-Ahora sí puedes acomodarme la corbata- exclamó Daniel, mientras se miraba el outfit en el espejo de su cuarto.Llevaba puesto un traje negro de solapas ceñido a su cuerpo, un pantalón del mismo color con pinzas y unos zapatos de cuero negro en punta. Su corbata era color rojo sangre, como si fuera una premonición de lo que estaba por hacer en apenas una hora.Valentina puso los ojos en blanco y se acercó a Daniel, acomodando su corbata de mala gana. -Solo lo hago porque estas por ganar este juicio y me beneficia a mí también- comenzó a decir mientras revisaba que la corbata estuviera bien- ¿Debería desearte suerte? ¿Y también darte el besito de esposa obediente? - lo molestó.Daniel rió con fuerza.-No necesito ninguna suerte, ya sé que voy a ganar. Además, no creo en esas cosas, es para gente mediocre y supersticiosa.- exclamó seguro de sí mismo.-Lo que sea- exclamó la pelirroja, ese hombre era insoportable y poco a poco se había dado cuenta de ellos. Apenas habían pasado unas se
Emilia se quedó sola en la casa, observando desde la ventana cómo el coche de su amado se alejaba por el jardín hacia la salida.-Por favor Dios, haz que Adrian gane el caso- Suplicó juntando las manos temblorosas mirando hacia el cielo.La azabache escuchó pasos detrás suyo, se volteó, encontrándose con la niña abrazando una muñeca de plástico.Emma observaba a su ex niñera con los ojos grandes y brillosos, pero con un tinte de tristeza.-Hola cariño- sonrió la niñera, guardando su angustia muy en el fondo de su mente, porque la niña no debía enterarse de los problemas de adultos.-La pequeña se acercó a la azabache con pasitos lentos y pesados.La mujer no dudó en abrir sus brazos hacia los costados y recibir a Emma alzándola contra su pecho.-¿Qué sucede cariño? ¿Estás bien?- murmuró preocupada.La pequeña señaló la puerta y Emilia enarcó una ceja, tratando de entender lo que quería decir.En ese momento, la mujer sintió que era la hora de comenzar a estimular a la niña para que ha
-Que pase el testigo de Daniel Johnson al estrado.Todos se voltearon hacia atrás, especialmente Adrian, buscando entre tantas caras quién era el testigo de Daniel.Lo que menos esperaba el joven CEO, era ver que su propio testigo, Pedro Álvarez, se levantara de su asiento y caminara por el pasillo hacia el estrado, bajo la mirada de desconcierto de Adrian y de su abogado, quienes trataban de entender qué estaba pasando.La macabra que retumbó en la sala lo confirmó.Adrian contorsionó su rostro hacia su enemigo, encontrándose con esa mirada oscura clavándose en él. La sonrisa de victoria de ese hombre fue su sentencia.-¡Esto es imposible! ¡Ese es mi testigo!- gritó el joven CEO, levantándose de golpe de su asiento señalando al hombre. Luego se giró hacia Daniel- ¡Ese hombre me lo robó!-Señor Sinclair, siéntese por favor, si continúa con ese comportamiento me veo obligado a echarlo de la sala, cancelar el juicio y darle la victoria a su contraparte- sentenció el juez.Su abogado lo
Sus cuerpos chocaron con cada mueble que se atravesaba en su camino, se besaron salvajemente mientras poco a poco se iban acercando hasta su cuarto, Tropezando con las escaleras, chocando contra las paredes, por el beso salvaje que los estaba entorpeciendo pero que no podían soltar.Sin separar sus labios del salvaje choque de sus lenguas y dientes, Adrian abrió la puerta de su cuarto tanteando con su mano libre hasta que encontró el picaporte y la puerta se abrió lentamente.Ambos, o más bien los dos cuerpos ahora fundidos en uno en ese beso vulgar y lleno de deseo, entraron en la oscuridad del cuarto, y con su pierna el joven CEO pateó la puerta, cerrándola detrás de sí.-Espera…- susurró soltando el beso bajo la mirada de protesta de Emilia en la oscuridad.La joven azabache lo miró correr hacia la puerta y cerrarla con traba, eso la hizo reír.-Por si acaso- sonrió pícaramente, luego corrió hacia la ventana y abrió las cortinas.- Así está mejor.-Ven…- ronroneó la azabache, miránd
