-¡Hasta que llegaste! ¡Ya estaba pensando que habías huido al extranjero con mi dinero!- protestó la pelirroja, apenas Daniel volvió a su casa.Daniel se rió de aquello, se quitó el saco, lo colgó en el perchero y tiró su maletín al suelo, con una sonrisa amplia en su rostro, pero ignorando por completo a Valentina.Luego caminó hasta su vitrina, pasando por al lado de la mujer, y sacó su mejor whisky sirviéndose un vaso, bajo la mirada de Valentina, a quien no le ofreció una copa.-¿Y bien? ¿Cómo te fue?- preguntó con impaciencia, cruzándose de brazos.-¿Y tú qué crees?- exclamó bebiendo hasta el fondo de la fuerte y amarga bebida- ¿No te dije que era el mejor?-Valentina sonrió ampliamente y comenzó a saltar en un pie de alegría.-Lo sabía, eres el mejor- exclamó entusiasmada. -¿Cuándo me vas a dar mi parte?- preguntó extendiendo la mano abierta hacia el hombre- ¿En efectivo? O mejor en transferencia… No, en transferencia no, tendría que declarar de dónde vino ese dinero, será mejor
Daniel se sintió un idiota, esperó y esperó por semanas que su ex esposa, aunque aún lo era legalmente, volviera con la cola entre las patas al hogar donde realmente debería estar.“¿Por qué mierda no volvió a casa conmigo?” Se preguntó mientras organizaba el papeleo de su nueva empresa adquirida, Industrias Sinclair.¡Le había quitado todo a ese idiota! No le había quedado ninguna ganancia empresarial luego de que ganara el juicio, y aun así esa mujer se mantenía aferrada a ese hombre.-Realmente no lo entiendo- murmuró tirando la taza de cerámica con fuerza contra el suelo- ¡Que alguien venga a limpiar este maldito desastre!- gritó con fuerza desde dentro de la oficina que había sido de su enemigo.Una pobre mujer, que ya estaba acostumbrada a limpiar el desastre de su nuevo jefe, se apresuró a levantar los platos rotos.-No te vas a llegar a lastimar ¿Me oíste? - le dijo, pero no por preocupación- No voy a pagar seguro médico por errores tuyos- sentenció con fuerza.-Sí señor Johns
-Espera ¿Qué?- Adrian preguntó, tratando de comprender si su mente le había jugado una mala pasada por los nervios de que esa señora estuviera allí o realmente se había atrevido a decir eso en su cara.La mujer no se inmutó, su rostro no movió ni un solo músculo, aún mirándolo fijamente con sus ojos duros y penetrantes.No había sido una broma, estaba hablando en serio.-Emma se viene conmigo.- sentenció la asistente social.Automáticamente Emilia abrazó con más fuerza a la pequeña y retrocedió dos pasos hacia atrás, alejando a la niña de la vista de esa mujer.“Esto no puede estar pasando” Exclamó a sus adentros.Emma no era su hija biológica, pero ya la sentía como suya. Cualquiera que intentara arrebatársela era como quitarle una parte de ella.Sintió en su cuerpo el mismo terror que había experimentado cuando Daniel le había quitado a su niño y se lo había llevado a esa fiesta sin su consentimiento.-No…- murmuró la azabache llamando la atención de ambos adultos y poniendo su mano
La puerta de la casa de los Sinclair se cerró de golpe, sintiendo que una parte de ellos había muerto en ese momento.Adrian se derrumbó en el suelo y Emilia no puedo evitarlo, ella cayó al costado de su amado y lo abrazó con fuerza, trayéndolo a su cuerpo, resguardándolo alrededor de sus brazos cálidos que se aferraron con fuerza al cuerpo tembloroso de Adrian que no paraba de llorar desconsoladamente.Se lo veía tan vulnerable. Siempre había intentado ocultar sus sentimientos, porque había aprendido que así las cosas eran mejores, sin mostrar emociones que no servían para nada.Llorar no haría que Emma volviera y lo sabía.Había llorado de la misma forma cuando sus padres murieron y su hermano lo había abandonado a su suerte, y las cosas tampoco habían cambiado.Pero desde que esas personitas únicas habían llegado a su vida para cambiarla para siempre, había explotado en sentimientos, en amor, en tristeza, en todo.Y ahora en un profundo dolor, como si le hubieran quitado su corazón
