Katherine frunció el ceño en cuanto comprendió que su anhelo de estar a solas con Royal se desvanecía por completo. La sensación de decepción la invadió y sus labios se movieron en una mueca de disgusto, apenas disimulada, al escuchar las palabras de él. Estaba claro que su deseo de compañía no recaía en ella, sino en Kisa. Esa simple revelación le causó una punzada de celos que rápidamente se transformó en frustración. Cada sílaba que él pronunciaba solo parecía reforzar la idea de que su presencia era un estorbo, era una simple espectadora en un escenario que ya no le pertenecía.Kisa, en un principio, no supo cómo reaccionar. Su instinto le decía que aquella situación no le traería nada bueno, pero tampoco podía ignorar el tono casi suplicante en la voz de Royal. Dudó un instante, observándolo con detenimiento, y luego dirigió su mirada a Katherine.Exhaló despacio para luego ponerse en pie y, con pasos lentos, se acercó un poco más a Royal. Se inclinó hacia él, reduciendo la dista
Katherine tenía los dedos aferrados a la manija de la puerta del vehículo, lista para abrirla en cualquier momento.—¡Si no estás dispuesto a llevarme a otro sitio, me lanzo ahora mismo! —amenazó.Royal trató de mirarla a través del retrovisor, pero fue difícil debido a su posición.—No seas ridícula, Katherine —gruñó.—¡Estoy hablando en serio! —exclamó.Royal maldijo por lo bajo y, sin soltar el volante, extendió una mano rápida para activar el bloqueo de seguridad en todas las puertas. El clic resonó como un martillazo dentro del coche.—No vas a hacer ninguna estupidez —sentenció, volviendo la vista al frente.Katherine golpeó el tablero con frustración.—¡Royal! ¡No quiero estar aquí! ¡No me hagas esto!Él apretó la mandíbula, pero no se detuvo.Ella, desesperada, se inclinó sobre el asiento, acercándose a él, y con una de sus manos lo sujetó del hombro con fuerza, intentando sacudirlo.—¡Déjame salir! —vociferó, lo que hizo que Kisa se asustara más, por lo que la miró con los pá
La mujer lo miró con detenimiento y una ceja arqueada se hizo visible por encima de su ojo derecho.—Royal… Me sorprende verte de nuevo —mencionó. Luego, desvió la vista hacia Katherine—. Así que… lograste tu cometido. Dijiste que ibas a volver con Royal porque él te seguía queriendo, y ya veo que era cierto.Royal frunció el ceño, notablemente desconcertado por lo que acababa de escuchar. Sus ojos se posaron en la mujer frente a él, tratando de asimilar sus palabras.—¿Cómo dice? —preguntó, mostrándose perplejo.La mujer asintió con la cabeza, reafirmando su declaración.—Pues, Katherine me comentó que tú no dejabas de buscarla —expuso con tranquilidad, como si se tratara de un hecho indiscutible—. Cuando supe que Katherine estaba de vuelta en el país, quise traerla a casa. No quería que estuviera sola, pero ella prefirió quedarse en un departamento. Aun así, volví a llamarla, insistiendo en que debía venir. Y entonces fue cuando me dijo que tú la habías encontrado.Royal entrecerró
Katherine abrió los labios para protestar, pero Royal la silenció con una mirada cortante.—Las visitas seguirán bajo supervisión. Siempre habrá alguien de mi familia presente: yo, mi esposa o mi hermana. No tendrás la oportunidad de estar a solas con Coral nunca, porque no puedo ni podré confiar en ti.—¡Eso no es justo, Royal! —exclamó Katherine—. Todo esto lo hice porque tú me impedías ver a mi hija —continuó ella, tratando de recuperar el control de la conversación—. ¿Cómo querías que me ganara su amor si me mantenías lejos de ella? Tuve que tomar otras medidas para acercarme a Coral.Royal negó con la cabeza, dejando escapar una risa seca, sin rastro de humor.—No inventes excusas, Katherine. Estoy cansado de tus manipulaciones, de tus trampas y de tus intentos de justificar lo injustificable. No pienso tolerarte un minuto más. Si no te gusta cómo son las cosas con Coral y si crees que puedes llevar esto a los tribunales, adelante. Estoy más que preparado para enfrentarte. Pero s
