuchar la respuesta, como si aquello le produjera alguna clase de placer.—Sabes de
Los tersos pétalos de rosa yacían esparcidos por doquier, incluso en el rostro de Adara quien se encontraba abrazada al imponente cuerpo de Eizan, la noche había terminado su jornada, dando paso al amanecer. La pelirroja contempló como la noche cedía ante el día, tuvo la idea de montarse a horcajadas sobre Eizan, quería atesorar en su memoria cada uno de los recuerdos de esa noche, amarlo sin límites ni restricciones… Aunque en el futuro incierto le rompiera el alma, trayendo del tipo de dolor que cala hasta las entrañas, del cual no existe fármaco que cure ese tipo de males. Ella era consciente de que ese hombre en su vida era como hierro caliente contra su piel, el poder que ella misma le había cedido sería letal. Pero prefería engañarse algunas veces y creer que tal vez ese era su felices para siempre de los cuentos.Ya una vez Alexander le había destrozado hasta los cimientos, cuando estaba reedificandse así misma, llegó él, nuevas promesas, otros labios, una mirada que no había d
Con desesperación comenzó a buscar entre los arbustos o en la pequeña casa qué Eizan había enviado a construir tan solo para Alice. Aunque en su interior todo parecía desmoronarse intentaba conservar la calma con el pensamiento de que tal vez estaba jugando a las escondidas, no era la primera vez que se ocultaba por varios minutos mientras intentaba que ella la buscara, conservaba esa chispa en su interior de esperanza, de ver a su hija salir con una pequeña risa. Aunque era consciente de que algo en su interior le gritaba con todas sus fuerzas que había algo mal.—¡Alice esto ya no es divertido! ¡Ven conmigo por favor!—Al final le suplica rompiendo en llanto pero tan solo él es la única respuesta que recibe. Es el momento exacto en el que acepta que no se trata de ningún juego por parte de su pequeña sino que algo realmente malo le ha sucedido.Cualquier rastro de calma o tranquilidad se esfumó en cuestión de segundos al mismo tiempo que algo en su interior parecía volverse pedazos,