Gabriel sintió las palabras como un golpe, como si hubiesen cogido su corazón y lo estrujaran y reventaran por completo. Sabía que ella tenía razón, que se habían hecho daño, que él se había equivocado desde el inicio haciendo cada vez más grande la desconfianza que había, pero eso no significaba que estaba dispuesta a perderla. Ni de madre.—Existió— dijo él y sintió como su voz salió como una exhalación, al tiempo que Sofía apretaba con fuerza los labios para que estos dejaran de temblar—Sabes que existió, pero soy consciente de que lo arruiné, que hice las cosas mal y lo lamento, nena. No sabes cuanto lo hagoSofía había intentado mostrarse lo más fuerte posible, sin embargo a esas alturas ya todo se había vuelto demasiado y no pudo más. Escuchó como un sollozo salió de ella y de inmediato se llevó ambas manos a sus labios para tratar de ahogarlo, pero era demasiado tarde, notó como los ojos de Gabriel la miraron con ese gris fundido en preocupación y lo odio por ello.—No lo hagas
Gabriel nunca había estado tan desesperado como lo estaba en esos momentos. Ni siquiera cuando Sofía se fue de la mansión sintió lo que estaba sintiendo en esos momentos al ser consciente de que su mujer y su hija eran el blanco de esa maldita secta.Los ojos grandes de la fierecilla lo estaban viendo entre incrédulos y aterrados y eso hacía que el corazón se le encogiera en el pecho. Se había imaginado cientos de escenarios en los que volvía a encontrarse con ella y ahora que la tenía enfrente sentía que estaba haciendo todo mal y eso lo desesperaba.Pero no había podido evitarlo, fingir que no se había sentido traicionado y lastimado era una completa, porque su vida entera se había ido a la mierda los dos últimos meses sin Sofía a su lado. Sin embargo, luego de haberla escuchado, de escuchar su punto de vista y darse cuenta que entre ella y Sven no hay nada, se siente como un completo animal por la forma en que llegó.—¿Qué vamos a hacer?—la voz de Sofía lo hizo salir de su ensimis
Sofía no sabía con exactitud cuánto tiempo había pasado desde que Gabriel y esa…Esa chica habían salido de su habitación, pero lo cierto era que no se sentía ni un poco mejor. ¿Por qué él había llegado con una mujer a su lado? ¿Será que busco a otra cuando creyó que ella lo engañaba? Las preguntas no dejaban de agolparse en su mente y por más que tratara de calmarse no lo conseguía. Se obligó a cerrar los ojos y tomar una respiración profunda, alterarse no le haría bien a la bebé. Sin embargo, nada más hacerlo apareció en su mente el rostro consternado de Gabriel y por un momento se quedó sin respiración. Él se veía tan dolido, tan frágil cuando entró en la habitación a verla y aunque ahora mismo estuviera enojada, ella no podía negar que en su mirada había amor. Ese amor que antes la había atravesado y le había reconfortado el pecho haciéndola sentir que todo podía ser posible. Fue entonces cuándo se dio cuenta que él tenía razón en una cosa: Ella no había creído en su amor. Cuand
Sofía sentía que se hacía papilla nada más escuchar las palabras “Hacerle el amor” porque Dios, ella lo deseaba. Lo deseaba de una manera que nunca entendería del todo, pero no le importaba, porque en esos momentos lo tenía ahí. Suyo, completamente suyo y si había algo que Sofía tenía claro era que ella le pertenecía con la misma intensidad. Por eso inclinando el rostro, que seguramente estaba totalmente acalorado, le dio un leve asentimiento de cabeza antes de sostener las mejillas del alfa e inclinarse hacia él y susurrar. —Me encantaría que me hicieras el amor. La respuesta de Gabriel fue un gruñido lleno de deseo y posesividad que la hizo apretar las piernas con fuerza y que consiguió que se mojara con una rapidez impresionante. —Tus deseos son órdenes, amor mio. Entonces tuvo la boca de Gabriel sobre la suya y fue como si fuegos artificiales se dispararan en su interior, en especial, cuando ella le dio mayor acceso y entonces sus lenguas estaban uniéndose en una danza de pasi
