Gerald se fue a la ducha y dejó que el agua fría le quitara la pesadez de su cuerpo y se le fuera el alcohol de su sistema. Estaba lloviendo fuerte con estruendosos relámpagos, Samantha salió corriendo en un instante a la ducha donde estaba él. Abrió el baño y lo abrazó, apenas estaba terminando de bañarse cuando sorprendido vio que Samantha lo abrazó atemorizada. Al momento de escuchar los truenos, a Samantha le vino un recuerdo tenebroso de su infancia. Algo que la habría marcado para siempre. Cuando estaba pequeña, Samantha se encontraba jugando en el patio de su casa, el cielo estaba grisáceo y había destellos de relámpagos, ella por su inocencia no le dio importancia del peligro que esto podría ocasionar, solamente quería jugar con su pelota. Al cabo de unos segundos, comenzó a lloviznar muy suavemente, casi como un rocío mañanero, el clima se puso frio en un instante, la brisa empezó a sacudir los árboles y hacerse más fuerte en cada segundo. Vio que las personas que estaban e
Pasó la tormenta, ese fin de semana fue bastante largo. El domingo pasaron casi todo el día durmiendo y Samantha prepararía las cosas del siguiente día para llevar a Connie a la escuela. Tenía clases, por lo que debía dejarle el uniforme listo y levantarse temprano para preparar el desayuno. Hizo todos los oficios del hogar y dejó la casa impecable con ayuda del ama de llaves y otro personal de limpieza que contrataron.Temprano, a la mañana siguiente, se levantó Samantha para ver qué le preparaba a Connie para su desayuno, decidió hacerle lo que más le gustaba comer, wafles con crema y miel, le dejó una manzana roja, un jugo de cajita y una galleta para que llevara de merienda.Gerald se levantó temprano también y no desayunó lo que preparó Samantha. Le mencionó que comería en la calle, quería llegar temprano a resolver unos asuntos de la empresa.Samantha lo entendió y le pidió cómo hacer para llevar a Connie.— ¿Quién llevará a Connie a la escuela? — Preguntó.— Llama a mi chófer p
El teléfono repicó varias veces, pero Samantha nada que contestaba, Gerald decidió llamar a su ama de llaves para que le pasara a Samantha y pudiera hablar con ella.— Señora Keane, el señor White quiere conversar con usted — Exclamó el ama de llaves.— ¡No! Dile que estoy dormida o invéntale alguna otra excusa. No quiero hablar con nadie — Exclamó en voz alta.Samantha no quería conversar ni siquiera con el CEO, estaba muy triste y deprimida. Gerald había escuchado lo que había dicho, así que le pidió al ama de llaves que lo pusiera en altavoz. Enseguida hizo lo que le pidió el jefe, colocó el teléfono cerca de la puerta para que Gerald pudiera hablar y fuera escuchado.— Samantha, escuché lo que acabas de decir, sé que estas allí, por favor toma el teléfono para que hablemos, te lo pido, sé que estas molesta y triste, pero quiero saber cuál es el motivo de que estés así — Exclamó por el parlante del teléfono.Al cabo de unos minutos de silencio, Samantha se levantó de la cama y se
Samantha no pudo evitar ruborizarse, pero no quería caer en el error de malinterpretar las cosas. Gerald fue muy directo con cada cláusula del contrato, no podía enamorarse de él, no lo tenía permitido. Prefirió reemplazar ese pensamiento por otro, se enfocaría en lo malo que le había hecho pasar y así evitaría sentirse aún más atraída hacia su jefe. En cierta parte, no se sentía cómoda fingiendo frente a Connie, la niña no merecía ser engañada de esa manera, pero era lo mejor, así estaría feliz y no pelearía más por los comentarios malsanos que escuchaba de los demás. Tal vez Gerald también estaba actuando, para que Connie mantuviera dibujada una sonrisa en su rostro, él haría lo que fuera por verla sonreír siempre.Quizás no fue una buena manera de terminar la conversación, poner como excusa el baño, sin embargo, sabía que el tema no quedaría allí. A él no le gustaban las cosas a medias, y por esa razón, en cualquier momento volvería a tocar el tema.Para Samantha, el amor no debía
