Katherine volvió con el vaso de agua entre las manos, caminando con la calma de alguien que tiene todo bajo control. Royal lo tomó sin dudar, sin imaginarse que en ese instante, sin saberlo, estaba sellando su destino. Bebió el contenido de un solo trago, sintiendo cómo el líquido fresco descendía por su garganta.Mientras él dejaba el vaso vacío sobre la pequeña mesa que se hallaba frente a él, Katherine se sentó a su lado, manteniendo una mirada serena, casi dulce.—La verdad es que me gustaría verla más seguido —manifestó en voz baja, con un deje de nostalgia en sus palabras, a lo que Royal le dirigió una mirada analítica.—¿A Coral?—Sí —asintió Katherine con una leve sonrisa—. Yo la extraño. Me siento plena cuando estoy con ella y ya no quiero alejarme. No quiero irme. No quiero tener que dejarla. Además, odio que siempre esté alguien entre nosotras. Ansío pasar el tiempo a solas con mi hija.Royal suspiró, cruzándose de brazos. Sabía que tarde o temprano esta conversación llegar
El aire en el departamento estaba colmado de un silencio sepulcral, solo interrumpido por el tenue sonido de la respiración irregular de Royal, quien yacía en el sofá, inconsciente. Katherine lo observaba desde arriba, con una combinación de fascinación y ansiedad. Su plan estaba en marcha y no podía permitir que nada saliera mal.Había pasado tiempo planeándolo todo, asegurándose de que cada pieza encajara a la perfección. Desde los paramédicos falsos hasta el acta de defunción, cada detalle había sido meticulosamente calculado. Y ahora, todo dependía de la rapidez con la que ejecutaran cada paso.Katherine respiró hondo y sacó su teléfono, para marcar el número que había memorizado.—Ya pueden venir. Está listo —estableció.Del otro lado, una voz masculina respondió con un tono seco.—Vamos en camino. Cinco minutos.Katherine colgó y se inclinó sobre Royal, acariciándole el rostro con una ternura escalofriante.—No te preocupes, mi amor. Todo estará bien. Pronto estaremos juntos de n
Kisa había contactado a Royal al mediodía para informarle sobre una situación: Katherine se había llevado a Coral con la autorización de Regina, la madre de Royal. En su breve conversación, acordaron que él le avisaría cualquier novedad. Sin embargo, el tiempo pasó y Kisa no recibió ninguna actualización. No hubo llamadas, ni mensajes. Ni siquiera una breve confirmación de que todo marchaba bien.Al cabo de una hora, la incertidumbre comenzó a hacer mella en su tranquilidad. Tomó su teléfono con la intención de llamarlo y preguntarle directamente qué había sucedido, si había logrado hablar con Katherine y si todo estaba en orden. Sin embargo, justo en ese instante, la pantalla de su móvil se iluminó con un mensaje proveniente del número de Royal."Coral está con Katherine. Le he dado mi permiso para que se quede con ella un poco más. Yo mismo te notificaré cualquier cosa."Kisa leyó el mensaje varias veces, sintiendo una inquietud difícil de ignorar. Algo no encajaba. Sabía perfectame
Royal había salido al mediodía, pero nadie lo había vuelto a ver desde entonces. Por ende, la desesperación comenzó a subir por el pecho de Kisa como una ola furiosa.Pero, ¿y si había regresado en algún momento sin que lo notaran?Kisa llamó a la empresa, solicitando hablar con el jefe de seguridad.—Necesito que revises las cámaras de seguridad de la entrada principal —ordenó—. Por favor, mira a qué hora exactamente salió de la empresa y notifícame a qué hora regresó.El hombre accedió y, tras unos minutos de espera insoportable, volvió a responderle.—Señora, acabo de revisar las cámaras. El señor Fankhauser salió del edificio alrededor de las 12:30 p.m. en su auto. Desde entonces, no ha vuelto.No había regresado.Nadie lo había visto.El mundo pareció volverse más pequeño a su alrededor.Kisa tragó saliva con dificultad, sintiéndose abrumada por el peso de la incertidumbre.Royal no estaba en la empresa. No estaba en casa. No contestaba. Pero el último mensaje le llegó alrededor
