El grupo de Estella subió las escaleras entre risas y bromas. Alice, parecía haber recibido una inyección de adrenalina.
—¡Espera que la vieja Roxie se entere! —exclamó emocionada—. Después de que lo bese y lo abrace le va a dar el sermón de su vida, ja, ja, ja —Alice produjo una expresión de extremo placer, Estella negó con la cabeza y lamentó la suerte de los Taylor, pues la abuela Roxanne, era todo, menos una anciana dulce y cariñosa.
—Oh, Dios, el terror de la abuela Roxie —se quejó Mona, recordando viejos tiempos.
—La abuela es cool —aseguró Rani—, al menos es mejor que mi abuela.
Los chistes continuaron, Estella se preguntó si al pobre Denzel le estarían zumbado los oídos en ese momento.
—Lo digo en serio —insistió, ajustándose la falda mientras
El pasillo del hospital estaba sumido en una tensa quietud, interrumpida únicamente por el eco de los pasos apresurados del personal médico y el murmullo de voces lejanas. Denzel apoyaba la espalda contra la fría pared, su teléfono pegado al oído mientras intentaba, una vez más, comunicarse con Estella. El tono de llamada repicaba una y otra vez, pero no había respuesta.Frunció el ceño, sintiendo cómo la preocupación crecía dentro de él. Era el décimo intento, y cada vez que la llamada caía al buzón de voz, sentía un peso más grande sobre sus hombros.«¿Por qué no responde?»En ese momento, una presencia familiar lo sacó de sus pensamientos. Los señores Carlson llegaron con paso decidido, irradiando autoridad incluso en medio del caos. El señor Carlson, con su cabello plateado perfe
—Te lo pregunto una vez más, Aurora —su tono era gélido, cada palabra medida como un disparo letal—. ¿Estás segura de que vas a acusar a Estella de intento de asesinato? Porque yo sé perfectamente qué sucedió.Aurora abrió la boca, pero las palabras no salieron. El miedo la paralizaba. Sabía que Alice no era una mujer de promesas vacías, y la frialdad en su voz era un aviso claro de que había traído pruebas. Incapaz de responder, bajó la mirada, sus manos temblorosas agarrándose con fuerza a las sábanas. Alice soltó un resoplido de desprecio.—¡Perfecto! —exclamó. Su sonrisa dura y sarcástica era tan afilada como su mirada. Caminó hasta la televisión instalada en una esquina de la habitación. Con un movimiento deliberado, extrajo un pequeño dispositivo USB de su bolso y lo conectó al puerto—. Veamos lo que realmente pasó.La pantalla cobró vida, y el video comenzó a reproducirse. Al principio, solo mostraba una vista tranquila del pasillo del segundo piso de la mansión, las decoracion
Alice entró al elevador con pasos firmes, dejando a Denzel inmóvil en el pasillo, atrapado en un limbo de miedo y culpa. La visión del video, el golpe sordo de Estella contra la repisa, la sangre expandiéndose en el suelo; todo seguía girando en su mente como un tormento infinito. Cada imagen era un recordatorio cruel de su incapacidad para protegerla, de sus decisiones equivocadas.«Si no me hubiera ido con Aurora… Si hubiera buscado a Estella primero…»La culpa lo asfixiaba. Había confiado ciegamente en las palabras de Aurora, en su llanto, en su desesperación bien calculada, sin detenerse un momento a pensar en las consecuencias. Había dejado a Estella sola, en la misma fiesta, rodeada de extraños, y ahora ella pagaba el precio de su debilidad.«Aurora no me necesitaba…» pensó con amargura, cerrando los ojos con fuerza.Si tan solo hubiera hecho lo correcto, si hubiera actuado como un hombre en lugar de dejarse llevar por viejos lazos y emociones mal resueltas, sabría exactamente q
Los días transcurrían con una lentitud dolorosa para Denzel. Desde aquella noche en el hospital, no había conseguido hablar con Estella. Todos sus intentos de comunicarse con ella habían sido bloqueados; incluso los mensajes que envió quedaron sin respuesta. La indiferencia tecnológica se sentía más cortante que cualquier palabra de rechazo directa.La única vía de información era Zack, quien de vez en cuando le daba noticias de Estella. La actualización más reciente había sido un rayo de esperanza mezclado con amargura: Estella estaba estable, pero necesitaba permanecer en el hospital una semana más para monitorear la contusión en su cabeza. Las demás heridas, aunque superficiales, requerían seguimiento. Un cirujano plástico trabajaría para minimizar las cicatrices, y según Zack, las secuelas físicas serían casi inex
