El dolor de cabeza fue lo que hizo que Gabriel finalmente se despertara. El sol apenas se estaba asomando en el horizonte, pero como ya era costumbre no podía dormir más. Podía sentir sus sienes latiendo con intensidad igual que cada mañana. El alcohol se había convertido en su más cercano amigo y aunque cada noche se decía que sería la última, él mismo sabía que estaba mintiendo. Con parsimonia se levantó del catre en que estaba durmiendo y miró el lugar a su alrededor. La mansión hace tiempo había quedado atrás, pues desde que emprendió la búsqueda de los malditos seguidores de Lucyus no ha dejado de moverse. Él había ido a buscar a Azaleia cuando se enteró de quién era el lobo que iban a resucitar, sin embargo llegar a la ciudad de las brujas fue imposible, había sido como si un millar de accidentes cósmicos se pusieran de acuerdo para impedirlo, por lo que tuvo que conformarse con una simple llamada en la que le dijo muy por encima que el maldito lobo que volvería, era el que él
Dos días habían pasado desde que Gabriel se internó en las tierras de las brujas en busca de Sofía. El alfa se movía con agilidad y sigilo, evitando ser detectado por cualquier ojo indiscreto. La capucha de su abrigo viejo cubría su rostro, y su figura se deslizaba entre las sombras de la noche.Sabía que estaba cerca de las tierras de las brujas, pero también era consciente que alguno de los desvíos que había tomado para no ser visto lo había dejado más desorientado de lo que le gustaría admitir. Dejando salir un gruñido frustrado, cruzó a la derecha en el frondoso bosque por mero instinto esperando no equivocarse.Sin embargo, solo diez minutos después la voz de una mujer pidiendo ayuda llegó hasta sus oídos consiguiendo que sus músculos se tensaran de inmediato. Las posibilidades de que fuera una trampa eran enormes, pues para nadie era un secreto los métodos de ataque de los rebeldes y los carroñeros. Pero ¿Qué pasaría si no lo era?Él era el alfa supremo y si no podía salvar a su
Temblando, así era como se encontraba Sofía en esos momentos, se sentía como una gelatina mientras que veía la furia refulgir en los ojos de Gabriel. Ella tuvo que tragar en seco mientras que instintivamente se llevaba una mano al vientre pronunciado, consiguiendo que los ojos de el alfa siguieran de inmediato el movimiento y un gruñido saliera de él. Todo su cuerpo se puso en tensión al escucharlo y a su lado Sven dio un paso hacia adelante cubriendola con su cuerpo, y aunque ella sabía que lo hacía para protegerla, no tenía duda de que ese gesto solo iba a enfurecer más a la bestia que era Gabriel en esos momentos. Y no se equivocó, pues pudo ver como una sonrisa totalmente carente de alegría y totalmente aterradora se formó en sus labios antes de decir: —Mira nada más como el amante sale en su rescate.— sus palabras la golpean como si de un golpe se tratara, pero antes de poder reaccionar, él sigue hablando— ¿Se divirtieron viendome la cara de idiota? ¿Creían que no los encontrarí
Gabriel estaba hecho una furia y los nervios y el miedo se estaban apoderando de él al punto de que no podía quedarse quieto y el hecho de que Azaleia no le permitiera acercarse a Sofía. así sea para sostenerle la mano, estaba empeorando todo.Sus ojos seguían cada movimiento que la bruja hacía, parecía un león a punto de atacar a su presa, sin embargo, muy a su pesar sabía que si había alguien que podía ayudar a Sofía en esos momentos, esa era la bruja.Finalmente, la mujer dejó salir un suspiro al tiempo que la expresión de la fierecilla se relajó y su pecho comenzó a subir y bajar de manera pausada. Solo entonces Azaleia se enderezó y dejó salir un suspiro cansado.—Va a estar bien después de descansar— dijo la bruja caminando hacia donde él se encontraba. Por primera vez desde que empezó a revisar a Sofía, la mujer lo miró a los ojos y agregó—Sin embargo, su embarazo es delicado y las impresiones fuertes no le hacen bien, asi que si aún tiene la más mínima intención de regresar c
