DANISHKA. El corazón latía desbocado en mi pecho mientras Roman me miraba con una intensidad que me hacía sentir desnuda, aunque aún conservara la blusa que me cubría. Su mirada, fría y penetrante, parecía atravesar cada capa de tela, cada barrera que intentaba mantener intacta mi privacidad. — No lo haré — dije con determinación, tratando de mantener mi voz firme a pesar del miedo que me invadía. Roman no parecía dispuesto a aceptar un no como respuesta. Sus ojos, oscuros y despiadados, brillaban con una ira apenas contenida. Me sentí acorralada, como si estuviera a punto de ser devorada por un depredador acechante. — Te lo advierto, Danishka Delaney — su voz era un susurro amenazante —. Si no te quitas esa blusa, lo haré yo mismo. Y no seré tan suave. Su amenaza resonó en mis oídos como un eco ominoso. No podía permitir que me obligara a hacer algo que me causaba tanto dolor y vergüenza. Pero la certeza en sus ojos me dejó sin aliento, su determinación era palpable. Me alejé de
DANISHKA.— Lo vio, Dani, y tú nunca permitías que alguien más lo vea. ¿En verdad te sientes segura con él? — preguntó. Ésta vez no había rastro de burlas en su voz, no había rastros de intentar bromear en su rostro. Ella estaba preguntando en serio —. Tú eres mi mejor amiga, y te quiero. Roman es un hombre que ha demostrado tener sentimientos sobre ti; pero eso no quita que sea un mafioso y que pueda darte la vida que deseas.— Dudo que lograra tener esa vida, Marta — susurré, mientras me volvía a colocar la blusa —. Un ruso al que no conozco o recuerdo, quiere mi cabeza.— No te harán daño.— ¿Qué más daño podrían hacerme? Estoy sin recuerdos, pero marcada de por vida — respondí —, y el hombre que me gusta acaba de besar esas cicatrices.La sorpresa dibujada en el rostro de mi amiga, era algo raro de ver. Una sonrisa se dibujó en sus labios.— Acabaste de admitirlo. Te gusta — murmuró. Se puso de pie y dio varios saltos —. A Dani le gusta un hombre.¿Me gusta Roman?Desde el primer
DANISHKA. Me obligaron a caminar el extenso camino, hasta llegar a la parte trasera de la mansión. Una parte donde nunca antes había venido, y me sorprende la cantidad de hombres que la están rodeando. — ¿Te sorprende los enemigos que tiene tu hombre? — frunzo el ceño por la forma en que dice aquellas palabras. — Me sorprende lo cobarde que son para traicionarlo — respondí, con valentía. El hombre me toma del cabello del cabello, y me pega a su rostro mirándome con tanto odio que es imposible describirlo. — ¿Valentía? Eso es lo que necesité para poder estar de este lado — granó con tanto odio. pude detallar entonces el corte en su rostro y el ojo ausente —. Mira lo que me hizo ese hijo de puta. Basura. Debería estar muerto, y lo estará. Me suelta con brusquedad y el hombre que me había sacado de la habitación me sostiene, pero vuelve a empujarme hacia el joven. Parecía una pelota de pimpón de aquí para allá. — ¿A ti también te lastimó? — pregunté, cuando me subieron al coche. —
ROMAN.— ¿Cómo mierda ocurrió? Quiero a todo el escuadrón buscándola, en cada rincón de esta puta y maldita ciudad — grité con un miedo siendo aplastado para no mostrarle a los demás.La mafia era peligrosa, y si eras capturada por ellos, mucho más. Las cosas inimaginables que pasaban por mi mente de lo que podrían hacerle, me hacía temblar; pero debía mantenerme serio.— La amiga de la señora, aún no despierta — informa Saúl.— Me traicionaron. Me traicionaron en mi casa y se llevaron a mi mujer — grazné —. No me importa en estos momentos su amiga; me importa ella. ¿Sabes lo que podrían hacerle?— Sobrino, debes mantener la calma. Vamos a encontrarla — interviene mi tío, quien ha estado sentado en el sofá en todo este tiempo, sin mover un dedo —. Ya están buscándola por todas partes.— Saúl, ¿has recopilado la información de su pasado? ¿Qué fue lo que hicieron sus padres?— Sus padres no solo traicionaron a la Bratva, sino también…— ¿A quiénes?— A tu padre — respondió mí tío, hacie
