C193: No puede estar muerto.

Cuando la tapa de madera se abrió con un crujido macabro, Kisa sintió que el tiempo se detuvo. Sus ojos se abrieron desmesuradamente al posarse en el cuerpo que yacía dentro y, por un instante, su mente se negó a procesar lo que vió.

Royal estaba allí, atrapado en una parodia aterradora de la muerte. Su piel tenía un matiz cerúleo, una pálida frialdad que contrastaba con la oscuridad de la madera del ataúd. Su cuerpo permanecía rígido, como si el frío de la tumba lo hubiese convertido en mármol. Pero lo peor, lo que hizo que Kisa sintiera un puñal de angustia atravesarle el pecho, eran sus ojos abiertos.

No había descanso en su expresión. No había paz en su semblante. Su mirada estaba congelada en un vacío absoluto, un horror mudo grabado en cada rasgo de su rostro. Sus labios entreabiertos parecían querer soltar un grito que nunca llegó a escapar.

Pero sus manos…

Kisa sintió un vértigo abrumador al notar las huellas de su desesperación. Sus uñas estaban rotas, ensangrentadas, dejando
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