-Lo siento, pero no puedo darles esa información- exclamó la empleada administrativa que estaba atendiendo a Emilia y a Adrian en las oficinas de familia y adopciones.-¿Cómo qué no? ¡Necesitamos saber si nuestra niña se encuentra en buenas manos! ¡No nos deja tranquilos si no nos dice a donde la llevaron!- exclamó Adrian, que ya había perdido la paciencia hace mucho tiempo.-Señor, le pido que por favor se calme- exclamó la mujer.“Si alguien más me pide que me calme voy a gritar” Pensó a sus adentros.Apretó con fuerza las muelas y se aferró a su pantalón casi rompiéndolo, tratando de contener sus ganas de romper todo el establecimiento con todos esos inoperantes dentro.-Disculpe señorita, pero estamos desesperados- comenzó a decir la azabache, hablando por Adrian- Si no nos puede decir donde está la niña, por lo menos díganos qué podemos hacer para recuperarla.- suplicó.La mujer miró con lástima a la pareja. Ante sus ojos parecían unos padres normales, que realmente amaban a la n
-Señor Johnson- Exclamó su asustadiza secretaria.-¿Qué quieres?- preguntó con fastidio el CEO.Desde que le había ganado el juicio a su enemigo no se había sentido bien, lo cual era ridículo, porque debería estar regocijándose por su éxito. Pero Emilia, quien brillaba por su ausencia, era quien le estaba impidiendo ser feliz y darle el último golpe bajo a Sinclair.-Está en la línea la representante de la revista magazine- exclamó la mujer.A Daniel le brillaron los ojos de la codicia, y sonrió ampliamente.-Pásala a mi teléfono- exclamó.-Sí señor- respondió la mujer cerrando la puerta.Su interno sonó y antes de levantar el tubo del teléfono se aclaró la garganta.-Vaya vaya, pero si es mi persona favorita- exclamó contra el micrófono con voz seductora.-Daniel Johnson, mi hombre de negocios favorito- exclamó la mujer del otro lado, haciendo reír al CEO.-¿A qué se debe esta agradable llamada querida?- preguntó relamiéndose los labios, sabiendo que esa mujer le traía mucho dinero c
Adrian irrumpió en el edificio que alguna vez había sido de su familia sin siquiera presentarse en recepción, sería en vano, Johnson diría que no se encuentra en el edificio, prefería atraparlo desprevenido, como aquella vez que le había dado ese lindo golpazo.Sus antiguos empleados lo miraron espantados como si fuera un muerto que había resucitado a cobrar venganza.-¡Señor Sinclair!- exclamó la recepcionista saliendo de su escritorio y corriendo detrás de Adrian- ¡Señor, por favor! ¡No puede pasar sin una cita previa!- sollozó la mujer, quien odiaba decirle eso a su amado ex CEO, pero eran las reglas del nuevo CEO.“Adrian Sinclair tiene prohibida la entrada”-Lo siento cariño, pero es la única forma de que ese hombre me reciba- sentenció entrando al ascensor.Todos se asomaron por las puertas aún abiertas del ascensor, mirando con sus bocas abiertas y ojos grandes a Adrian Sinclair, podían ver en sus ojos verdes al mismísimo Diablo, y nadie lo admitiría en voz alta, pero todos des
-Déjame ayudarte- exclamó la azabache a su amado, mientras lo ayudaba a recostarse en la cama.Habían pasado tres días desde la golpiza que le habían dado los matones de Daniel, y la clínica le había dado finalmente el alta, ya estaba fuera de peligro, aunque aún las heridas eran visibles.Para Adrian esos tres días internado fueron un martirio, y no por el dolor de los golpes en todo su cuerpo, sino porque no podía hacer nada por recuperar a Emma, desperdiciando cada segundo que podría haber estado haciendo algo por la pequeña.El ex CEO se recostó en unas mullidas almohadas y se dejó abrigar por Emilia, quien no se había alejado de su lado ni un segundo, siendo su ángel guardián personal, curando sus heridas, cocinando para él y velando su sueño.Adrian estaba maravillado por esa mujer, que lo cuidaba como su madre nunca lo había hecho, pero a la vez se sentía culpable, se sentía un estorbo.Él debería ser quien cuidara de Emilia.Su amada se acercó a su rostro, quitando las vendas