Royal había salido al mediodía, pero nadie lo había vuelto a ver desde entonces. Por ende, la desesperación comenzó a subir por el pecho de Kisa como una ola furiosa.Pero, ¿y si había regresado en algún momento sin que lo notaran?Kisa llamó a la empresa, solicitando hablar con el jefe de seguridad.—Necesito que revises las cámaras de seguridad de la entrada principal —ordenó—. Por favor, mira a qué hora exactamente salió de la empresa y notifícame a qué hora regresó.El hombre accedió y, tras unos minutos de espera insoportable, volvió a responderle.—Señora, acabo de revisar las cámaras. El señor Fankhauser salió del edificio alrededor de las 12:30 p.m. en su auto. Desde entonces, no ha vuelto.No había regresado.Nadie lo había visto.El mundo pareció volverse más pequeño a su alrededor.Kisa tragó saliva con dificultad, sintiéndose abrumada por el peso de la incertidumbre.Royal no estaba en la empresa. No estaba en casa. No contestaba. Pero el último mensaje le llegó alrededor
Pero entonces, cuando Kisa realizó la última llamada, algo cambió.La mujer percibió un sudor frío empapar su cuerpo cuando la voz monótona del empleado de la morgue respondió al otro lado de la línea.—Morgue central, ¿en qué puedo ayudarle?—Buenas noches… estoy buscando a mi esposo. Su nombre es Royal Frankhauser...Después de que mencionara varias de sus características, hubo un silencio. Luego, se oyó el sonido de un teclado al otro lado de la línea.—¿Royal Frankhauser? —repitió el empleado, con un tono extraño.De repente, Kisa sintió que su pecho se contrajo.—Sí…Se escuchó un clic, como si alguien estuviera revisando registros.—Sí, tenemos registros de que estuvo aquí.El mundo de Kisa se detuvo.Tragó saliva, sintiendo cómo sus dedos temblaban alrededor del celular. Se suponía que esto era solo para descartar posibilidades, para tranquilizarse. No esperaba realmente que dijeran que Royal había estado allí.Su respiración se cortó y por un instante sintió que la habitación
—No lo sé, Marshall —replicó Kisa—. No sé si podré esperar, estoy muriéndome de la angustia, quiero ir ya a la morgue...—No me demoraré demasiado, te lo prometo. Pero tengo que estar ahí para ver esos documentos. Necesitas a un abogado contigo —expuso.—S-Sí, tienes razón... Sin embargo, no me quedaré de brazos cruzados. Llamaré a la policía —colgó sin esperar respuesta.Luego, marcó rápidamente a la policía.—¿Buenas noches, en qué podemos ayudarle?—¡Mi esposo ha desaparecido y creo que lo han asesinado! —reveló, descartando cualquier introducción.—Señora, cálmese —respondió el oficial al otro lado—. ¿Puede explicarnos qué está ocurriendo?—Su nombre es Royal Fankhauser —dijo apresuradamente—. Ya había llamado a la policía anteriormente, les conté que mi esposo desapareció al mediodía, pero acabo de llamar a la morgue y me dijeron que su cuerpo ya ha sido enviado para ser enterrado. ¡Pero yo no autoricé nada! ¡Alguien más firmó todos sus documentos para llevarse su cuerpo!—Ah, ot
Cuando llegó el supervisor de la morgue, éste se aproximó a Kisa.—Buenas noches, señora. ¿Puedo escuchar cuál es su molestia?Antes de que Kisa pudiera pronunciar palabra, Marshall entró en la conversación.—Disculpe, quiero ver el informe de la autopsia de Royal Fankhauser, por favor —exigió sin rodeos.El hombre tragó saliva y revisó entre los archivos antes de sacar una carpeta manila. Al abrirla, el nombre de Royal estaba escrito en la parte superior.El abogado tomó el informe y lo recorrió con la mirada. En segundos, su expresión cambió de concentración a puro desconcierto. El contenido lo había impactado de cierta forma.—Esto no tiene sentido —murmuró.—¿Qué pasa? —preguntó Kisa, mostrándose alerta.—Aquí dice que la causa de muerte fue un ataque cardíaco, pero no hay muchos detalles. Es un diagnóstico vago. Cualquier autopsia formal debería especificar mucho más que esto.—¿En serio? —agregó Kisa, a lo que Marshall asintió.—Deben tener fotografías, ¿verdad? —insistió él, mi