Kisa lo miró de reojo. Sabía que hablar de Katherine era algo que afectaba a Royal, pero él necesitaba desahogarse, y más después de todo lo que ya le había hecho, tanto en el pasado como en el presente.—Ella nos abandonó a mí y a Coral —continuó él, con los dedos apretando el volante—. Nos dejó atrás sin importarle lo que pasaría con nosotros, pero no pensé que se volvería aún peor. Cada palabra que ha dicho desde que volvió ha sido una mentira tras otra. Me cuesta creer que alguna vez confié en ella, que compartí con ella tantos momentos importantes de mi vida.Hizo una pausa y sacudió la cabeza con una risa amarga.—Me pregunto si alguna vez la conocí de verdad —dijo, con un matiz de decepción—. Si alguna vez me dijo la verdad sobre algo. ¿O todo fue solo una ilusión? Porque lo que veo ahora es a una mujer egoísta, incapaz de pensar en nadie más que en sí misma. Solo le importa lo que quiere y no le importa a quién tenga que dañar en el proceso. ¿Cómo es posible que alguien se con
—Kisa… —pronunció Royal—. Yo jamás te haría algo así a propósito —articuló, mientras que ella permaneció callada. Royal la miró de nuevo, con una súplica muda en los ojos—. Por favor… dime que puedes creerme.Pero Kisa no respondió. No aún.El auto siguió avanzando en la oscuridad de la noche, y entre ellos, el silencio se convirtió en un abismo difícil de cruzar.El trayecto de regreso a la mansión se hizo eterno. Royal, con las manos sobre el volante, contenía las palabras que pugnaban por salir. Sabía que Kisa estaba dolida, que la imagen de Katherine en su cama la había devastado, y que insistir en el tema mientras conducía solo haría que se cerrara aún más. Hablarían en casa, cara a cara, sin interrupciones.Kisa, por su parte, mantenía la vista en la ventana. Las luces de la ciudad destellaban fugazmente en la oscuridad de la noche, reflejándose en sus ojos sombríos. No decía nada. No preguntaba, no discutía, no se quejaba. Solo miraba hacia el exterior como si esperara encontra
—Te entiendo, Kisa —reveló Royal, dando otro paso hacia ella—. Estás celosa porque me amas.Kisa cerró los ojos por un momento, como si quisiera reunir el valor para decir lo que sentía con total honestidad. —Sí, te amo, Royal. Pero por favor, compréndeme. Sé que lo superaré, pero… necesito borrar esa imagen de mi mente.Royal la miró con ternura. La comprendía mejor de lo que ella imaginaba. Sabía lo que era sentir celos, esa punzada en el pecho que te hace perder la razón, el miedo irracional de que alguien más pueda arrebatarte lo que más amas.—Te entiendo más de lo que crees —admitió en voz baja—. Porque si estuviera en tu lugar, si fuera yo quien te viera besando a otro hombre… me volvería loco.En ese instante, un recuerdo cruzó su mente. Marshall. Recordó la vez en que su amigo le confesó que había estado interesado en Kisa, que había sentido algo por ella antes de descubrir que su matrimonio con Royal se convirtió en algo real, más allá del contrato.Royal sacudió la cabeza
Finalmente, Kisa se giró en sus brazos, buscando su rostro. Miró a Royal a los ojos, esos ojos intensos que siempre parecían contemplarla con adoración. Y, sin decir nada, lo abrazó con fuerza, con la necesidad de aferrarse a él, de disipar cualquier duda que pudiera quedar en el aire.Royal no dudó ni un segundo en corresponderle. La estrechó contra su pecho con firmeza, deslizando una de sus manos por su espalda, como si quisiera grabar con su tacto la certeza de que nunca la dejaría ir.—No quiero estar mal contigo, Royal —susurró Kisa contra su cuello, con la voz colmada de sentimiento—. De verdad que no quiero.Se separó apenas lo suficiente para mirarlo a la cara, para que él pudiera ver la sinceridad en sus pupilas.—Por supuesto que dormiremos juntos. Lo que pasó… no fue tu culpa —agregó ella.Royal quiso hablar, pero ella negó suavemente con la cabeza, deteniéndolo.—Sí… esa imagen aún está en mi mente, y me molesta. Pero eso no significa que esté enojada contigo —tomó su ros