LA CIUDAD DEL PECADO, LAS VEGAS.Desperté sintiendo mi cabeza dar vueltas, una fuerte punzada de dolor se instalo en la parte derecha de mi cabeza. ¿Qué había pasado? ¿Cómo es que…? Me sorprendí de verlo tan cerca de mí, dormía tan plácidamente que seria una pena total despertarlo. Estábamos a centímetros, no recordaba mucho de la noche anterior. Tenia especies de lagunas mentales, divise mi ropa interior en el suelo y me hallaba desnuda. Oculte mi rostro entre las sabanas, mientras me esforzaba por recordar. Con una gran oleada de dolor, el recuerdo apareció en mi mente. Había tenido la mejor noche de pasión con mi jefe, ¿Cómo es que había sucedido? ¿Por qué no me rechazo esta vez? ¿Cómo debía actuar ahora que…nos habíamos acostado? ¿Cambiaba algo? Tenia muchas pregunta
El viaje a la ciudad del pecado, había llegado a su fin. Luego de dos días más que estuvimos en las vegas, entre cenas ejecutivas, apuestas en el casino y momentos con Alessandro se pasaron volando. Había pasado días muy intensos, estábamos en el jet de regreso a la ciudad. No sabría describir lo que habíamos estado viviendo, no podía afirmar que estábamos juntos, porque claramente no era así. Pero podrìa asegurar que existe algo entre ambos, se comportaba de una manera muy tierna, pero a la vez posesiva y dominante. Y eso me molestaba, no era suya, porque no soy un objeto. En el casino, él fue a saludar a sus socios y yo me quede apostando en la mesa de rummy, se me acercó un chico muy apuesto y Alessandro le había gruñido para luego “marcar su territorio” de una manera muy brusca, empujando al chico. Cuando Samuel nos interrumpió luego de esa escena de
Hace unas horas había bajado de este mismo jet, ahora nuevamente me encontraba abordo. Samuel nos trajo al aeropuerto, esto se ponía cada vez mas intenso. ¿Qué sucedía? ¿Que fuera tanto como para sacarnos de la ciudad? No comprendía y nadie nos aclaraba que estaba ocurriendo. ¿Alessandro estará bien? esa pregunta me carcomía la cabeza, esos hombres armados disparando por diestra y siniestra, venían a mi mente. ¿Y si estaba herido? Necesitaría un hospital. Suspire con frustración, Annie estaba muy sorprendida y contenta explorando el jet. Shels me miraba pícara y con mucha intriga. Sabia que se moría de curiosidad por saberlo todo sobre mi viaje a las vegas.—Sabía que era un jodido millonario, pero ¿un jet privado? ¿En serio? —preguntó admirada.—Estaba igual de atónita que tú, Shels—respond&ia
—¿Qué le a sucedido? —pregunté con intriga mientras me acercaba a él.—Simples rasguños, estoy bien—respondió, pasando sus dedos por mi rostro—, ¿Te gustó el viaje?—¿Por qué esos hombres nos atacaron? —preguntó—, No me gustó la forma en que fuimos traídas, sin saber a dónde nos llevaban.—Eran enemigos antiguos, querían venganza—respondió—, No tienes nada de que preocuparte, pero te advierto que, si quieres estar conmigo, deberás estar dispuesta salir de la ciudad cuando sea necesario. Y por favor, tutéame.—¿A que te refieres? ¿Estas…eligiéndome? —pregunté, con la voz entrecortada por la sorpresa que causó en mi escucharlo decir aquello—, ¿Si sabes que tendré que encontrar
Habíamos regresado a la tan aclamada ciudad, me costó trabajo convencer a Samuel de que no había escuchado mayor cosa en su conversación con aquellos hombres. Pero lo había conseguido, por suerte, le caía bien. Y no me delataría con Alessandro, quien ya por fin se encontraba bien. Las cosas habían cambiado bastante, ya no bailaba para él. Lo cual era algo aburrido, me gustaba bailar, es lo que soy una bailarina. Leo me había escrito y fue muy tentador decirle que volvería. Pero lo rechace inmediatamente, le había prometido a Alessandro que no bailaría para nadie nunca más. Annie había regresado a su colegio, tenía amigas y luego de las clases solía ir a sus casas o ellas venían. Era gratificante, verla tan feliz y alegre. Las niñas eran de buena familia y muy bien portadas, solo había una que era un poco rebelde.Les hab&iac
Baje desconcertada y con algo de temor, no entendía mucho sobre esa nota. ¿Quién podía ser? ¿Qué era lo que yo no conocía? Al llegar al lobby, saludé al guardia y salí al pórtico, Alessandro estaba parado al lado de su auto. Lucia impecable, con su traje de diseñador en color azul marino. Estaba recién afeitado y podía notar que también se había cortado su cabello. Baje las escaleras al encuentro y me acerque sutilmente hasta él, sentía un extraño cosquilleo por toda mi columna vertebral. Me atrajo hacia él con fuerza y deposito un suave beso en mis labios.—Estas hermosa, Mia—saludó al separarnos, por la falta de aire.—Gracias, tú también luces muy bien—respondí sonriente—, ¿A dónde vamos?—Es una sorpresa, mi lady—dijo galante, abriendo la puerta
Desperté sintiendo los rayos de la luz del sol en mi cara, se filtraban por la ventana abierta. Me removí un poco en la cama, empujando sin culpa a Alessandro. Lo vi dormido, disfrutando sus horas de sueño. La luz adornaba su rostro, dejándole verse mas guapo de lo común. Intente levantarme, pero me abrazo con fuerza, atrayéndome.—¿A dónde vas? —preguntó con su voz ronca, adormilada.—Quiero prepararte el desayuno…—iba a continuar, cuando fui interrumpida por disparos.¿De nuevo? ¿Disparos? Los gritos de samuel resonaban por toda la cabaña, me asusté y abrí mucho los ojos cuando Alessandro sacó un arma de su mesita de noche. Se vistió rapidísimo y yo solo alcance a colocarme el vestido, me tomo de la mano y me arrastró fuera de la cabaña, corría mientras me llevaba a rastras, me molestaba las
Había conversado con Shels todo lo que había sucedido, estaba tan asustada y confundida como yo. ¿Por qué todo era tan complicado? Nunca me había puesto en el plan de conocer o salir con nadie, ¿Por qué cuando por fin decidía hacerlo pasaban estas situaciones? ¿Acaso moriría sola? Respiré con profundidad y tomé mi bolso, eran cerca de las tres y media de la tarde. Estaba lista para saber un poco mas de quien era realmente Alessandro.—Shels, Annie, ya me voy—avise—, ¡Les deje preparado café con galletas!—Adiós tía, cuídate mucho por favor—respondió Annie.—Tranquila amiga, estaremos bien—respondió Shels.Baje tranquila en el ascensor, mientras mi mente daba muchas vueltas. ¿Quién era específicamente la mujer que se había comunicado conmigo? ¿Acaso a