Cuando Raeyron despertó, lo primero que sintió fue el bulto duro pegado entre los glúteos, y por un momento no supo dónde estaba hasta que los restos de la hoguera que había frente a él le trajeron el recuerdo.Miró hacía atrás, Maiken seguía profundamente dormido mientras lo abrazaba con fuerza. La luz del sol comenzaba a llenar el lugar y con los tenues rayos Raeyron vio como las hojas de los pocos arbustos que sobrevivían a las temperaturas brillaban con el hielo que habían acumulado durante el anoche. El guardia tenía razón, de no haberse dado calor el uno al otro tal vez no hubiera pasado la noche.Se alejó lentamente del cuerpo cálido de Maiken y cuando el guardia despertó cayó sentado de golpe y le apunto con la espada que tomó del suelo.—Es con la segunda espada que me quieres apuñalar hoy y acabo de despertar — le dijo el pelirrojo y Maiken se acomodó la entrepierna con poco pudor.—Lo siento — se excusó, aunque no parecía una disculpa de verdad — espero no haberte dejado un
Rahyra había encendido tres velas en el alfeizar de la ventana y en apenas un par de minutos un par de golpes en la puerta las sobre saltaron a ella y a Cleo.Cuando la dama de compañía abrió la puerta una niña pequeña, de unos diez, entró dando pequeños saltitos.— Lo que necesite nuestra reina, si está al alcance de las viudas silenciosas, será traído a usted — Rahyra se sentó en la cama y la niña se acercó.—Me gustaría que averigüen donde está mi hermana Kaeira, si ya llegó con Valyor y tambien todo lo que puedan averiguar sobre él y su ejército, tambien sobre las estirpes que están de su lado — la niña se inclinó y luego salió por la puerta cerrando cuidadosamente.— ¿Eso es todo? — preguntó Cleo y Rahyra se encogió de hombros, era la primera vez en su vida que tenía espías y no sabía cómo sentirse al respecto. Caminó hacia la ventana y sopló las velas.La puerta sonó nuevamente y cuando Cleo la abrió la cara de Máximo Lévesque apareció.—¿Puedo halar con usted, majestad? — Rahyr
Rahyra se quedó en silencio un rato mientras el rey la observaba detenidamente, el hombre tenía los puños apretados y la mirada fría, como si por sus cabeza estuvieran pasado todas las cosas que él pudo haber hecho para tenerla enojada y eso le causó un poco de rabia. —Máximo me visitó hoy — le dijo ella y el rey apenas si se movió — parece que sus espías son competentes. —O él es un mentiroso —añadió él — ¿qué te dijo? — Rahyra se miró las manos. — ¿Cuándo pensabas decirme que mi hermana le envió un vencejo a Valyor? — el rey se la quedó mirando un momento y Rahyra le apartó la mirada. — A penas recibí la información hoy — le dijo él —¿Por qué pensaste que no te lo iba a decir si aún no había tenido oportunidad? — se puso de pie y caminó a su lado de la cama — Pensé que eras más inteligente que esto, Máximo es un idiota y si te dejaste engañar por él… — No lo quiero aquí — le interrumpió ella y Maxwell la miró. — ¿A máximo? — Rahyra asintió con vehemencia. —He oído rumores — le
A Raeyron le dolía la espalda, llevaba muchas horas en la misma posición y comenzaba a tener calambres, pero no podía moverse, cualquier movimiento podía hacerle daño a Maiken y a él le convenía que estuviera bien.Después de que fueron rodeados por los hombres de Valyor, Raeyron entendió que tenía la batalla perdida, ni aunque Maiken estuviera en condiciones de pelear sería suficiente para poder librarse de aquella situación, así que los metieron en una carreta incómoda y él tomó el enorme cuerpo del guardia real y lo acostó sobre su pecho para evitar que la flecha que aún tenía clavada en el estómago se moviera y le hiciera más daño.— Tuve suerte — le dijo después de un día de viaje el guardia real y Raeyron no compartió esa idea — si la flecha me hubiera dado en algún órgano ya estuviera muerto.— Tal vez — le dijo — pero necesitaremos a una sanadora para que la saque y detenga la hemorragia, además, que no hayas muerto en un día no significa que no te hubiera hecho daño — Maiken
