Capítulo LVIII

Desperté, amanecía, el aroma a café era embriagador, ese día hacía frío, pero la casa estaba temperada, anoche no pude articular palabra y me dejé hacer por ella, pero sé que ella tiene preguntas, me di valor y me puse de pie, quería sacar todo lo que tenía dentro, pero cuando abrí la puerta para salir de mi habitación, vi a mi hermano y hermano, sentados junto a Idara, ella me sonrió tímidamente y luego volteo los ojos hacia mis hermanos.

Saludé y me senté junto a ellos, nos quedamos en silencio, un nervioso e incómodo silencio, pronto el móvil de mi bella morena sonó, era su alarma, debía irse, debía dejarme solo con mis hermanos, ella observó y sonrió, yo mantenía la mirada en sus movimientos.

– Señores – dijo, por primera vez desde que me senté a su lado - ¿llega a ab

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