El receso había llegado a su fin, y con él, la tensión en la sala de juicio alcanzó un nuevo nivel.Kristen y Erik, sentados al lado de Alan, intercambiaron miradas de apoyo. Martha estaba sentada al frente, visiblemente nerviosa, mientras su esposo, con el rostro lleno de ira, la observaba desde el otro extremo de la sala.El juez retomó su lugar, golpeó el martillo y dirigió la atención al testimonio de Martha.—Señora Martha, recuerde que está bajo juramento. Responda con la verdad. Puede proceder, licenciado —indicó el juez a Alan.Alan se levantó con calma, mirando a Martha con seriedad pero también con empatía. Sabía que ese testimonio era crucial.—Señora Martha, usted llevó a Sofía a la casa del señor Davis. ¿Es correcto? —preguntó.—Así es, yo lo hice —respondió ella, con voz temblorosa.—¿Sabía desde un principio que la niña no era la hija biológica del señor Davis?Un silencio pesado cayó sobre la sala. Martha bajó la mirada, vacilando. Finalmente, asintió lentamente.—Sí,
El trayecto hacia la mansión Davis estuvo cargado de tensión. Erik mantenía una mano en el volante, apretando los nudillos con cada pensamiento que cruzaba su mente. Kristen, sentada a su lado, trataba de mantener la calma, pero el aire en el coche estaba impregnado de preocupación.—Maldito infeliz —dijo Erik de repente, rompiendo el silencio. —Tuvo que llevar a ese borracho miserable al juicio.Kristen lo miró, tratando de apaciguarlo con su voz tranquila.—Era de esperarse, mi amor. Seguro que ese hombre era una de sus cartas fuertes. Pero por lo menos Alan logró neutralizarlo y evidenciar la clase de persona que es.Erik asintió, aunque su mandíbula seguía tensa.—En eso tienes razón, pequeña. Pero no deja de preocuparme cuál será el rumbo que tomará todo esto… y qué otras armas podrían utilizar en nuestra contra.Kristen tomó suavemente su mano, buscando reconfortarlo.—Hemos armado un buen caso, Erik. Tenemos que confiar en la justicia… y en que Dios nos ayudará. Él no puede per
La sala de audiencias estaba nuevamente llena de tensión. Erik, Kristen y Charles Davis, quien a pesar de su débil salud insistió en asistir, se sentaron con los semblantes serios, listos para enfrentar otra jornada decisiva en el juicio por la custodia de Sofía. Margaret Jones y su abogado estaban ya preparados, confiados en que las pruebas que presentarían inclinarían la balanza a su favor.El juez dio inicio a la audiencia, y el abogado de Margaret se levantó con una expresión satisfecha.—Señoría, procederé a presentar las pruebas que demuestran que el señor Erik Davis no es apto para la custodia de la menor Sofía.El abogado colocó un paquete de documentos sobre la mesa y se dirigió hacia una pantalla donde comenzó a proyectar imágenes.—Estas fotografías, junto con artículos de periódicos, revistas y publicaciones en línea, dejan en claro la conducta de “playboy” que el señor Davis mantuvo durante años. Aquí se le ve en fiestas, rodeado de personas cuya influencia claramente no
La noche había caído sobre la mansión Davis, iluminada por la tenue luz de las lámparas en el jardín. La familia había celebrado con alegría la decisión del juez, y Sofía estaba radiante, abrazando con fuerza a Kristen y Erik mientras jugaba con los globos que decoraban la sala.—¿Entonces ahora ustedes son mis papás? —preguntó Sofía con una mezcla de alegría e incredulidad mientras los miraba con sus grandes ojos brillantes.Erik se arrodilló frente a ella, tomando sus pequeñas manos entre las suyas.—Sí, pequeña. El juez dijo que ahora somos una familia para siempre.Kristen, conmovida, acarició el cabello de Sofía y añadió:—Te amamos mucho, Sofía, y queremos que seas muy feliz con nosotros.Sofía sonrió ampliamente y los abrazó con fuerza.—¡Yo también los quiero mucho! ¡Siempre quise tener una mamá y un papá!Erik y Kristen compartieron una mirada llena de amor y complicidad. Sabían que este era solo el principio de una nueva etapa.Después de unos momentos de juego y risas, Kris
