Ya que la cena Amaro decidió que sería mejor hacerla un viernes, pues ya es viernes y Alessia está con cara de perro a punto de hincarle el diente a alguien, en lo que se coloca aquel vestido de color azul, de escote strapless y de corte recto, pero que a ella se le ajusta dejando una vista increíble.
No la malentiendan, el vestido lo eligió ella, le encanta, pero la razón para usarlo… no mucho.
«Cambia la cara, que te saldrán arrugas y no quiero verme vieja, además tú fuiste la cobarde que no quiso responder». Sí, hasta su consciencia la molestaba y ella solo quería que se callara.
Las cosas no eran sencillas, no era admitir algo y listo, porque nada con Amaro era sencillo.
Ella había hecho un escándalo por tener que irse con él, los primeros días no había dejado de pelear, pero todo había cambiado y no entendía
Alessia se sentía aturdida, entre furiosa, asustada y avergonzada.Y es que no estaba preparada para que la mano del barón se posara en la mitad de su muslo, sin nada de pudor y de timidez. Nada.Aquel hombre había puesto su mano en su pierna y ella solo atinó a pararse bruscamente para salir de allí, porque si se quedaba, era obvio que terminaría dañando la relación entre Amaro y su socio. Podía ser su protegida, su orgullo porque estaba invirtiendo en ella mucho dinero para que le compusiera una melodía, pero no valía tanto como para perder dinero por una reacción de ella.Camina a la escalera, hasta que una mano la toma por el brazo, ella se gira asustada, pero al ver que es Vittorio, se relaja un poco.—Alessia —la tutea por primera vez en la noche y se siente bien decir su nombre—, ¿qué te pasó? ¿Por qué saliste as&
Alessia ya tiene casi un mes en la casa de Amaro y solo quiere regresar a la mansión Marchetti, porque sencillamente allí no se siente a gusto. Y no es por falta de atenciones o porque el hombre esté odioso con ella nuevamente, es más bien por lo que ella está sintiendo y se niega a reconocer.Por su parte, el italiano no sabe cómo abordarla, porque luego de la cena tuvo que irse, en ese momento pensó que por un par de días, pero el asunto se extendió casi diez días y estaba desesperado porque tan solo había hablado con Alessia un par de veces por teléfono.El tema era que entre ellos no había mucho que hablar, cuando en realidad los dos tenían tantas cosas que decirse. Por eso, ahora que Amaro va bajando del avión, siente mariposas en el estómago, el chofer lo acompaña al auto y le dice que ya está todo listo para que se vaya a la empresa.
Virginia Leone en cuanto se baja del avión, luego de un mes viajando por el mundo con sus amigas, decide que quiere ver a su retoño, saber cómo está en persona y así comprobar por sí misma que sus palabras son ciertas, que está bien.Por eso, al subir las escaleras sin que nadie la detenga, no espera a que cuando abre la puerta de la habitación de su hijo, no esté.—Señor Schwartz, ¿dónde está mi hijo? Usted me dejó claro que había llegado de su viaje, ¿me lo están ocultando?—Claro que no señora, debe estar aún en la habitación de la señorita Vitale, quien está enferma…Virginia no lo deja terminar, sale de la habitación y el hombre le indica la habitación de la chica, ella levanta las cejas al ver que está al lado de la de su hijo. Schwartz va a llamar a la puert
Para Alessia no era la mejor noticia, pero no podía negarse, de todas maneras era normal que la madre de Amaro quisiera ir a compartir con su hijo un almuerzo o lo que ella quisiera. Y eso la alegraba de cierta manera, porque al menos ese tonto de metro noventa y tres tenía un progenitor que le diera en la cabeza de vez en cuando.Termina de peinarse, respira profundo varias veces y se pone de pie para salir con rumbo a la sala, pero Amaro la detiene con su figura apoyada en el umbral de la puerta. Se ve tan guapo el condenado, que debería darle con el arco del violín por ser tan descaradamente atractivo.—¿Nerviosa?—Un poco, sí… pero creo que se me pasará con un besito.—¡Pero que rápido aprende mi novia!—¿Soy tu novia? —pregunta ella dudosa, porque no es algo que hablaran ni que él le pidiera.—¡Claro que sí
