Esto ha sido casi un mini maratón, espero que les haya gustado. gracias por seguir aquí. Una abrazo.
Fabricio estaba sentado en la barra del bar donde había quedado con Gia, eran casi las diez de las noches y ella no había llegado. Su mirada se paseó por el lugar y vio que la gran mayoría eran jóvenes, aunque no podía dejar de mirar a un grupo de personas con edades similares a la suya que la estaba pasando bien, al parecer celebraban un cumpleaños. Por enésima vez miró su móvil, eran casi las diez de la noche y no tenía ningún mensaje de Gia. Un par de minutos después cuando estaba a punto de marcharse vio entrar a un grupo de chicos y chicas que tenían pinta de no haber terminado la universidad. Sus ojos se salieron de sus orbita cuando vieron a Gia vestida con un pantaloncillo y top gris con brillos plateados, zapatos de plataforma y un minúsculo bolso que atravesaba su pecho y descansaba sobre su cadera derecha. Los ojos verdes de la joven recorrieron el bar hasta dar con su objetivo sentado en la barra. Una sonrisa seductora se instaló en su boca, se separó del grupo y se acer
Al día siguiente Fabricio aún se daba patadas mentales por lo idiota que había sido. Cuando la noche anterior le dijo a Gia que estaba enamorado de ella, su cara cambió y no para bien.―¿Crees que soy tan idiota como para creerte? ―dijo con la barbilla levantada, aunque su actitud fue desafiante su rostro reflejaba dolor.―No, Gia, no creo que seas idiota, te estoy diciendo lo que siento.―Mira, Fabricio, sé que nunca has estado enamorado de mí, así que esta intento de manipulación te deja muy mal parado, mejor vamos a dejar esto hasta aquí, por favor, vete y déjame en paz.Y se había levantado a bailar, se fue con sus amigos y lo dejó allí tirado.Ese día era sábado y estaba seguro de que la encontraría en casa, seguiría el consejo de Lorenzo y se arrastraría. Con esa nueva resolución se levantó temprano, desayunó y salió a la calle dispuesto a llegar a una floristería por un nuevo ramo de rosas rojas.Al llegar a casa de Gia una doncella le informó que la joven había salido sola e
―¿Dónde está Giorgia? ―preguntó Fabricio a Gia un domingo cuando daban un paseo por el parque ―Desde que regresé de Perú no la he visto, aunque debo confesar que tenía miedo de encontrármela.―Haces bien en temerle, Buelita fue la única que supo que Carmelo era tu hijo y creo que te ganarás un buen rapapolvo cuando te vea. Bueno, como su médico tú sabes como de independiente es la Nonna, así que está en su casa, no hubo poder humano que la hiciera quedarse en casa de Bianca, ni con nosotros una vez que se recuperó. ―Esa es Giorgia ―respondió Fabricio sonriendo mientras empujaba el cochecito de Carmelo.―Al menos aceptó que le contratáramos ayuda, Bianca y yo nos turnamos para ir a verla, esta semana le toca a ella, aunque no quería ir para no tener que contarle lo del secuestro. Imagino que tendrá que hacerlo porque los golpes en su cara aún se ven un poco, no la envidio.―Tuvieron suerte de que se mantuviera en secreto, pero si no se lo cuenta ahora saldrá a relucir en el juicio de
Bianca pensó que si lo único que necesitaba para que su Nonna volviese con ella a Roma era un secuestro se habría auto secuestrado hacía mucho tiempo. Giorgia no podía dejar de mirar los golpes en la cara de Bianca sin estremecerse de pavor.―Que cerca estuve de perderte, Bianca, creo que no podría soportarlo, cuando mi Anna se fue, te tenía a ti y a Gia para no derrumbarme, y cuando tuviste tu accidente agradecía al cielo el no haberte perdido, pero ahora me lleno de miedo al pensarlo. ¡Maldita, Carmina! Es tan mala como lo fue su padre.―Yo también quiero tenerte conmigo, Nonna, me has hecho mucha falta y no solo a mí, sino también a Gia y a mis hijas, sobre todo a Gianna.―Lo sé, he sido una vieja necia y testaruda aferrándome a esta casa, pero aquí están los recuerdos de Anna y a veces siento que la olvido porque se me desdibuja su cara en mi memoria. ¿Cómo puede una madre olvidarse de la cara de su hija?―Ha pasado mucho desde la muerte de mamá, Nonna, nuestros recuerdos tienden
