-Odio ir al trabajo- bufó Adrian con un tono infantil, como si estuviera por patalear, mientras se ponía su saco y tomaba las llaves de su coche.Adrian no quería irse, no quería estar lejos de ellos, cuando estaba solo en su oficina se sentía miserable y no dejaba de ver la hora, esperando poder terminar con todas sus obligaciones y volver a su casa. Sabiendo que apenas abriera la puerta Emma correría a sus brazos, luego de un largo día separados.La azabache se acercó al joven CEO y le acomodó la corbata, como siempre había hecho con su esposo.-¿Y qué tal si…?- comenzó a decir y luego se dio cuenta que era una tontería- Nada… ve- sonrió de lado.-No espera, dime- exclamó seriamente Adrian.-Si quieres podríamos acompañarte, podría aprovechar y estar un rato afuera con los niños. Solo si tu quieres…Adrian asintió con la cabeza efusivamente, haciendo reír a la azabache.-¿Es un sí?- exclamó divertida.-Es más que un sí- exclamó emocionado- Vamos entonces.-¡Emma Noah! ¡Vamos con Adr
-Señor, disculpe mi insistencia en el tema, pero estamos preocupados por el juicio, se acerca el día y no estamos teniendo las cosas de nuestro lado- exclamó el abogado de la empresa.Adrian parecía muy lejos de allí, con la mirada lejana. No había estado escuchando los últimos minutos del discurso interminable del hombre, no podía dejar de desviar su mirada avellana hacia el reloj de pared.Ya habían pasado dos horas desde que había dejado a Emilia con los niños dando vueltas por el edificio, y estaba seguro de que ya se habían aburrido más que él en ese momento.“Quizás debería proponer que una vez al mes se haga el día de traer a la familia al trabajo, si eso haré” Pensó distraído. “No… un día es muy poco…”-¿Señor?- exclamó incómodo y nervioso el hombre.-Eh si… lo siento- se disculpó parpadeando varias veces, volviendo de su ensueño- No se preocupe, tengo todo bajo control- exclamó reclinándose en el asiento.-¿Puedo preguntar cuál es su plan exactamente- Solicitó nervioso, sint
La semana pasó y poco a poco el sueño de Emilia de tener una guardería en la empresa de Adrian se fue volviendo realidad ante sus ojos.Adrian casi no intervino en aquello, dejando que la azabache tuviera voluntad propia, que ella tomara las decisiones junto con la ayuda de su secretaria.Porque le encantaba verla así, diligente, entusiasta y visionaria.Era una Emilia feliz, que había perdido ese dejo de tristeza que siempre estaba en su mirada azul como un velo gris delante de sus ojos. Ahora su mirada celeste como el cielo igual que ese día estaba llena de brillo, mientras les indicaba a los contratistas cómo debían colocar los estantes donde irían los libros.Adrian también había estado ocupado durante la semana, ya que Emilia estaba casi al cien por ciento en lo suyo. El joven CEO sintió que él debía de estar ocupado en algo y dejar de tirar para después su deber con el juicio.La procrastinación se estaba volviendo grave en el joven CEO, que a la larga admitió que no estaba haci
-Un testigo Emi, quien nos va a ayudar en el juicio- Exclamó tomando sus manos con alegría.Emilia abrió grandes los ojos y Adrian se preocupó, temiendo que la azabache no estuviera sintiendo lo mismo que él.-Yo…- comenzó a decir soltando sus manos y frotando su nuca incómodo- A veces olvido que es el padre de Noah- dijo desviando la mirada- Quizás te incomode todo esto. Lo siento. Emilia frunció el ceño con molestia.-Para nada Adrian- La azabache lo tomó de los hombros con fuerza y lo acercó a sus ojos con una mirada intensa que hizo que el joven CEO tragara saliva- Escúchame bien… vas a ir a ese juicio y vas a destronarlo ¿Me oíste? Alguien debe darle una lección a ese hombre narcisista, y ese eres tú, debes darle donde más le duele… en su orgullo.-Siento que quiero besarte…- Fue lo único pudo decir, enamorado de esa mujer.-Entonces deja de hablar y hazlo. – sentenció Emilia.Adrian no necesitó que se lo repitiera dos veces. La tomó con sus firmes manos de la cintura estrecha