El mundo era un pozo oscuro y espeso, un abismo sin forma donde el tiempo se diluía en la nada. La conciencia de Royal flotaba entre tinieblas, atrapada en un letargo profundo, en una bruma de recuerdos dispersos y pensamientos sin coherencia. Al principio, su mente no tenía forma, su cuerpo no existía, solo era un cúmulo de sensaciones apagadas, una existencia suspendida en algún punto entre la vida y la muerte. Pero algo comenzó a cambiar. Un leve cosquilleo recorrió sus extremidades y un peso extraño presionaba su pecho, como si la realidad estuviera llamándolo de vuelta desde el vacío.Un latido fuerte pero torpe resonó en su tórax. Luego otro. Y otro. Poco a poco, el letargo empezó a ceder. La sensación de tener un cuerpo volvió de golpe, como una descarga de electricidad que despertó cada músculo dormido y cada articulación entumecida. La pesadez en su pecho se hizo más notoria, la cual se tornó en una opresión sofocante que le dificultaba respirar. Intentó moverse, pero sus ext
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Katherine, como si la presencia de Kisa fuera completamente inesperada y hasta molesta.Kisa, sin perder un segundo, le sostuvo la mirada con dureza. —¿Dónde está?Katherine frunció el ceño, ladeando apenas la cabeza en un gesto de aparente confusión.—No sé de qué me hablas —respondió con indiferencia, encogiéndose de hombros.Kisa apretó los dientes, sintiendo cómo la sangre le hervía en las venas.—No te hagas la ingenua —espetó, dando un paso al frente—. Sabes perfectamente de lo que estoy hablando. ¿Dónde está Royal?Una sonrisa burlona se dibujó en los labios de Katherine.—No lo sé —contestó, y luego, con un aire de falsa inocencia, añadió—. Tú eres su esposa, ¿no? Entonces deberías ser tú quien sepa dónde está.El comentario estaba claramente diseñado para irritarla, y Kisa lo sabía, pero se obligó a no reaccionar de inmediato.—Es irónico, ¿no crees? —continuó Katherine, con un deje de burla en su voz—. Que vengas aquí, a la casa de su ex
Katherine cruzó los brazos y miró a Kisa con una sonrisa de burla, disfrutando de su desesperación.—Búscalo por ti misma —articuló con desdén—. Tú eres su esposa, ¿no? No me preguntes algo que tú deberías saber mejor que nadie.Kisa apretó los dientes con frustración y dio un paso adelante, mirándola con intensidad.—Deja de jugar, Katherine —recriminó—. Deja de hacer tantos enredos y dime de una vez dónde tienes a Royal.Antes de que Katherine pudiera responder, una vocecita infantil entró en la conversación.—Papá no está aquí —expuso Coral con inocencia.El corazón de Kisa dio un vuelco. Si Coral decía la verdad, al menos sabía que Royal no estaba en esa casa.—¿En serio? —murmuró Kisa, mirándola con atención.Katherine, por su parte, giró la cabeza hacia Coral. No la miró con enojo ni con reproche, pero sí con una expresión de desaprobación, como si la niña hubiese dicho algo que no debía. Por un momento, se quedó en silencio, como si meditara su siguiente movimiento, y luego vol
El sonido de la voz de la señora pareció calmar, aunque fuera por un instante, el forcejeo entre Kisa y Katherine. Fue en ese momento cuando Katherine, con una expresión irritada, finalmente soltó a Coral. Respiraba con fuerza, conteniendo su enojo, pero no quiso perder la compostura frente a su madre.—Mamá, no pasa nada —replicó Katherine con una voz aparentemente tranquila, aunque sus ojos aún ardían de rabia—. Por favor, no te metas en esto.Sin embargo, Kisa no tenía intención de quedarse callada. Su paciencia se había agotado por completo.—¿Por qué no le cuentas a tu madre todo lo que has estado haciendo? —soltó Kisa con dureza, mirándola con absoluto desprecio—. ¿O es que ella ya lo sabe? ¿Acaso es tu cómplice?El comentario de Kisa hizo que la madre de Katherine frunciera el ceño con desconcierto.—¿Cómplice? ¿Cómplice de qué? ¿De qué estás hablando? —preguntó la mujer con seriedad, mirando primero a su hija y luego a Kisa.Marshall, quien hasta ahora había permanecido en un