Aaron también quiso quedarse esa noche en la cabaña, a pesar de que tenía pagada una habitación cómoda en el hotel.Como Keenan se había quedado a dormir con la señora Morris, Alana le dio la habitación del chico a ese lobo y dejó a Maddox en la suya como lo habían acordado antes.Ella se acostó con su padre, igual iba a pasar la noche con él para velar su sueño luego de haberle dado la nueva medicina que le había facilitado Kurt. No sabía cómo iba a reaccionar el hombre.Ryan también estuvo muy cerca de ellos, vigilando las reacciones de su padre. Poco durmió. En realidad, nadie pudo pegar un ojo por más de dos horas. Se dormían de a ratos, pero igual se despertaban ante el más mínimo sonido.Alana veía que a George, su padre, le daban ocasionales espasmos de tos, aunque no tan agresivos como en otras ocasiones. El hombre se despertaba mirando desconcertado los alrededores, pero pronto volvía a dormirse, hasta que a la mañana siguiente logró levantarse de la cama por sus propios medi
Alana estaba encendida por la rabia, pero se esforzó por mantenerse serena sentada en el sillón mientras Maddox hacía una llamada, ubicado junto a ella.La mantenía vigilada para evitar que saliera de la casa en busca de su hermano. Estaba tan furiosa que, aunque le resultaba imposible transformarse en loba y sus garras y colmillos no se mostraban por completo, igual era un peligro para los humanos.—Es una provocación —aportó Aaron, quien ya se había curado del rasguño que la loba le había ocasionado en el rostro, tan solo le quedaban unas leves marcas—. Ese policía debe saber que Ryan no tiene nada que ver en ese asesinato. Si se lo llevó es por algo.Maddox había terminado de hablar, solicitó asesoría sobre aquel asunto a un amigo abogado que vivía en Augusta, la capital de Maine. Tenían planeado ir a la comisaría para responder por Ryan y ayudarlo a salir de allí, pero querían acudir con exigencias claras.Su amigo le aseguró que llamaría a la comisaría de la isla para notificar q
Para los alfas, la confesión de Kurt había sido inquietante. Casos como los de él se repetían cada vez más seguido, por eso aumentaba la cantidad de lobos solitarios y las manadas se debilitaban.El Consejo de lobos, buscando controlar la situación, dictaba órdenes inflexibles que muchos consideraban crueles, haciendo que algunas manadas decidieran alejarse, como la de Freddy Browner.En la actualidad, la raza no se encontraba en el mejor momento. La aparición de un grupo exterminador podría hacerles mucho daño.—¿Cómo es posible que en esta isla exista una cueva infectada de vampiros y tú no hayas enviado la alerta a las manadas de la región? —reclamó Maddox con enfado—. Aunque desees mantenerte al margen, hay situaciones que un lobo no puede ignorar. Si esos vampiros se fortalecen y escapan de esa cueva, toda la isla estará en peligro y tú mismo. Solo en manadas podemos controlarlos.—En esa cueva no hay más de una docena de vampiros, quizás menos —reconoció el lobo con nerviosismo—
Le ordenaron a Kurt no alejarse mucho de la granja de los O’Hara por si necesitaban interrogarlo de nuevo.El lobo se marchó de allí casi a las carreras apenas se lo permitieron. Los alfas regresaron a la cabaña algo inquietos. Lo conversado parecía mostrarles lo difícil que sería la ansiada libertad de ambos.—Freddy me avisó que uno de los humanos heridos en el último ataque murió en el hospital —confesó Aaron sin encarar a Maddox.Él tampoco dirigió su atención hacia el otro. Los dos caminaban con la vista fija en la cabaña atentos a la seguridad de Alana.—Eso complicará las cosas.—Ya lo hace. La policía quiere intervenir las tierras para hacer una investigación profunda. Al no tener culpables, sospechan de la manada. Hay gente que hizo correr la voz de que Freddy mandó a asesinarlos para no pagarles y como tu padre nos envió apoyo, creen que esos son sus matones que ahora lo protegen.—Maldición. Ahora habrá una horda de humanos en contra de las manadas —se quejó Maddox.—Armand
