Ansiedades.

April en su desesperación le marcó a Sarah y unos minutos después se encontraron en la mansión. En cuanto Sarah la vio se asustó mucho, pues ella estaba exaltada y su rostro estaba pálido.

—Debes calmarte amiga, sabías desde el principio que podías correr este riesgo.

—Soy una estúpida. En cuanto lo vi, lo único que deseaba era lanzarme en sus brazos y decirle lo que verdaderamente siento, decirle que tendremos un bebé y que podemos formar una familia. No entiendo qué me pasa. Está, no soy yo.

—Debes tener calma y estás debilidades, son muy frecuentes en personas en estado de embarazo.

—¿Por qué? ¿Por qué no pudo ser normal, por qué siempre tengo que sufrir?

—¿El que hizo en el momento que te vio?

—Eso es lo peor de todo amiga. Se quedó allí de pie mirándome a los ojos y luego miró mi vientre. Él no hizo nada, pensé que vendría detrás de mí.

—¿Cómo sabes que no lo hizo?

—En cuanto bajé por el ascensor ya estaba el taxi esperando por mí, caminé y entré al taxi, en ningún momento lo vi.
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