Han pasado dos días de la visita de Virginia, Amaro ha estado muy atento a las necesidades de Alessia, pero sobre todo, estuvo siguiendo los consejos de su madre al pie de la letra para poder conquistar a la muchacha.Lo cierto es que solo quiere escuchar esa palabra, tan simple, pero poderosa, aunque no se ha atrevido a preguntarle de nuevo, pero cuando termina de vestirse se decide que ese es el día definitivo.Sale de su habitación con ese porte de dueño del mundo, pero se desinfla en cuanto ve salir a Alessia de su habitación, con un vestido celeste pálido, con mangas hasta el codo, un par de centímetro por debajo de la rodilla, de falda acampanada y canesú de corte princesa con un escote cuadrado, que deja a la vista sus senos.—Buenos días —dice ella con suavidad, quien ha tratado de no tener tanta cercanía con Amaro, porque si lo hace ya no podrá apartarse más
Los días han pasado para ambos como una ligera brisa, donde el caminar de la mano por el jardín o sentarse a oír a la mujer de su vida tocar junto a la chimenea, es parte de la rutina que siempre termina de manera inesperada.Por la mañana Amaro simplemente no quería ir a trabajar, pero Alessia le dijo que ella no andaba con vagos, así que no le quedó más remedio que ir a dar la cara de siempre, porque puede ser un amor con su novia, pero con el resto del mundo sigue siendo el mismo desgraciado de siempre.Ahora que va de camino a casa, solo puede sonreír porque llegará directo a darle un beso a su novia, decirle que la ama y luego acurrucarse con ella en el sofá de la sala, mientras hablan de su día.Pero al entrar a la mansión y ver que hay un auto que le parece familiar allí le causa curiosidad, así que derrapa al estacionarse y se baja sin siquiera cerrar
Decir que Alessia no está nerviosa sería mentir, pero al menos sabe manejarse bastante bien. Cuando Amaro va a su cuarto a buscarla, después de haberse metido directo al suyo para prepararse, se queda como si fuera la primera vez que la ve.—Estás…—¿Quieres que me cambie? Es que tu cara…—¡Dios, estás preciosa! —le toma la mano y se queda allí babeando—. ¡Maldición, Alessia! Esta noche no iré a divertirme, solo a matar con la mirada a cualquiera que se te quede viendo más de dos segundos —se acerca a ella, la hace girar y no puede evitar el gesto que hace con el rostro.Cierra los ojos afligido y se muerde el labios inferior, aquel escote le llega justo a los malos pensamientos en el vestido rojo que se ajusta a su anatomía como si fuera un maldito guante. Alessia se lo queda viendo con expresión divertida, pos
Alessia no necesita ser adivina para saber que esa mujer le provoca de todo a Amaro, aunque nada bueno. —Bella, ¿qué haces aquí? —le pregunta Vittorio notablemente incómodo—. No recuerdo haberte enviado invitación. —No fue necesario, siempre hay alguien que sabe hacer favores —dice ella muy relajada, como si eso fuera normal—. Nos volvemos a encontrar, novia de Amaro. —Así veo, ahora entiendo el por qué de su sorpresa, después de todo ya lo conoce y no en los mejores términos. —¡En eso te equivocas! Amaro y yo nos conocemos muy íntimamente, ¿verdad, prometido? Alessia abre mucho los ojos y antes de que cualquiera pueda decir o hacer nada, ella ya ha dejado la servilleta en la mesa y camina a la salida sin mirar atrás. —Es mejor que de la misma manera que llegaste a la ciudad, te largues, porque si te quedas, no tendrás una vida bonita. Tras su advertencia, Amaro sale tras Alessia, mientras que Vanella la toma por el brazo