Connie despertó temprano esa mañana, se sentía más activa y tenía un buen humor que a Gerald y a Samantha les pareció inusual, pero entendieron que tal vez se debía a lo bien que lo había pasado el día anterior. Parecía haber ingerido chocolate a escondidas o algún dulce antes de que su madre le preparara el desayuno.Ambos despertaron también con los ánimos más ligeros, la tensión que había entre Samantha y Gerald ya no era como antes, podían sentir que el hielo que había entre ellos se estaba empezando a derretir de a poco. Aun así, mantenían la distancia correspondiente, más que todo ella, pues no terminaba de acostumbrarse a su nuevo estilo de vida.Luego de asearse en el baño, se quedó pensativa por un momento. Estaba recordando lo que había pasado cuando se bañaban todos juntos. Esa pequeña sí que se las traía, no pensaba que en una niña tan inocente hubiera una mente tan malvada en algunas ocasiones. Aunque no la reprendió como quería, previamente habían tenido una discusión y
Samantha sintió temor al ver que Gerald la tenía vigilada al momento de sonar el teléfono, dejó perder la llamada, dudando si atenderla o no, pero nuevamente volvieron a marcar. «¿Quién será? No quiero molestar a la niña ni mucho menos a Gerald» La incertidumbre la estaba consumiendo, pensaba que podía ser una llamada importante de alguna empresa o algo parecido, no podía dejarla pasar una segunda vez. Se dirigió rápidamente al balcón y se dio cuenta que era Andrew, al instante contestó. — ¡Hola! ¿Quién habla? — Preguntó. — ¡Hola Samantha, es Andrew! ¿Cómo estás tú? — ¿Andrew? ¿Tu llamándome? — Contestó desinteresada. . — Sí ¿Cómo andas? Mira, tenía pensado llamarte hace días, pero estuve en unos asuntos, de cierto modo solo quería pedirte disculpas por el mal entendido el otro día. Solo quiero que sepas que te aprecio y quiero que mantengamos una buena amistad, — Bueno, gracias por tus palabras, pero debo admitir que siento cierto enfado contigo. — Lo entiendo, ¿pero sabes qu
Una vez en el parque de diversiones, Connie salió corriendo junto a su pequeño amigo Louis, esperaban divertirse muchísimo esa tarde. Había gran cantidad de atracciones y juegos para pasar el rato.—¡Niños espérenme! — gritó Samantha al ver que ya ellos estaban por entrar solos al lugar.Gerald aparcó la camioneta en el estacionamiento del mismo parque y saludó de lejos al vigilante para que estuviera alerta si algo sucedía con su auto. El trabajador le regresó el gesto, por lo cual se sintió tranquilo.—Voy por los boletos mientras tú te encargas de los niños ¿está bien? Nos vemos dentro. — notificó Gerald.—De acuerdo, procura no demorar. — dijo Samantha.—Espero que no, aunque se ve que hay una lista larga de personas en la taquilla. De igual forma, trataré de que sea rápido.Samantha asintió y fue tras los niños para conocer juntos el parque.Ofrecían atracciones destinadas a atender específicamente a ciertos grupos de edad, así como algunos que estaban dirigidos a todas las edade
—No esperé hacer esto hoy, pero gracias a ti ya le he perdido el temor, y te agradezco por eso. — confesó Samantha al bajarse de la atracción.Fueron a encontrarse con los niños, respiraron aliviados al ver que aún estaban donde los dejaron. No fue sino hasta pasados diez minutos más que se acercaron los pequeños. Connie abrazó a sus padres.—¿Cómo estuvo? ¿se divirtieron mucho? — preguntó Gerald.—Si — contestaron al mismo tiempo.—Pero papá, tenemos hambre. — comentó Connie.—Vamos a ver qué podemos comer aquí ¿sí? Creo que alcancé a ver perros calientes, palomitas de maíz y algodones de azúcar, pero podríamos ir por algo más… sano, no sé qué piensas, Gerald. — sugirió Samantha.—No creo que por comer algo aquí Connie vuelva a enfermarse. — mencionó Gerald.—Bueno, está bien, comamos y regresemos a casa. Debemos llevar temprano a Louis, su padre fue muy claro con la hora.A Gerald le parecía tierna y cordial la actitud de Samantha, realmente se esmeraba por hacer las cosas bien y es