59. Nunca existió

Gabriel estaba hecho una furia y los nervios y el miedo se estaban apoderando de él al punto de que no podía quedarse quieto y el hecho de que Azaleia no le permitiera acercarse a Sofía. así sea para sostenerle la mano, estaba empeorando todo.

Sus ojos seguían cada movimiento que la bruja hacía, parecía un león a punto de atacar a su presa, sin embargo, muy a su pesar sabía que si había alguien que podía ayudar a Sofía en esos momentos, esa era la bruja.

Finalmente, la mujer dejó salir un suspiro al tiempo que la expresión de la fierecilla se relajó y su pecho comenzó a subir y bajar de manera pausada. Solo entonces Azaleia se enderezó y dejó salir un suspiro cansado.

—Va a estar bien después de descansar— dijo la bruja caminando hacia donde él se encontraba. Por primera vez desde que empezó a revisar a Sofía, la mujer lo miró a los ojos y agregó—Sin embargo, su embarazo es delicado y las impresiones fuertes no le hacen bien, asi que si aún tiene la más mínima intención de regresar c
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