—Yo también te extrañe, mi corazón. —Responde mamá, abrazándome como solo ella sabe hacerlo.
—Aun no respondes a mi pregunta Melike. —Escuchamos como tío Mich cuestiona a la pobre pelirroja, por lo que decido interceder antes de que comiencen a discutir.
—Se las mando Alexandre en agradecimiento, por haberme convencido de perdonarlo e ir a su casino el otro día. —Respondo de inmediato, sin medir las consecuencias de mis palabras.
—¿Por qué discutiste con tu novio Liza? —Inquiere mamá con el entrecejo fruncido.
—Porque resulta que… —Papá se aclara la garganta frenándome de meter más la pata, lo observo de reojo y por su expresión estoy segura de que no le comento nada a mamá sobre mi intento secuestro, de lo contrario hubiese regresado ese mismo día. Además, si se da cuenta
Alex les hace unas señas a sus hombres y estos salen en cuestión de segundos, una vez que no hay nadie, me toma entre sus brazos y con su nariz acaricia mi cuello, dejando pequeños besos que me hacen estremecer desde la cabeza hasta la punta de los pies.—Me gustaría mucho cariño, pero primero deseo que disfrutes de nuestra cita. —Me da un casto beso en los labios y como si le doliese en el alma se aleja de mí.—¡Bombón! —Musito con un puchero, reacia a alejarme de él y más ahora que sé lo que se siente estar entre sus brazos.—¡Vamos cariño! Te prometo que te lo recompensaré. —Toma mi mano y sin más opción salimos.Caminamos detrás de la bodega y llegamos a una zona aún más amplia, donde veo varias personas recolectando uvas, me acerco a ellos y comienzo a observar los racimos, seguimos nue
Besa mi cuello con verdadera adoración y sus manos se deslizan por todo mi cuerpo por algunos segundos, cuando siento que éstas se alejan estoy tentada en pedirle que no lo haga, sin embargo, al cabo de unos segundos siento como nuevamente se frotan contra mi vientre y mis senos.—Primero nos daremos una pequeña ducha cariño. —Murmura enjabonando mi cuerpo y ante cada caricia suya dejo escapar unos cuantos gemidos, comienzo a restregar mi trasero contra su pelvis y cuando siento que su miembro se pone un poco duro, lo tomo con mi mano y lo acaricio, logrando arrancarle unos cuantos gruñidos al bombón—. Estas jugando sucio Liza. —Me acusa sin dejar de enjabonar mi cuerpo.—Aunque te quejes, sé que t-también lo estas disfrutando. —Balbuceo con la voz entrecortada cuando su mano se desliza hasta llegar a mi intimidad, donde sus dedos comienzan a dejar un tortuoso camino de caricias
AlexandreDías después Nos encontramos en el panteón de La Spezia en Liguria, dándole el último adiós a nuestro abuelo Giuseppe Lombardi, donde he mandado cerrar todo el lugar para proteger a mi familia de un posible atentado, a mi lado, mi madre se encuentra llorando desconsoladamente entre los brazos de mi padre quien trata de reconfortarla, sin embargo, sé que para ella es realmente difícil aceptar esto, ella consideraba al abuelo como un segundo padre, mis hermanas por su parte lloran abrazadas y es tanto su llanto que sus cuerpos se sacuden debido a éste.Cuando bajan el ataúd del abuelo el llanto de las tres mujeres alcanza tal punto que es imposible escuchar lo que dice el padre, nos quedamos hasta que colocan la lápida dando así por hecho que la muerte del abuelo es algo verdadero.Durante el trayecto a casa alcanzo a escuchar los sollozos de mamá, por lo que únicamente la tomo de la mano y la aprieto para darle ánimos, cuando llegamos y estamos por acomodarnos en la sala esc
Alexandre —No entiendo a qué te refieres bombón. —Comenta Liza con una pequeña mueca, frente a nosotros escucho como Brianna suelta una risita, pero la ignoro.—Sí bombón, explícanos. —Interviene Brianna con una sonrisa maliciosa.—¡Brianna! —La reprendo, porque estoy seguro de que ahora que sabe cómo me llama Liza, será imposible que me deje de decir así.—Que aburrido eres. —Veo como el abuelo le lanza una mirada cómplice y niego con mi cabeza.—Muñequita, deja que tu hermano nos explique. —Interviene mi padre, Brianna le hace un pequeño puchero y guarda silencio, mientras sigue abrazada al abuelo.—El padre de Liza debe de tener su propio hangar, sé que, si hablamos con él y le explicamos la situación, él nos podría ayudar. Además, podemos sacar al abuelo por medio de los túneles de la casa, es lo que se me ocurre por el momento.—¿Y el padre de tu novia aceptará? —Inquiere mi padre no muy convencido.—Es posible, aunque no estoy muy seguro.—No te preocupes bombón, yo hablaré con
