A pesar de la máscara de determinación que Mía intentaba proyectar, en su interior, la vulnerabilidad la envolvía como una sombra persistente. Aunque la felicidad bullía en su corazón por la conexión única que compartía con Dereck y Damien, una sensación de fragilidad la atenazaba. Jamás había imaginado verse envuelta en una relación tan peculiar, pero no podía negar que la aceptación de ambos lazos le proporcionaba una extraña tranquilidad. Sin embargo, esa paz se veía amenazada por los murmullos críticos y despectivos que rodeaban su mundo. Cada palabra cargada de juicio se clavaba en su piel, creando fisuras en su confianza. Mía intentaba mantener la cabeza en alto, pero los cuchicheos desagradables pesaban más de lo que admitía. Lo que más la perturbaba no eran las críticas ocultas tras risas disimuladas, sino la confrontación con Pablo, un miembro de la manada que había resultado ser más una piedra en el camino que un aliado. Desde que supo que compartiría el mismo espacio con é
El final del segundo ciclo universitario había llegado, y con ello, el final del invierno y el principio de la primavera. Aunque eso en Oakwood Lane solo significaba un poco menos de frío, pues el clima en la zona siempre era bastante húmedo y nublado.Sin embargo, el inicio de las vacaciones de primavera tenía emocionados a los estudiantes, en especial porque antes de irse, los miembros de la fraternidad Omega Sigma Pi organizaban la fiesta más grande de medio año.Además, se jugaba el último partido de la temporada contra la universidad vecina y rival, la gente de la Bush University que quedaba al sur del país.Con todos los ánimos por las nubes, los cuchicheos y rumores sobre Mía y su relación de tres pasaron a segundo plano, aunque, todavía había una chica que no podía pasarlo por alto y esa era Ginger.La pelirroja ya llevaba unos siete meses de embarazo y una panza enorme que no la dejaba caminar tan bien y le había hecho perder la silueta de sirena que siempre había tenido.El
La noche que había comenzado como un sueño idílico ahora se retorcía en una pesadilla de proporciones apocalípticas. Damien y Dereck, en un intento desesperado por seguirle el paso a Mía, se dieron cuenta de que incluso para lobos normales, ella era demasiado veloz. La angustia creció en ellos, no solo por la posibilidad de que Mía cometiera algún acto irreversible, sino también por una inquietante sensación de que algo más oscuro estaba en juego en el ambiente.Cada uno, por su lado, sintió la urgencia de llegar al origen de la perturbación. Cuando finalmente alcanzaron el claro, la realidad les golpeó con fuerza. El aire estaba impregnado con múltiples aromas, entre ellos el fresco rastro de Mía, pero ella no se encontraba allí.El claro reveló una escena desconcertante: una carpa amarilla solitaria iluminada por la tenue luz de una linterna eléctrica. El temor se apoderó de ellos mientras consideraban la posibilidad de que Mía, en su frenesí lobuno, hubiera atacado al humano.Las s
El fuego que quemaba sus venas fue lo que la hizo despertarse de golpe. Mía abrió los ojos; ni siquiera notó que estaba envuelta en la obscuridad absoluta. El dolor la invadió de inmediato, se sentía débil, más débil incluso que cuando era una simple humana. Pronto se dio cuenta de que estaba atada de manos y pies, y las sogas que la envolvían también le quemaban la piel como si le hubieran puesto algún químico corrosivo que lentamente le consumía la carne hasta dejarla enrojecida y llena de llagas.Las lágrimas escaparon de sus ojos, presa del miedo y la angustiante agonía. No tenía idea de dónde se encontraba, tampoco sabía lo que había ocurrido, ni cómo había llegado hasta allí. No podía ver nada y cuando las sensaciones empezaron a regresar a ella, se dio cuenta de que tenía una venda en los ojos.Intentó agudizar sus otros sentidos, el olfato y el oído; pero por extraño que fuera, no podía percibir nada, era como si estuviese en un vacío absoluto.El pánico la invadió, trató con
