-No… no me voy a ir contigo. Me voy a quedar aquí. Ahora este es mi hogar.Los ojos oscuros de Daniel se volvieron rojos, como los de un animal endemoniado.-Emilia… piensa bien lo que estás diciendo-La amenazó entre dientes.Pero Emilia no se dejó intimidar, y levantó su barbilla con valor.-Estoy completamente cuerda y he tomado una decisión, no importa lo que digas o hagas- sentenció bajando a su niño al suelo y agachándose a su altura- Cariño, ¿Por qué no vas arriba con Emma? Los adultos deben hablar.- dijo suavemente.Noah asintió con la cabeza efusivamente, deseando irse cuanto antes de allí, no quería escuchar más a su padre, ese hombre le daba miedo y hacía llorar a su mamá.-Noah…- exclamó Daniel- hijo, ven con tu padre- ordenó el hombre, tratando de entrar a la casa, pero Adrian había trabado la puerta con su cuerpo, dispuesto a recibir golpes si era necesario.El niño ni se giró hacia su padre biológico, ignorándolo completamente y corriendo escaleras arriba, obedeciendo a
-Preciosa ¿Te llevo?. – La voz grave y aterciopelada de Daniel retumbó en el silencio de la calle.Valentina alejó su mano de la manija del taxi y se giró hacia el auto de alta gama color negro brillante.Sus ojos celestes se afilaron como felinos, al ver al esposo de Emilia apoyado en el capot de su coche, con los brazos cruzados y una sonrisa brillante que se iluminaba en la noche.Parecía el mismísimo Diablo, quien había aparecido de la nada para cerrar un trato con la mujer.-Johnson- exclamó seductoramente, contoneándose hacia él como todo un demonio sexual y seductor al igual que él.-¡Ey! ¡Señorita! ¿No va a subir?- gritó el Taxista, al ver que su pasajera no había entrado al coche- ¡No tengo toda la noche- gruñó asomándose por la ventanilla.Valentina lo ignoró y continuó su pasarela hacia Daniel.Si iba a irse perdiendo esta batalla, por lo menos tenía que irse con la frente en alto, en un coche lujoso y no en un sucio coche.-Ella se va conmigo, vete ya- sentenció el CEO con
-Vaya… realmente pensé que iba a entrar a la casa del conde Drácula- Bromeó la joven- Pero debo decir que tienes buen gusto- exclamó la pelirroja, admirando la decoración de la casa de Daniel.El hombre se rió, mientras tomaba dos vasos de cristal de la vitrina y sacaba su mejor whisky.-Si tú lo dices…- exclamó con desinterés- Emilia se encargaba de esas cosas- dijo sirviendo un poco de líquido dorado en casa vaso.La pelirroja dejó de admirar el lugar y se mostró molesta de haber apreciado algo que había hecho esa mujer.Daniel se rió divertido al notar esto y le pasó un vaso a la mujer, quien tomó la bebida con fastidio.-¿Qué es lo que te molesta tanto?- le preguntó tomando un sorbo del líquido.Valentina tomó también, tratando de que el alcohol la adormeciera y le quitara las ganas de matar a alguien.Luego se rió con sarcasmo, mientras observaba el contenido del vaso.-Yo debería preguntarte a ti porque no estás molesto- exclamó levantando su mirada oscura hacia el hombre.Danie
Valentina gruñó entre sueños contra el pecho fornido de Daniel luego de una noche desenfrenada de sexo para ambos desquitarse de sus parejas que los habían dejado por alguien más.Había sido una noche salvaje, de gruñidos, rasguñadas y tiradas de pelo, hasta que se cansaron, quedando desmayados en la cama.-Mmmm- murmuró despertándose poco a poco, sintiendo el cuerpo adolorido, pero no le disgustó, al contrario, sabiendo porque le dolía todo. No pudo evitar sonreír aún con los ojos cerrados, recordando como ese hombre la había poseído durante horas. La alarma del hombre sonó justo después, despertándolo.Escuchó a Daniel gruñir, luego se giró sobre la cama y se levantó, sentándose al borde de la cama y estirando su espalda desnuda y marcada, frente a los ojos de la pelirroja.Valentina lo admiró desde la cama, apenas cubriendo su desnudez con una sábana blanca.La mano fina de uñas largas y rojas de la joven se deslizaron por la espalda ancha y fornida del hombre, tocando con la pun