Fabrizio —Si estás aquí es porque debes informarme algo, ¿de qué se trata? —inquiero sin levantar la vista de mi trabajo.—Nuestros hombres nos informaron que Carluccio acaba de llegar a la mansión Belucci con sus padres, ellos creen que han ido para hacer formal su relación.—¡Con un demonio! —Exploto furioso golpeando mi escritorio—. Esto no puede estar pasando.Me levanto de mi asiento y comienzo a pasear por mi despacho, pensando en la mejor forma de evitar a toda costa que ese compromiso se lleve a cabo.—Quiero que mandes explotar el cargamento que espera en el puerto —le ordeno deteniendo mis pasos.—¿C-cómo?—¿A caso eres imbécil? ¿Necesitas que repita mis órdenes dos veces?—Lo lamento jefe, es solo que eso supondrá una gran pérdida tanto para usted como para Belucci.—Esa pérdida no es nada comparado con lo que puedo ganar al mantener alejada a Yelizaveta de Carluccio.—¿Les pido a nuestros hombres que abandonen el barco?—No, a veces es bueno hacer ciertos sacrificios con
Yelizaveta En cuanto subimos a la camioneta del bombón para dirigirnos a su mansión, escucho como sus padres comienzan a discutir en voz baja con la intención de pasar desapercibidos.—Se puede saber, ¿por qué no interviniste Massimo? —inquiere la señora Lilibeth y por la forma en la que habla, me doy cuenta de que está un poco molesta con su marido.—Fierecilla, tú lo estabas haciendo de maravilla, no me necesitaste en ningún momento. Además, me encanta verte en ese modo de mamá gallina —responde el señor Massimo, dándole un pequeño beso en los labios, de inmediato giro mi rostro para que no piensen que estoy de entrometida, pero aun así continúo escuchando su plática.—No me gusta la forma en que se dirige a Alex —expresa bajando un poco más su voz.—Lo sé fierecilla, pero Alex lo acepto en todo momento y no le dijo nada, ¿qué podemos hacer nosotros? Nada.—No es tu culpa cariño —murmura el bombón enredando su brazo en mi cintura, al parecer no soy la única que los escucho discutir
Alexandre —Desde hace varios días actúas un poco extraño, ¿qué te preocupa Alexandre? —inquiere Flavio en cuanto se percata de mi semblante.Giro mi silla, lanzo un hondo suspiro y observo toda Liguria en un intento por mi mente de tantos problemas, después de una pequeña pausa decido hablar.—Hace días alguien exploto un barco del padre de Liza, al parecer tenían un cargamento muy valioso que estaba por salir a Rusia, esto supuso una gran pérdida tanto para mi suegro como para su socio.—¿Y eso en que te afecta? —inquiere Bellini—: ¿no me digas que el muy desgraciado se atrevió a culparte? —brama furioso.Sin poder evitarlo comienzo a reír, cuando giro mi silla nuevamente para quedar de frente a ellos niego con la cabeza.—¿Por qué no me sorprende que pienses eso de mi suegro?—Será porque el muy imbécil es capaz de eso y más —se defiende Bellini fulminándome con la mirada.—Solo porque no está Liza te daré la razón, pero frente a ella nunca lo haré, así que ya sabes Bellini guarda
Alexandre —Jefe, aquí afuera se encuentra el señor Belucci quien insiste en hablar con usted —me informa uno de mis hombres, dejo los documentos que estoy leyendo un tanto confundido por la visita del padre de Liza.—Déjalo pasar, por favor. —Mi hombre se hace a un lado y veo pasar al señor Belucci bastante molesto, mira de un lado al otro como si estuviese buscando a alguien hasta que finalmente centra su mirada en mí.—¿Dónde está Yelizaveta? —inquiere molesto.—Lo siento suegro, pero Liza y yo no quedamos en vernos, no la he visto desde hace días.—E-eso no puede ser posible, ella me comentó que vendría a verte y salió al medio día de casa y es hora en que no ha regresado. —Observo la hora en mi computador y me doy cuenta de que pasa de la medianoche, por lo que tiene más de doce horas desaparecida, me levanto de golpe de mi asiento y tomo mi celular e intento comunicarme con ella—. No contesta, lo hemos intentado desde hace horas —expresa con un ligero temblor en su voz.—¿Por qu