Gury sacó a Ryan de la celda con mala actitud. El hombre se sacudió de su agarre apenas llegó al salón principal de la comandancia. Alana enseguida se le acercó para saber si estaba bien.—No me hicieron nada —reveló, a pesar de que se le notaban un par de golpes adicionales en el rostro.Mientras caminaba junto a su hermana hacia el lugar donde se encontraban Maddox y Aaron, le dirigió a Gury una mirada retadora que el policía no se limitó en responderle.—Como ve, doctor Prescott, el señor O’Hara está en buenas condiciones —expuso el alcalde.—Conversaré con él en privado sobre lo sucedido —notificó Maddox—. Si me llego a enterar que hubo alguna agresión, le aseguro que pondré una denuncia en la comisaría central.—No hay necesidad de eso —expuso el alcalde con una sonrisa petulante—. Los problemas que se presentan en esta isla se resuelven aquí frente a una taza de café o un vaso de whiskey.—Me parece que no son tan amigables, porque me enteré que tienen varias denuncias por abuso
Fueron al hotel y Ryan decidió llevarse la camioneta de Alana para regresar a las granjas y buscar a Owen y a Logan.—Si Gury y el alcalde te atrapan de nuevo sin que nadie te vea, te desaparecerán sin dejar rastros, como lo han hecho con otras personas —se quejó Alana buscando impedir que su hermano se marchara solo.—Sabes que sé cuidarme, conozco esta región mejor que cualquiera de ellos. No me atraparán. Debo evitar que agarren a Owen y a Logan, espero aún no lo hayan hecho.—Ryan, por favor, te necesito ahora.Él se acercó a Alana para tomarla por los hombros y exigir toda su atención. Maddox los miraba desde una distancia prudencial, cruzado de brazos y con la parte baja de la espalda recostada de la camioneta de la loba.—Escucha, no me voy a ir de esta isla dejando a mis amigos. Al menos, debo avisarles lo que sucederá para que estén preparados si quieren quedarse aquí. Luego iré a la casa a hablar con papá y explicarle todo para prepararnos.Él la dejó para subir al auto y en
Gunter invitó a los alfas a sentarse en una mesa de madera algo desgastada y ubicada en un costado.—¿Tienes un hijo humano? —preguntó Aaron mientras tomaba asiento sobre una débil banqueta.—Conocí a su madre al llegar a la isla. Un turista la embarazó y se marchó sin volver nunca —reveló Gunter, sentándose frente a él—. La tomé a ella como mi pareja y he criado a ese niño como mío.—¿Todos tienen parejas humanas? —quiso saber Maddox repasando con atención a los otros lobos, quienes se quedaron de pie tras Gunter.Uno de ellos tenía una enorme cicatriz que le cruzaba el rostro. Aquel debió ser el lobo que se metió con Ryan y Alana lo lastimó, pero… ¿por qué no logró regenerar su herida?—Solo yo y Tanner —respondió Gunter, señalando con la cabeza al de la cara marcada—, pero él no tiene hijos.—¿Y desde cuándo están en esta isla?—Yo tengo siete años, al igual que Igor. Llegamos juntos —volvió a hablar Gunter y señaló ahora al lobo más joven—. Tanner llegó un año después y Mortimer t
Maddox se quedó muy quieto, miraba a la humana con claras advertencias. Ella estaba inmóvil, aunque temblaba. Lloraba en silencio manteniendo un rostro de angustia.—Ella sabe de nosotros. No dirá nada —expuso Tanner en susurros, con la cabeza gacha. También temblando de miedo.—¿Cómo sabes que no dirá nada? —exigió Maddox, sin perder de vista a ninguna de sus dos presas.—No solo es mi mujer. Es mi predestinada. No tengo secretos con ella.—¿Tu predestinada? —preguntó confuso.Había escuchado de casos muy raros de lobos que encontraban en una humana a su predestinada, pero no eran comunes. Él pensó que serían mitos.—No me mates frente a ella, por favor. Deja que Gunter se la lleve —pidió con lágrimas en los ojos.Maddox sentía a su sangre arder por la rabia. Gruñía hacia el lobo insolente con los colmillos preparados para clavárselos en la cabeza, aunque sintió un toque suave en su espalda que lo estremeció por completo y serenó un poco sus emociones.—No lo mates. No te compliques