Todo el séquito real, de pie ente la muralla que dividía el castillo de la cuidad de Emorne, estaba despidiendo a Máximo Lévesque, Lord de Rio Nuevo y las tierras de las praderas que regresaba a casa.Cuando el hombre avanzó hacia su hermano, Maxwell le apretó la mano con fuerza y le apoyó la mano en el hombro apretándolo.— Se paciente y mesurado — le dijo el rey — la gente de las praderas es orgullosa, deja a tus mujerzuelas y concentrate en lo que vas a hacer.— Puedo hacerlo, hermano — le dijo Máximo y Maxwell blanqueó los ojos, lo acercó por el hombro y le dio un fuerte abrazo.— No seas idiota, envía un vencejo en cualquier momento si necesitas ayuda y recuerda que soy el rey, no me hagas enojar que te daré unas palmadas en el trasero — Rahyra vio como los rostros de los hombres cuando se apartaron del abrazo eran honestos, como si lograran dejar, aunque sea por un momento, esa rivalidad tonta que tenían, como si Máximo recordara lo que su hermano mayor había hecho por defenderl
Raeyron apretó el cuerpo de Maiken contra el suyo. Algo que le atormentó los primeros días de estar ahí encerrado en esa celada, parte del insistente ruido del guardia real al respirar, fue el frio que inundaba el lugar. Las tierras áridas se caracterizaban por ser más calientes, entre más al sur más calor, y Zorba era lo más al sur que se podía ir en el primer mundo. Pero a pesar de aquello, el frio intenso que se experimentaban dentro de las celdas era la cosa más absurda que hubiera experimentado, ni siquiera cuando se perdió en las frías montañas tras el castillo en Belmonte había sentido tanto frio, y el pobre de Maiken casi muere una noche de fiebre de no ser por una mujer muy vieja que llegó una madrugada con un valde lleno de instrumentos.Fue una mañana complicada, sacarle la flecha a Maiken del vientre más que doloroso fue arriesgado, pero por alguna razón Valyor los quería con vida.Ya había pasado una semana de aquello y el guardia le mostraba cada dos minutos orgulloso co
Raeyron se miró el cuerpo, aún no había salido de la celda y ahí había tenido que cambiarse y bañarse con el gua más fría del mundo mientras los hombres de Valyor los miraban atentamente.Se preguntó como un imperio tan grande y poderoso como las estirpes que vivían en el desierto de Zorba habían decidido servir a un hombre como Valyor, incluso a los Lévesque les costó hacerlos arrodillar aunque ellos los liberaron y abolieron su esclavitud, eran orgullosos y fuertes, inquebrantables, y ahí estaban, sirviendo al que traicionó a la familia que, cientos de años atrás, los había hecho hombres y mujeres libres.— ¿Estás listo? — le preguntó Maiken y Raeyron lo miró, le habían puesto una armadura antigua de la guardia real con el emblema de la serpiente bien marcada en el pecho y él no pudo evitar notar que se veía tremendamente atractivo.— Lo estoy — le dijo y no puedo evitar que un tono molesto y preocupado se le escapara.— Esto no es tu culpa — le dijo Maiken, aunque Raeyron creyó que
Esa noche Rahyra estaba sentada en la cama mirando las luces tenues de la ciudad por la ventana cuando Maxwell entró por la puerta, dejó la corona sobre el pedestal y se tiró a la cama boca abajo, lucia más cansado y estresado si eso podía ser posible.Ese día apenas se habían marchado los líderes de las estirpes de las tierras de hierro y por suerte para el reino habían jurado pelear con Maxwell cuando llegara el momento. Eso ponía las cosas a favor de ellos, tenían todo el poder de tres de los cuatro países del primer mundo. Pero Rahyra no tenía buenas noticias, para nada, y en cuanto llegó el vencejo con un mensaje de las viudas silenciosas supo que no dormiría.Maxwell se levantó y se apoyó en su codo al ver que Rahyra estaba estática como una estatua y luego estiró la mano hacia ella para tocarle el hombro y ella dio un respingo, casi como si hubiera olvidado que el rey llevaba un rato echado junto a ella.— ¿Qué pasó? — preguntó incorporándose y Rahyra no tuvo fuerzas ni de tend