-¡Hasta que llegaste! ¡Ya estaba pensando que habías huido al extranjero con mi dinero!- protestó la pelirroja, apenas Daniel volvió a su casa.Daniel se rió de aquello, se quitó el saco, lo colgó en el perchero y tiró su maletín al suelo, con una sonrisa amplia en su rostro, pero ignorando por completo a Valentina.Luego caminó hasta su vitrina, pasando por al lado de la mujer, y sacó su mejor whisky sirviéndose un vaso, bajo la mirada de Valentina, a quien no le ofreció una copa.-¿Y bien? ¿Cómo te fue?- preguntó con impaciencia, cruzándose de brazos.-¿Y tú qué crees?- exclamó bebiendo hasta el fondo de la fuerte y amarga bebida- ¿No te dije que era el mejor?-Valentina sonrió ampliamente y comenzó a saltar en un pie de alegría.-Lo sabía, eres el mejor- exclamó entusiasmada. -¿Cuándo me vas a dar mi parte?- preguntó extendiendo la mano abierta hacia el hombre- ¿En efectivo? O mejor en transferencia… No, en transferencia no, tendría que declarar de dónde vino ese dinero, será mejor
Daniel se sintió un idiota, esperó y esperó por semanas que su ex esposa, aunque aún lo era legalmente, volviera con la cola entre las patas al hogar donde realmente debería estar.“¿Por qué mierda no volvió a casa conmigo?” Se preguntó mientras organizaba el papeleo de su nueva empresa adquirida, Industrias Sinclair.¡Le había quitado todo a ese idiota! No le había quedado ninguna ganancia empresarial luego de que ganara el juicio, y aun así esa mujer se mantenía aferrada a ese hombre.-Realmente no lo entiendo- murmuró tirando la taza de cerámica con fuerza contra el suelo- ¡Que alguien venga a limpiar este maldito desastre!- gritó con fuerza desde dentro de la oficina que había sido de su enemigo.Una pobre mujer, que ya estaba acostumbrada a limpiar el desastre de su nuevo jefe, se apresuró a levantar los platos rotos.-No te vas a llegar a lastimar ¿Me oíste? - le dijo, pero no por preocupación- No voy a pagar seguro médico por errores tuyos- sentenció con fuerza.-Sí señor Johns
-Espera ¿Qué?- Adrian preguntó, tratando de comprender si su mente le había jugado una mala pasada por los nervios de que esa señora estuviera allí o realmente se había atrevido a decir eso en su cara.La mujer no se inmutó, su rostro no movió ni un solo músculo, aún mirándolo fijamente con sus ojos duros y penetrantes.No había sido una broma, estaba hablando en serio.-Emma se viene conmigo.- sentenció la asistente social.Automáticamente Emilia abrazó con más fuerza a la pequeña y retrocedió dos pasos hacia atrás, alejando a la niña de la vista de esa mujer.“Esto no puede estar pasando” Exclamó a sus adentros.Emma no era su hija biológica, pero ya la sentía como suya. Cualquiera que intentara arrebatársela era como quitarle una parte de ella.Sintió en su cuerpo el mismo terror que había experimentado cuando Daniel le había quitado a su niño y se lo había llevado a esa fiesta sin su consentimiento.-No…- murmuró la azabache llamando la atención de ambos adultos y poniendo su mano
La puerta de la casa de los Sinclair se cerró de golpe, sintiendo que una parte de ellos había muerto en ese momento.Adrian se derrumbó en el suelo y Emilia no puedo evitarlo, ella cayó al costado de su amado y lo abrazó con fuerza, trayéndolo a su cuerpo, resguardándolo alrededor de sus brazos cálidos que se aferraron con fuerza al cuerpo tembloroso de Adrian que no paraba de llorar desconsoladamente.Se lo veía tan vulnerable. Siempre había intentado ocultar sus sentimientos, porque había aprendido que así las cosas eran mejores, sin mostrar emociones que no servían para nada.Llorar no haría que Emma volviera y lo sabía.Había llorado de la misma forma cuando sus padres murieron y su hermano lo había abandonado a su suerte, y las cosas tampoco habían cambiado.Pero desde que esas personitas únicas habían llegado a su vida para cambiarla para siempre, había explotado en sentimientos, en amor, en tristeza, en todo.Y ahora en un profundo dolor, como si le hubieran quitado su corazón