La puerta del consultorio se abrió, y Charles salió con el rostro desencajado. Se detuvo en seco al ver a Erik frente a él. La expresión de su hijo lo decía todo: había escuchado la conversación.—Papá, lo siento mucho… de verdad. No puedo imaginar cómo te debes sentir —dijo Erik con voz suave, tratando de calmarlo.Charles bajó la mirada, atormentado. Su usual firmeza parecía haberse desmoronado.—Esto es peor que la enfermedad en sí, hijo. Saber que alguien ha estado queriendo matarme todo este tiempo… No solo me asusta, me destruye. Podría ser cualquiera.—Por favor, padre, tranquilízate —sugirió Erik mientras colocaba una mano en su hombro—. No le hace bien a tu salud ponerte así.Charles lo miró con los ojos llenos de impotencia y rabia contenida.—¿Cómo quieres que me tranquilice? Es imposible reprimir todo este dolor. No tengo ni idea de quién está detrás de esto. Podría ser Verónica, Mark… Alguien del servicio, de la seguridad… ¡No tengo idea de quién quiere verme muerto! —rep
Kristen recibió a Charles con la calidez y ternura que siempre la caracterizaban. Lo ayudó a acomodarse en una de las habitaciones para huéspedes que había preparado especialmente para él, asegurándose de que todo estuviera en orden para que se sintiera cómodo.—Señor Davis, esta es su casa. Si necesita algo, por favor, no dude en pedírmelo —le dijo con una sonrisa sincera mientras lo guiaba a la habitación.Charles, conmovido por el gesto, le tomó las manos.—Gracias, Kristen. Eres un ángel. No sabes cuánto significa esto para mí.—Lo que importa es que esté tranquilo y sepa que no está solo —respondió ella con dulzura antes de dejarlo descansar.Cuando regresó al salón, encontró a Erik con los ojos cargados de una mezcla de rabia e impotencia. Al verla, no pudo contenerse más.—Kristen… —murmuró antes de dejarse caer en sus brazos.Ella lo abrazó con fuerza, acariciándole el cabello mientras él se desmoronaba.—Mi amor, dime qué está pasando —pidió con voz serena, tratando de transm
Erik llegó al consultorio del doctor Richmond temprano por la mañana, cargando la bolsa con los medicamentos que Verónica había enviado insistentemente para Charles. Aunque el hallazgo del veneno ya había salido a la luz, Erik quería asegurarse de que los medicamentos que su madrastra había proporcionado no fueran parte de aquel siniestro plan.El doctor Richmond lo recibió con gesto sereno, pero su mirada mostraba preocupación.—Erik, ¿qué es lo que necesitas que hagamos con estos medicamentos?—Doctor, quiero que los analices. Sabemos que alguien ha estado envenenando a mi padre, y sospecho que los medicamentos que mi madrastra le envió podrían ser parte de esa estrategia. Necesito estar completamente seguro —respondió Erik con firmeza.Richmond asintió.—Muy bien. Dame un momento, voy a pasar esto al laboratorio. Con los equipos que tenemos, podremos detectar cualquier irregularidad en las fórmulas.Erik observó cómo el doctor desaparecía en el fondo del consultorio. Se sentó en la
La opulenta residencia de los Hathaway estaba decorada con elegancia, reflejando el poder y la riqueza que Verónica tanto ansiaba para su familia. Mientras se acercaban a la entrada, Mark miraba de reojo a su madre, sintiendo el peso de sus palabras y la presión que siempre ejercía sobre él.Cuando la puerta se abrió, la madre de Karen los recibió con una sonrisa cálida, ajena a las oscuras intenciones que Verónica traía consigo.—¡Qué alegría tenerlos en esta su casa! Verónica, Mark, pasen, Karen y mi esposo están adentro —dijo la señora Hathaway con entusiasmo.—Muchas gracias, querida, para nosotros es un honor estar aquí. ¿Verdad, hijo? —respondió Verónica con una sonrisa ensayada, apretando ligeramente el brazo de Mark como recordatorio de lo que debía hacer.—Por supuesto, señora Hathaway. Hoy daremos un paso muy importante para ambas familias, y pronto seremos uno solo cuando me case con su hija —replicó Mark con un tono formal que a Verónica le pareció casi perfecto.—Así será