Una visita preocupante

Una vez que esta muestra de afecto entre la pareja finalizó, Lexter le susurró a Alondra:

—Mi amor, todo saldrá bien, confía en mí, tendremos que luchar mucho para estar juntos de forma libre, pero lo conseguiremos y viviremos este gran amor que nos une. Ya lo verás.

—Yo lo sé amor, yo confío en que si podremos estar juntos… sin restricción alguna… yo… —le respondió Alondra pero no pudo seguir hablando, porque tuvo un desvanecimiento tan fuerte, que el Príncipe heredero tuvo que sostenerla.

—Mi amor, ¿Estás bien? Tú aún estás muy débil y no estás bien y ahora estoy yo, causándote más estrés. Perdóname por favor. —le dijo Lexter preocupado.

—No es tu culpa, yo no sé que me pasó, me duele la cabeza y siento mareos. —le dijo Alondra y subió el rostro, ocasionando que Lexter exclamara muy asustado:

—¡Estás sangrando! ¡De nuevo estás sangrando! ¡No puede ser!

—¿Qué? ¿Estoy sangrando? ¿Dónde? —dijo Alondra tocándose el rostro, hasta que se dió cuenta que sangraba por la nariz.

—Tranquila
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