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Después de la caótica noche que provocamos mi celo y yo, por fin ha amanecido.

No recuerdo muy bien algunas cosas, ni siquiera puedo recordar cómo es que me puse la camisa de Cole, ni cómo es que llegué hasta la cama después de que estuvimos en la tina hasta que mi temperatura logró regularse.

Seguramente, todo ha sido obra suya… De mi alfa, en cuyos brazos, he despertado.

Diosa, fui muy estúpida.

¿Cómo pude dudar de él? Peor aún, ¿cómo pude dudar de él sabiendo lo que sé acerca de Danielle?

Debí haber enfrentado el problema en lugar de huir de él, de haberlo hecho, nos hubiéramos ahorrado tanto tiempo perdido, tengo que disculparme con él…

–Buenos días…–me dice con la voz rasposa apenas abre los ojos

–Son buenas tardes mi alfa…–le digo sin apartar mi mano de su mejilla –Perdona, te he despertado –le susurro al mismo tiempo que acaricio su mejilla con mi pulgar

–No importa, es bonito despertar así, sobre todo, para escucharte decir mi apodo –me dice con una bonita sonrisa