Gabriel sintió las palabras como un golpe, como si hubiesen cogido su corazón y lo estrujaran y reventaran por completo. Sabía que ella tenía razón, que se habían hecho daño, que él se había equivocado desde el inicio haciendo cada vez más grande la desconfianza que había, pero eso no significaba que estaba dispuesta a perderla. Ni de madre.—Existió— dijo él y sintió como su voz salió como una exhalación, al tiempo que Sofía apretaba con fuerza los labios para que estos dejaran de temblar—Sabes que existió, pero soy consciente de que lo arruiné, que hice las cosas mal y lo lamento, nena. No sabes cuanto lo hagoSofía había intentado mostrarse lo más fuerte posible, sin embargo a esas alturas ya todo se había vuelto demasiado y no pudo más. Escuchó como un sollozo salió de ella y de inmediato se llevó ambas manos a sus labios para tratar de ahogarlo, pero era demasiado tarde, notó como los ojos de Gabriel la miraron con ese gris fundido en preocupación y lo odio por ello.—No lo hagas
Gabriel nunca había estado tan desesperado como lo estaba en esos momentos. Ni siquiera cuando Sofía se fue de la mansión sintió lo que estaba sintiendo en esos momentos al ser consciente de que su mujer y su hija eran el blanco de esa maldita secta.Los ojos grandes de la fierecilla lo estaban viendo entre incrédulos y aterrados y eso hacía que el corazón se le encogiera en el pecho. Se había imaginado cientos de escenarios en los que volvía a encontrarse con ella y ahora que la tenía enfrente sentía que estaba haciendo todo mal y eso lo desesperaba.Pero no había podido evitarlo, fingir que no se había sentido traicionado y lastimado era una completa, porque su vida entera se había ido a la mierda los dos últimos meses sin Sofía a su lado. Sin embargo, luego de haberla escuchado, de escuchar su punto de vista y darse cuenta que entre ella y Sven no hay nada, se siente como un completo animal por la forma en que llegó.—¿Qué vamos a hacer?—la voz de Sofía lo hizo salir de su ensimis
Sofía no sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado desde que Gabriel y esa…Esa chica habían salido de su habitación, pero lo cierto era que no se sentía ni un poco mejor. ¿Por qué él había llegado con una mujer a su lado? ¿Será que busco a otra cuando creyó que ella lo engañaba? Las preguntas no dejaban de agolparse en su mente y por más que tratara de calmarse no lo conseguía. Se obligó a cerrar los ojos y tomar una respiración profunda, alterarse no le haría bien a la bebé. Sin embargo, nada más hacerlo apareció en su mente el rostro consternado de Gabriel y por un momento se quedó sin respiración. Él se veía tan dolido, tan frágil cuando entró en la habitación a verla y aunque ahora mismo estuviera enojada, ella no podía negar que en su mirada había amor. Ese amor que antes la había atravesado y le había reconfortado el pecho haciéndola sentir que todo podía ser posible. Fue entonces cuándo se dio cuenta que él tenía razón en una cosa: Ella no había creído en su amor. Cuand
Sofía sentía que se hacía papilla nada más escuchar las palabras “Hacerle el amor” porque Dios, ella lo deseaba. Lo deseaba de una manera que nunca entendería del todo, pero no le importaba, porque en esos momentos lo tenía ahí. Suyo, completamente suyo y si había algo que Sofía tenía claro era que ella le pertenecía con la misma intensidad. Por eso inclinando el rostro, que seguramente estaba totalmente acalorado, le dio un leve asentimiento de cabeza antes de sostener las mejillas del alfa e inclinarse hacia él y susurrar. —Me encantaría que me hicieras el amor. La respuesta de Gabriel fue un gruñido lleno de deseo y posesividad que la hizo apretar las piernas con fuerza y que consiguió que se mojara con una rapidez impresionante. —Tus deseos son órdenes, amor mio. Entonces tuvo la boca de Gabriel sobre la suya y fue como si fuegos artificiales se dispararan en su interior, en especial, cuando ella le dio mayor acceso y entonces sus lenguas estaban uniéndose en una danza de pasi