Esa mañana Sarah se sentía muy mal. Ella no estaba comiendo cómo debía de hacerlo y esto le estaba provocando un fuerte dolor de estómago. Ella se quejaba desde que salió de la cama, pues de solo respirar profundo, sentía una fuerte e intensa presión abdominal.

—Vamos al hospital, estás muy mal. —se ofreció de inmediato Lucas.

—Sí. No me siento nada bien.

En el momento que se estaban preparando para irse, se escucharon los cristales romperse contra la pared y pareciera que todo se derrumbaría en cualquier momento. —¡No puede ser!

—Te tocará atenderlo y buscar la manera de que se tome el sedante. —¡Ah! Ella se quejaba al hablar por el fuerte dolor que sentía.

—Te voy a pedir que soporte unos 10 minutos. Yo iré a llevarle el café y luego a nos vamos al hospital.

—No creo que sea una buena idea que lo dejes solo para llevarme.

—Entonces vamos a llamar a una ambulancia.

—Aunque me siento mal y me duele mucho, no creo que sea tan grave para llamar a una ambulancia.

—Entonces me esperas y y