—Gracias por lo que acaba de hacer, pero yo no soy de nadie.
—Ahora mismo me perteneces…
—No, yo no le pertenezco a nadie, porque no soy una propiedad, un objeto ni una mascota. Soy una persona, independiente y que no le responde a nadie.
—No me mientas —le dice acercándose a ella, pero Alessia no se inmuta—. Deja de decir que no eres de nadie, porque anoche mismo dormiste con tu «amigo», el pintor.
—Sí, como muchas veces —le dice ella sin titubeos—, pero a diferencia de usted, seguramente, yo puedo dormir con alguien del sexo opuesto sin quitarme la ropa. Eso para mí no tiene sentido, es una distracción a mis propósitos.
—¿Distracción? ¿Alguna vez lo has hecho?
—¿No acaba de oír que para mí es una distracción? —le dice ella de malhumor, solo quiere terminar esa est&uac
Los días van pasando rápido, más de lo que Alessia pensaba, y así ya había pasado una semana. Una muy interesante, por cierto, en donde se había establecido una rutina muy divertida, al menos para ella.La mañana siguiente de llegar a la mansión de Amaro, se duchó y vistió muy linda. Puede que le dijera a Amaro de cierta manera que no tenía ropa para vestirse bien, pero no era del todo cierto, aunque eso de los vestidos sí que era verdad, porque no son de su completo agrado.Pero, esa mañana se le antojó vestirse con un pantalón de tela de corte recto, con un lazo delicado a la altura de la cintura, una blusa con vuelos semitransparente de color blanco, perfecta para el pantalón beige. Zapatos bajos, una coleta alta y maquillaje suave, se veía hermosa, de unos veinte y con esa sonrisa que no se borraría ni cuando Amaro quiso pelear con ella porq
Tras el almuerzo, Alessia se sentía cansada de estar encerrada allí en la habitación, por lo que tocar en el balcón no era suficiente, así que al ver el claro que la invitaba a tocar en medio de los árboles, se le ocurrió que sería una muy buena idea ir allí.Por eso no dudó en salir, decir que daría una vuelta en el jardín para buscar un lugar cómodo en dónde tocar y sin perder la posición de su ventana, caminó directo a donde se suponía que iba. Y llegó.—Este lugar es… es mágico.La hierba estaba baja, había una roca en medio, en donde ella se podía sentar e incluso podría dormir. Pero primero, era tocar.Sacó su violín, tocó un lindo La de cuatro tiempos y sonrió satisfecha, porque era mejor de lo que esperaba. Sacó su libreta, su lápiz y comenz&
Cuando Alessia abre los ojos a la mañana siguiente, se sienta en la cama y se ríe en lo que se levanta.—Sí, él… el CEO de uno de los conglomerados más importantes del mundo se iba a quedar cuidándome toda la noche… ni que fuera tan valiosa…Pero la puerta de su habitación se abre, dejándola callada cuando ve quien está entrando por ella.Luego de salir de la habitación, la noche anterior, Amaro bajó a comer algo rápido y luego corrió a su cuarto para bañarse, colocarse algo cómodo e irse a cuidar de Alessia. Veló su sueño toda la noche, mientras estaba sentado al lado de su cama en una silla incómoda leyó todo un balance de su empresa y le hizo algunas objeciones.Alessia tuvo un sueño tranquilo, sólo un par de veces se quejó y arrugó el ceño, como si algo le dol
«¿El príncipe de la Bella Durmiente?», piensa Alessia sin creerse esa respuesta tan boba.Alessia se lo queda mirando como si tuviera dos cabezas, mientras que Amaro solo se sienta en la cama, enciende la lamparita y apoya la espalda en el respaldo de la cama, con esa sonrisa que no es de satisfacción o suficiencia, sino una de honesta, genuina… Alessia no se la puede explicar.—¡¿Es en serio?! —exclama finalmente, porque si el silencio sigue, la aplastará.—¿Me ves cara de estar bromeando? —le dice él con calma—. Debo decir que me sorprendió despertar con semejante vista tan hermosa, no me pude aguantar a despertarte así.—¡Eres un… un… aprovechado! —dice ella girándose para salir de allí, muerta de vergüenza.Amaro salta de la cama y la toma del brazo, con delicadeza y la rodea ha
Ya que la cena Amaro decidió que sería mejor hacerla un viernes, pues ya es viernes y Alessia está con cara de perro a punto de hincarle el diente a alguien, en lo que se coloca aquel vestido de color azul, de escote strapless y de corte recto, pero que a ella se le ajusta dejando una vista increíble.No la malentiendan, el vestido lo eligió ella, le encanta, pero la razón para usarlo… no mucho.«Cambia la cara, que te saldrán arrugas y no quiero verme vieja, además tú fuiste la cobarde que no quiso responder». Sí, hasta su consciencia la molestaba y ella solo quería que se callara.Las cosas no eran sencillas, no era admitir algo y listo, porque nada con Amaro era sencillo.Ella había hecho un escándalo por tener que irse con él, los primeros días no había dejado de pelear, pero todo había cambiado y no entendía
Alessia se sentía aturdida, entre furiosa, asustada y avergonzada.Y es que no estaba preparada para que la mano del barón se posara en la mitad de su muslo, sin nada de pudor y de timidez. Nada.Aquel hombre había puesto su mano en su pierna y ella solo atinó a pararse bruscamente para salir de allí, porque si se quedaba, era obvio que terminaría dañando la relación entre Amaro y su socio. Podía ser su protegida, su orgullo porque estaba invirtiendo en ella mucho dinero para que le compusiera una melodía, pero no valía tanto como para perder dinero por una reacción de ella.Camina a la escalera, hasta que una mano la toma por el brazo, ella se gira asustada, pero al ver que es Vittorio, se relaja un poco.—Alessia —la tutea por primera vez en la noche y se siente bien decir su nombre—, ¿qué te pasó? ¿Por qué saliste as&
Alessia ya tiene casi un mes en la casa de Amaro y solo quiere regresar a la mansión Marchetti, porque sencillamente allí no se siente a gusto. Y no es por falta de atenciones o porque el hombre esté odioso con ella nuevamente, es más bien por lo que ella está sintiendo y se niega a reconocer.Por su parte, el italiano no sabe cómo abordarla, porque luego de la cena tuvo que irse, en ese momento pensó que por un par de días, pero el asunto se extendió casi diez días y estaba desesperado porque tan solo había hablado con Alessia un par de veces por teléfono.El tema era que entre ellos no había mucho que hablar, cuando en realidad los dos tenían tantas cosas que decirse. Por eso, ahora que Amaro va bajando del avión, siente mariposas en el estómago, el chofer lo acompaña al auto y le dice que ya está todo listo para que se vaya a la empresa.
Virginia Leone en cuanto se baja del avión, luego de un mes viajando por el mundo con sus amigas, decide que quiere ver a su retoño, saber cómo está en persona y así comprobar por sí misma que sus palabras son ciertas, que está bien.Por eso, al subir las escaleras sin que nadie la detenga, no espera a que cuando abre la puerta de la habitación de su hijo, no esté.—Señor Schwartz, ¿dónde está mi hijo? Usted me dejó claro que había llegado de su viaje, ¿me lo están ocultando?—Claro que no señora, debe estar aún en la habitación de la señorita Vitale, quien está enferma…Virginia no lo deja terminar, sale de la habitación y el hombre le indica la habitación de la chica, ella levanta las cejas al ver que está al lado de la de su hijo. Schwartz va a llamar a la puert