-Hoy te ves más feliz que de costumbre- exclamó Daniel, al ver a la pelirroja con una amplia sonrisa mientras miraba la pantalla del celular.-Es que hay novedades sobre Adrian- exclamó guardando su celular. – Parece que la suerte está de nuestro lado después de todo.-¿Es enserio?- exclamó dándole toda su atención.-Espera y verás… en cualquier momento va a llegar mi detective favorito- exclamó orgullosa, justo cuando sonó el timbre- Oh… Justo a tiempo.- aplaudió emocionada.La pelirroja se levantó del sillón y caminó con la barbilla en alto y contoneando las caderas hacia la puerta, dándole acceso al hombre, a la casa.-Espero que tu detective haya sido lo suficientemente precavido como para no levantar sospechas- dijo Daniel cruzándose de brazos.-Quédate tranquilo, por lo que pagué, estoy segura de que sí. Es un profesional.-Parece que sabes mucho de estas cosas- exclamó sonriendo de lado.-Cariño… tú no conoces nada de mí- dijo con aires de grandeza.-Sí que eres interesante, si
Emilia esperó ansiosa a que volvieran a la casa, porque así le había pedido Adrian, que recién hablaran cuando estuvieran seguros en las cuatro paredes de la casa.Adrian tenía que ser precavido y lo sabía, no podía gritar por los aires que tenía un testigo, tenía miedo de que Daniel se enterase y lo usara en su contra.-¿Y bien? ¿hay buenas noticias?- le preguntó ansiosa la azabache, sirviéndole una taza de café y tomando la suya entre sus manos.-Gracias…- exclamó el joven CEO, dejando la taza en la mesa para levantar los brazos en alto y sacudirlas- ¡Vamos a ganar! Estoy más que seguro, ese hombre va a testificar ya me lo confirmó- exclamó emocionado.Emilia aplaudió feliz.-Que buena noticia, lo sabía. Estoy orgullosa de ti, sabía que lo lograrías- dijo achinando sus hermosos ojos.Adrian se puso serio y notablemente nervioso de repente.El joven CEO sintió que su corazón latía con fuerza, le sudaban las manos y la de la frente cayeron gotas.Emilia lo notó y lo miró extrañada, no
Adrian llevó escaleras arriba a su amada cargándola en sus brazos, no dejó de mirarla por un segundo a los ojos, temiendo perder esa magia, el miedo a perder la intensidad de esa mirada oscura y llena de lujuria que no podía esperar, al igual que él, a llegar a la habitación matrimonial del joven, que desde hacía días que aguardaba impaciente que la otra parte del colchón sea calentada con el hermoso cuerpo de Emilia.-Nos vamos a caer- murmuró la azabache, en un susurró cargado de pasión, mientras el joven CEO subía poco a poco cada escalón, con cuidado de no pisar mal.-No te preocupes, yo te protejo si eso llega a pasar- exclamó seriamente, haciendo sonreír a la joven, quien no pudo evitar besarlo con fuerza mientras sus manos se enroscaban alrededor del cuello del hombre- Guarda un poco para el cuarto- exclamó el joven, cuando pudieron respirar nuevamente.Emilia rió divertida y enrolló un rizo del castaño alrededor de su índice y luego tironeó de él, jugueteando con los sensorial
-Ahora sí puedes acomodarme la corbata- exclamó Daniel, mientras se miraba el outfit en el espejo de su cuarto.Llevaba puesto un traje negro de solapas ceñido a su cuerpo, un pantalón del mismo color con pinzas y unos zapatos de cuero negro en punta. Su corbata era color rojo sangre, como si fuera una premonición de lo que estaba por hacer en apenas una hora.Valentina puso los ojos en blanco y se acercó a Daniel, acomodando su corbata de mala gana. -Solo lo hago porque estas por ganar este juicio y me beneficia a mí también- comenzó a decir mientras revisaba que la corbata estuviera bien- ¿Debería desearte suerte? ¿Y también darte el besito de esposa obediente? - lo molestó.Daniel rió con fuerza.-No necesito ninguna suerte, ya sé que voy a ganar. Además, no creo en esas cosas, es para gente mediocre y supersticiosa.- exclamó seguro de sí mismo.-Lo que sea- exclamó la pelirroja, ese hombre era insoportable y poco a poco se había dado cuenta de ellos. Apenas habían pasado unas se