Pero entonces, cuando Kisa realizó la última llamada, algo cambió.La mujer percibió un sudor frío empapar su cuerpo cuando la voz monótona del empleado de la morgue respondió al otro lado de la línea.—Morgue central, ¿en qué puedo ayudarle?—Buenas noches… estoy buscando a mi esposo. Su nombre es Royal Frankhauser...Después de que mencionara varias de sus características, hubo un silencio. Luego, se oyó el sonido de un teclado al otro lado de la línea.—¿Royal Frankhauser? —repitió el empleado, con un tono extraño.De repente, Kisa sintió que su pecho se contrajo.—Sí…Se escuchó un clic, como si alguien estuviera revisando registros.—Sí, tenemos registros de que estuvo aquí.El mundo de Kisa se detuvo.Tragó saliva, sintiendo cómo sus dedos temblaban alrededor del celular. Se suponía que esto era solo para descartar posibilidades, para tranquilizarse. No esperaba realmente que dijeran que Royal había estado allí.Su respiración se cortó y por un instante sintió que la habitación
—No lo sé, Marshall —replicó Kisa—. No sé si podré esperar, estoy muriéndome de la angustia, quiero ir ya a la morgue...—No me demoraré demasiado, te lo prometo. Pero tengo que estar ahí para ver esos documentos. Necesitas a un abogado contigo —expuso.—S-Sí, tienes razón... Sin embargo, no me quedaré de brazos cruzados. Llamaré a la policía —colgó sin esperar respuesta.Luego, marcó rápidamente a la policía.—¿Buenas noches, en qué podemos ayudarle?—¡Mi esposo ha desaparecido y creo que lo han asesinado! —reveló, descartando cualquier introducción.—Señora, cálmese —respondió el oficial al otro lado—. ¿Puede explicarnos qué está ocurriendo?—Su nombre es Royal Fankhauser —dijo apresuradamente—. Ya había llamado a la policía anteriormente, les conté que mi esposo desapareció al mediodía, pero acabo de llamar a la morgue y me dijeron que su cuerpo ya ha sido enviado para ser enterrado. ¡Pero yo no autoricé nada! ¡Alguien más firmó todos sus documentos para llevarse su cuerpo!—Ah, ot
Cuando llegó el supervisor de la morgue, éste se aproximó a Kisa.—Buenas noches, señora. ¿Puedo escuchar cuál es su molestia?Antes de que Kisa pudiera pronunciar palabra, Marshall entró en la conversación.—Disculpe, quiero ver el informe de la autopsia de Royal Fankhauser, por favor —exigió sin rodeos.El hombre tragó saliva y revisó entre los archivos antes de sacar una carpeta manila. Al abrirla, el nombre de Royal estaba escrito en la parte superior.El abogado tomó el informe y lo recorrió con la mirada. En segundos, su expresión cambió de concentración a puro desconcierto. El contenido lo había impactado de cierta forma.—Esto no tiene sentido —murmuró.—¿Qué pasa? —preguntó Kisa, mostrándose alerta.—Aquí dice que la causa de muerte fue un ataque cardíaco, pero no hay muchos detalles. Es un diagnóstico vago. Cualquier autopsia formal debería especificar mucho más que esto.—¿En serio? —agregó Kisa, a lo que Marshall asintió.—Deben tener fotografías, ¿verdad? —insistió él, mi
El mundo era un pozo oscuro y espeso, un abismo sin forma donde el tiempo se diluía en la nada. La conciencia de Royal flotaba entre tinieblas, atrapada en un letargo profundo, en una bruma de recuerdos dispersos y pensamientos sin coherencia. Al principio, su mente no tenía forma, su cuerpo no existía, solo era un cúmulo de sensaciones apagadas, una existencia suspendida en algún punto entre la vida y la muerte. Pero algo comenzó a cambiar. Un leve cosquilleo recorrió sus extremidades y un peso extraño presionaba su pecho, como si la realidad estuviera llamándolo de vuelta desde el vacío.Un latido fuerte pero torpe resonó en su tórax. Luego otro. Y otro. Poco a poco, el letargo empezó a ceder. La sensación de tener un cuerpo volvió de golpe, como una descarga de electricidad que despertó cada músculo dormido y cada articulación entumecida. La pesadez en su pecho se hizo más notoria, la cual se tornó en una opresión sofocante que le dificultaba respirar. Intentó moverse, pero sus ext