DANISHKA. No tenía idea de quien era este hombre. ¿El ruso que quiere mi cabeza? Su acento es muy diferente, sin embargo, por la forma en que me observa, se puede detallar el odio hacia mí o hacia mis padres. No lo sé. Pero, tengo miedo. — Así que, tú eres la joven que Roman buscaba desesperadamente — masculla, caminando a mi alrededor —. Te ves bien. Lástima que no eres mi tipo…, pero al parecer, el de mis hombres, sí. —¿Qué quieres? — musité, intentando mantenerme fuerte. Mis brazos dolían de estar colgada —. Ni siquiera sé quién eres. — Entonces, los rumores son ciertos. De que no tienes memoria de tu pasado — murmura. Es un hombre alto, canoso. Para muy mayor, pero definitivamente, se mantiene —. Eso no es impedimento. — No quiero problema. No sé qué fue lo que hicieron mis padres para que los mataran, pero yo… — ¿Tus padres? Más que nada, tú eres la causante, niña — graznó, posicionándose frente a mí —. Más vale que empieces a recordar donde ocultaste mi oro, de lo contrari
Cada vez que aquel metal caliente se acercaba a mi piel, un grito desgarrador salía del fondo de mi garganta. Todos ignoraban mis súplicas. Todos ignoraban mi llanto, ignoraban el dolor que me ejercían.— ¡Necesito saber todo! — exclamó con una voz cargada de ira —, o todo tu cuerpo estará marcado por mí. Reabriré tus heridas y desgarraré tu alma como lo hicieron los Brandon.El hombre sigue culpando a Roman de mi pasado, y me cuesta aceptar que sea verdad. Él es capaz de muchas cosas, pero no puedo aceptar que tenga algo que ver con la muerte de mis padres, con mis heridas.La mete me da vuelta, no tengo fuerzas para hablar, mucho menos para gritar cuando siento que alguien, desgarra mi camisa por la espalda, y deja al descubierto todas las cicatrices de un pasado tumultuoso, que poco a poco llegan a mi mente.— Ya no puedo más… — susurré, recibiendo el primer latigazo.El dolor se extendía por todo mi cuerpo, envolviéndome en una agonía indescriptible. Cada golpe, cada tormento, era
ROMAN. La sala de espera del hospital se había convertido en mi propio purgatorio personal. El tiempo parecía estirarse hasta el infinito, cada minuto que pasaba sin noticias de ella aumentaba mi ansiedad hasta límites insoportables. Mis manos temblaban ligeramente mientras esperaba, aferrándome al frío metal de la silla como si fuera mi única conexión con la realidad. El zumbido constante de la actividad a mi alrededor solo servía para aumentar mi sensación de impotencia. Los médicos y enfermeras iban y venían, con rostros tensos y palabras susurradas que no podía entender. ¿Por qué tardaban tanto en atender a mi mujer? ¿Qué estaba pasando dentro de esas malditas puertas que me mantenían alejado de ella? Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de Saúl, su presencia imponente cortando a través del aire cargado de tensión. Levanté la vista para encontrarme con su mirada, buscando desesperadamente alguna señal de esperanza o consuelo. Pero lo que vi en sus ojos solo aumen
ROMAN.Más tarde, me vi obligado a salir de la habitación, pues tenía asuntos importantes que resolver. Uno de ellos era la captura del bastardo que mandó a secuestrarla.Una vez en el pasillo, saqué el celular y marqué el número del único ruso decente que conozco.— Sabía que llamarías. — Su voz ronca al otro lado —. Estoy en la misma clínica que tú.Fruncí el ceño sin comprender.— ¿Me estás vigilando? — cuestioné, con la rabia apoderándose de mí.¿Cómo se atrevía?— Tengo cosas más importantes que hacer, Roman, que estar vigilando tu culo personalmente — gruñó —. Vine a ver a… a una amiga. Te espero afuera.Con pasos decididos caminé hasta el lugar que me dijo. Nunca supe de que a ese idiota le gustara alguien, y que estuviera herida. Ahora la curiosidad pesa en mi mente, e investigar de quien se trata es mi deber, por lo que le tiro un mensaje a Saúl, cargándole con otro trabajo más.Él estaba afuera, sentado en una de las bancas, fumándose un cigarro, mirando en algún punto fijo.