Gabriel sabía que había llegado el momento de marcharse y luego de lo ocurrido con Sofía estaba más convencido que nunca de que haría lo que sea por mantenerla a salvo. Por eso se había escabullido de la cama en la madrugada y había ido al encuentro con Azaleia, Blake y Sven. Los tres estaban esperándolo en la salida de la pequeña villa.—Alfa— dijo Blake nada más verlo a modo de saludo.Los otros dos se limitaron a darle un asentimiento sin muchas ceremonias y teniendo en cuenta la forma en que los había tratado era más que entendible y siendo honesto tampoco tenía energía ni tiempo para discutir por cosas como esas.—¿Has puesto al tanto a Azaleia de la situación?—pregunto de inmediato a mi amigo y este me regala un asentimiento.—Lo he hecho, pero ella igualmente insistió en hablar con usted.Sus ojos van entonces hacia donde la bruja se encuentra viéndolo con seriedad y con un movimiento de cabeza le indica que la siga. Sin pensarlo dos veces llegó hasta ella y tuvo que reprimir e
Sofía se había despertado por el movimiento de su bebé y, como ya era costumbre, un hambre atroz se había apoderado de ella. Sin embargo, se quedó de piedra cuando vio el lado de la cama donde había dormido Gabriel vacío. Puso su mano sobre la sábana y vio que estaba frío, lo que significaba que se había levantado hace tiempo y eso que apenas eran las seis y media de la mañana, con el ceño fruncido y sus tripas pidiendo comida, se puso en pie tomando un albornoz del sillón y saliendo de habitación en busca del alfa y por supuesto de comida. Sin embargo, su humor se oscureció un poco porque nada más salir se encontró viendo de frente a la tal Milena, ella al notarla intentó darle una sonrisa y entonces Sofía se sintió tonta al estar teniendo rabia a la chica cuando ya Gabriel le había contado cómo la había conocido. Intentando dar su sonrisa más real, dio un paso hacia donde Milena estaba antes de preguntar: —Buenos días, Milena. ¿De casualidad sabes dónde está Gabriel? Milena la m
Gabriel vio como el auto en que iba Sofía se alejaba cada vez más mientras que Azalia y él avanzaban por el sentido contrario, directo hacia la mansión abandonada de los Lycon, o más bien lo que quedaba de ella.La bruja estaba convencida de que ahí iban a poder encontrar el objeto ideal para el hechizo y que ese mismo terreno tendría una mayor carga al momento de hacerlo, por lo que estarían matando dos pájaros de un tiro.Desde la guerra, Gabriel no había vuelto a pisar aquellos terrenos, por eso dos horas y media después, cuando estaban entrando en las tierras del enemigo sus ojos no podían creer lo que estaban viendo en esos momentos.—¿Qué demonios ha pasado aquí?—dijo en una exhalación mientras que no podía apartar la vista de aquello.Todo el lugar a su alrededor parecía una ciudad de terror. Habían carros en apiñados en medio de la carretera y esqueletos dentro de lo que debieron ser sus pasajeros y fuera, en las calles, era como si todo el mundo hubiese muerto de repente y hu
La cabaña a la que habían llegado no parecía en absoluto un lugar abandonado, eso fue lo primero que pensó Sofía cuando el auto aparcó en la entrada y lo confirmó cuando puso sus pies en el interior dejando salir una exclamación ahogada. Gabriel le había dicho que desde que su abuela le heredó la cabaña no había podido disfrutar de esta, pero al parecer omitió mencionar que si se encargaba de dejarla en perfecto estado. El lugar no era demasiado grande, una estructura de madera de dos plantas acogedora y en muy buen estado. Lo cuál hizo que para ella fuera incluso mejor que la mansión. —De no ser por las circunstancias, este podría ser mi lugar preferido—dijo en voz alta sin hablarle a nadie en particular. Sin embargo, la voz de Blake hizo eco de la suya cuando le contestó: —Gabriel pensaba lo mismo, y esperaba vivir aquí luego de la guerra, nunca pensó que él tendría que tomar el mando. —Sin embargo, fue una bendición que lo hiciera— esa vez fue Sven quien habló y ella lo vio co