Nunca se había visto a dos hombres lobos Alfa frenéticos por encontrar a una misma luna; pero, así era como estaban, frenéticos; como si dejar pasar un segundo más representara que ella moriría.La manada corría a toda velocidad a través de los bosques que conectaban Oakwood con Fangvale, ya que ese era el único lugar que tenían como pista para hallarla.Damien y Dereck no podían ni verse a las caras, ambos sabían muy bien la urgencia de la situación; en especial Damien, quien conocía muy bien los métodos de tortura que su padre era capaz de emplear contra sus enemigos solo para entretenerse.Damien no podía evitar sentirse culpable por lo que estaba pasando, después de todo, él había llevado a su padre directamente hasta Dereck y también era quien había convertido a Pablo en un lobo. No quiso admitirlo frente a ninguno, pero sabía en el fondo que tenían razón cuando le echaban la responsabilidad de lo que estaba sucediendo.La urgencia se sentía en el camino que trazaban, la noche si
Mía no sabía si habían pasado horas o días desde aquella noche que trató de escapar. Al final los lobos la habían acorralado, y el Alfa Roran le dio una bofetada que la arrojó con violencia contra el piso. Su cuerpo debilitado por el acónito le impidió defenderse. Acabó arrojada en el suelo con la dignidad pisoteada y puesta una vez más en ese cuarto sin ningún tipo de ventana o rendija que le diera la ubicación de dónde se encontraba.El frío y el dolor que la invadían no se comparaba con la angustia dentro de su pecho. A pesar de lo que estaba sufriendo su única preocupación eran Dereck y Damien. Sabía que era solo cuestión de tiempo para que la encontraran y entonces se desataría una pelea salvaje donde alguien tenía que salir perdiendo; el único problema era quién.Allí en la oscuridad de ese lugar claustrofóbico, se encogió sobre sí misma y lloró, dejó que toda la pena saliera de su cuerpo, porque sabía que la próxima vez que viera a Roran o a Pablo, no les demostraría que estaba
La nueva y extraña amalgama de fusión entre Damien y Dereck era algo que jamás se había visto en toda la historia de los lobos. La sensación era indescriptible, como si sus mentes se hubieran convertido en un intrincado tejido de pensamientos y emociones, entrelazándose en una danza cósmica. Por supuesto, compartían un mismo cuerpo, pero más allá de la piel y los huesos, existía una conexión profunda que trascendía cualquier comprensión.En medio de ese espacio oscuro y vacío, fuera del tiempo y de toda lógica, Dereck se encontró inicialmente desorientado. No sabía distinguir dónde terminaba él y comenzaba Damien. Se observó las manos, ahora equipadas con garras afiladas, y su pelaje, una mezcla de tonos marrones y blancos platinados que nunca había tenido. La realidad parecía doblegarse a su voluntad recién descubierta.«¿Qué es esto?», se preguntó Dereck, su voz resonó en la vastedad del espacio sin límites.En respuesta, Damien habló dentro de su mente, una voz que no provenía de n
Mía estaba segura de que había visto la luz cuando el estudiante la ayudó a salir del agujero donde estaba metida. El chico ahogó un jadeo, impactado por el estado en el que se encontraba. Como pudo la arrastró por el suelo y la recostó con cuidado.—¡Por Dios! ¿Estás bien? ¿Qué te sucedió? —preguntó sin poder dar crédito a lo que veía. Mía lo vio a los ojos y pensó que seguramente el chico creería que todo eso se trataba de una alucinación.Pronto se dio cuenta de que en ese lugar no había nadie más que él, y que era de noche. ¿Cuánto tiempo se había demorado en cavar el agujero que le dio la libertad? No tenía idea de eso, solo sabía que al fin la pesadilla había terminado.Mía trató de ponerse de pie, pero todavía seguía muy débil por el acónito en su cuerpo. Su loba interior jadeaba por cazar, se relamía con la sola idea de hincar los dientes en el cuello de ese chico y dejar que la sangre le chorreara por los colmillos. Un poco de caza y la adrenalina haría salir de su sistema el