Gia llegó al edificio y entró, saludó al portero y siguió al ascensor, el primer día que Fabricio la invitó a su casa con Carmelo, los anotó en el registro, a ella como la madre de su bebé y a Carmelo como su hijo por lo que podían entrar sin anunciarse.Subió al ascensor y cuando las puertas se cerraron el portero pensó que si debió decirle de la visita que el señor Fabricio acababa de recibir o si debió llamarlo a él para decirle que la señora Gia iba subiendo. Al final se encogió de hombros y siguió mirando su teléfono.Gia estaba nerviosa, sabía que era un atrevimiento presentarse allí o quizás estaba invadiendo su espacio personal, pero como Fabricio siempre le decía que su casa siempre estaba abierta para ella y que siempre era bien recibida no lo pensó más.Cuando las puertas se abrieron lo vio parado en el umbral de su apartamento, aunque iba vestido sus pies descalzos y cabellos húmedos le dijeron que acababa de salir de la ducha.Dos mujeres muy hermosas y de una edad simila
Fabricio salió de la habitación después de la resolución que tomó de no llamar más a Gia hasta que los ánimos estuvieran calmados, porque si por milagro ella le contestaba el teléfono le daría el sermón de su vida. Y sabía que de esa manera no lograría resolver nada. Al llegar al salón se encontró a su prima Sofía sentada hablando con Lorena, ambas especulaban en lo que había ocurrido.―Lamento haber venido sin avisar, Fabricio, es evidente que arruiné tus planes ―dijo Sofía con preocupación ―Mi tía me contó lo de tu bebé y que su madre se negaba a casarse contigo, así que asumí que aún no estabas saliendo con alguien.―No te preocupes, Sofía, estoy seguro de que las cosas con Gia se arreglaran, solo fue un malentendido. Ahora cuéntame, ¿dónde se conocieron Lorena y tú?―Lorena es una reconocida diseñadora en Londres, remodeló mi casa y nos hicimos amigas, planeamos venir a Roma en el verano y lo hicimos juntas. Cuando se enteró de que eras mi primo me pidió visitarte porque tiene un
―Perdón, no quería vomitarte encima ―dijo Gia con vergüenza, aunque sus ojos estaban fijos en el vómito.Fabricio no sabía si ahorcarla o abrazarla, lo que si estaba seguro es de que no la besaría.―Pasen y ubiquen el baño o alguna papelera para evitar nuevos accidentes ―respondió con calma.«Así que todo este berrinche fue porque estaba celosa» pensó con un poco de satisfacción «Y me ama, dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad» reflexionó con más satisfacción aún.Las chicas entraron, Laura y Gaby se apoderaron del sofá más grande, mientras Gia se sentó en el más pequeño, se sentía mucho mejor después de haber vomitado y si se podía estaba más avergonzada aún. Solo había ido porque quería disculparse y terminó diciéndole que lo amaba y que estaba celosa.Y encima le vomitó los pies, «¡Qué vergüenza! Dios mío»Fabricio había desaparecido en la habitación y Gia no sabía si marcharse o quedarse a esperar su regaño porque estaba segura de que de esa no saldría indemn
―Entonces vomitó en mis pies ―dijo Fabricio ante su audiencia.―¡Ay que asco! Gia, ¿cómo pudiste? ―preguntó Bianca.―Soy médico, ¿sabes cuantas cosas asquerosas se ven en nuestra profesión? ―respondió Fabricio.―Fabricio se lo tomó como todas las veces en que la vomité durante el embarazo de Carmelo y él no estuvo para acompañarme, levantarme el cabello y limpiar ―respondió Gia.―Nunca vomitaste en el embarazo de Carmelo ―señaló Dante.―¡Oh, papá! ¿Tenías que decir eso? ―preguntó Gia.―Sí, yo estuve allí en cada momento, y sé que no vomitaste, pero no importa, igual el doctorcito se lo merecía.―Hasta yo que soy su madre creo que lo tenía bien merecido ―dijo Julia.La risa fue general.Era el domingo siguiente y Fabricio había organizado un picnic en el jardín de los naranjos uno de los sitios más románticos de Roma. Toda la familia había sido invitada y también sus mejores amigas Laura y Gaby, cuando todos los invitados llegaron y estuvieron sentado en las mantas que se distribuyeron