-Odio ir al trabajo- bufó Adrian con un tono infantil, como si estuviera por patalear, mientras se ponía su saco y tomaba las llaves de su coche.Adrian no quería irse, no quería estar lejos de ellos, cuando estaba solo en su oficina se sentía miserable y no dejaba de ver la hora, esperando poder terminar con todas sus obligaciones y volver a su casa. Sabiendo que apenas abriera la puerta Emma correría a sus brazos, luego de un largo día separados.La azabache se acercó al joven CEO y le acomodó la corbata, como siempre había hecho con su esposo.-¿Y qué tal si…?- comenzó a decir y luego se dio cuenta que era una tontería- Nada… ve- sonrió de lado.-No espera, dime- exclamó seriamente Adrian.-Si quieres podríamos acompañarte, podría aprovechar y estar un rato afuera con los niños. Solo si tu quieres…Adrian asintió con la cabeza efusivamente, haciendo reír a la azabache.-¿Es un sí?- exclamó divertida.-Es más que un sí- exclamó emocionado- Vamos entonces.-¡Emma Noah! ¡Vamos con Adr
-Señor, disculpe mi insistencia en el tema, pero estamos preocupados por el juicio, se acerca el día y no estamos teniendo las cosas de nuestro lado- exclamó el abogado de la empresa.Adrian parecía muy lejos de allí, con la mirada lejana. No había estado escuchando los últimos minutos del discurso interminable del hombre, no podía dejar de desviar su mirada avellana hacia el reloj de pared.Ya habían pasado dos horas desde que había dejado a Emilia con los niños dando vueltas por el edificio, y estaba seguro de que ya se habían aburrido más que él en ese momento.“Quizás debería proponer que una vez al mes se haga el día de traer a la familia al trabajo, si eso haré” Pensó distraído. “No… un día es muy poco…”-¿Señor?- exclamó incómodo y nervioso el hombre.-Eh si… lo siento- se disculpó parpadeando varias veces, volviendo de su ensueño- No se preocupe, tengo todo bajo control- exclamó reclinándose en el asiento.-¿Puedo preguntar cuál es su plan exactamente- Solicitó nervioso, sint
La semana pasó y poco a poco el sueño de Emilia de tener una guardería en la empresa de Adrian se fue volviendo realidad ante sus ojos.Adrian casi no intervino en aquello, dejando que la azabache tuviera voluntad propia, que ella tomara las decisiones junto con la ayuda de su secretaria.Porque le encantaba verla así, diligente, entusiasta y visionaria.Era una Emilia feliz, que había perdido ese dejo de tristeza que siempre estaba en su mirada azul como un velo gris delante de sus ojos. Ahora su mirada celeste como el cielo igual que ese día estaba llena de brillo, mientras les indicaba a los contratistas cómo debían colocar los estantes donde irían los libros.Adrian también había estado ocupado durante la semana, ya que Emilia estaba casi al cien por ciento en lo suyo. El joven CEO sintió que él debía de estar ocupado en algo y dejar de tirar para después su deber con el juicio.La procrastinación se estaba volviendo grave en el joven CEO, que a la larga admitió que no estaba haci
-Un testigo Emi, quien nos va a ayudar en el juicio- Exclamó tomando sus manos con alegría.Emilia abrió grandes los ojos y Adrian se preocupó, temiendo que la azabache no estuviera sintiendo lo mismo que él.-Yo…- comenzó a decir soltando sus manos y frotando su nuca incómodo- A veces olvido que es el padre de Noah- dijo desviando la mirada- Quizás te incomode todo esto. Lo siento. Emilia frunció el ceño con molestia.-Para nada Adrian- La azabache lo tomó de los hombros con fuerza y lo acercó a sus ojos con una mirada intensa que hizo que el joven CEO tragara saliva- Escúchame bien… vas a ir a ese juicio y vas a destronarlo ¿Me oíste? Alguien debe darle una lección a ese hombre narcisista, y ese eres tú, debes darle donde más le duele… en su orgullo.-Siento que quiero besarte…- Fue lo único pudo decir, enamorado de esa mujer.-Entonces deja de hablar y hazlo. – sentenció Emilia.Adrian no necesitó que se lo repitiera dos veces. La tomó con sus firmes manos de la cintura estrecha