Denzel estaba en su oficina en DAZCO, rodeado de informes y documentos que había dejado pendientes durante semanas. Finalmente, había conseguido retomar sus labores, gracias en parte a las sesiones de terapia que poco a poco le devolvieron algo de claridad.Se frotó los ojos con cansancio, dejando el bolígrafo sobre el escritorio. Sentía el peso de la fatiga, pero también una pequeña chispa de satisfacción al recuperar la sensación de control sobre su vida laboral.Mientras cerró los ojos unos momentos, las palabras del doctor Hayes regresaron con fuerza a su mente: «Enfrentar su pasado no es un lujo; es una necesidad si quiere avanzar». Había pasado semanas procesando el consejo, sopesando el momento adecuado para confrontar a Aurora. El solo pensar en ello lo hacía sentir vulnerable y agotado, pero también sabía que era inevitable.Un golpe suave en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Su asistente entró con una expresión indecisa.—Señor Taylor, la señorita Carlson está aquí. Dic
Una semana había pasado desde que Denzel regresó de su encuentro fallido con Estella. En todo ese tiempo, no había salido de su casa. Las persianas estaban cerradas, y el aire cargado del apartamento hablaba de un hombre sumido en su propio abismo. La pila de platos sucios en el fregadero, el desorden de ropa en el sofá y las botellas vacías que había acumulado desde los días más oscuros de su depresión reflejaban el estado de su mente.No fue el alcohol esta vez lo que lo mantuvo en un estado letárgico, sino la pura ausencia de voluntad. Había cumplido su ciclo: había enfrentado a Aurora, había admitido sus fallas, y había perdido a Estella.No quedaba más por hacer.O al menos, eso era lo que se repetía mientras permanecía sentado en el sillón, mirando al vacío con los ojos hundidos y sin brillo.La preocupación por Denzel había ido escalando entre su círculo cercano. Alice, quien había evitado hablarle desde el accidente de Estella, finalmente decidió que era hora de intervenir. Au
El sol de la mañana se filtraba perezosamente por las rendijas de las persianas, llenando la sala con una luz tibia que apenas lograba suavizar el ambiente cargado. Denzel estaba sentado en el sofá, con la laptop frente a él. La pantalla brillaba intensamente, mostrándole la lista interminable de mensajes que había recibido en su cumpleaños. Su mirada estaba fija en un archivo en particular, destacado entre los demás.El mensaje de Estella.Habían pasado dos días desde que Alice lo visitó y lo sacó, aunque fuera momentáneamente, del agujero negro en el que estaba sumido. Durante ese tiempo, había buscado entre los cientos de felicitaciones y videos que había ignorado el día de su cumpleaños, revisando uno tras otro con una mezcla de ansiedad y aprehensión. Finalmente, lo había encontrado: un archivo con el nombre de Estella en el asunto.
Denzel ajustó el cuello de su abrigo mientras salía de su auto, el aire otoñal de noviembre envolviéndolo con una brisa fría que cargaba las hojas secas del pavimento. Habían pasado cinco meses desde aquel día de su cumpleaños, cinco meses desde que vio el mensaje de Estella.En ese tiempo, había asistido a terapia de manera constante con el doctor Hayes, un compromiso que, aunque arduo, había comenzado a darle una sensación de estabilidad.Sin embargo, aquella mañana se sentía particularmente decaído. Estas fechas le recordaban el caos del año anterior, cuando su relación con Estella había llegado al borde del abismo. Los recuerdos lo golpeaban con una fuerza que intentaba mitigar con ejercicios de respiración que el doctor le había enseñado. Aún así, la melancolía se filtraba en sus pensamientos como un invit