El corazón de Mía latía tan rápido que estaba segura de que se saldría de su pecho. Corrió por el pasillo, pero se detuvo a la mitad al darse cuenta de que Dereck no iba tras ella. Por primera vez sintió un verdadero miedo de que a él le sucediese algo malo. Tomó aire y se limpió las lágrimas, estaba dispuesta a volver cuando escuchó a los tres chicos salir corriendo despavoridos. Entonces pensó lo peor; o él les había hecho algo terrible, o ellos lo habían lastimado. Se apresuró a volver y entonces lo encontró apoyado sobre el lavabo como si estuviese sufriendo. Dereck volteó a mirarla y en el momento en que le habló, ella supo que tenía que abrazarlo. No entendía muy bien los mensajes que le daba su propio cuerpo, solo estaba segura de que él la necesitaba en ese momento. Lo rodeó con sus brazos y apoyó la cara contra su pecho. Los latidos de Dereck se regularon casi al instante. Mía era su paz, mía era todo lo que él necesitaba para volver a estar en control. Ella sintió los bra
La habitación en la que se encontraban se convirtió en un remanso de emociones, impregnado de una atmósfera embriagadora de romance. Mía y Dereck se hallaban inmersos en un silencio cargado de significado, donde cada mirada sostenida encendía la chispa de una conexión profunda. La tensión entre ellos era tangible, como si la habitación entera se hubiera impregnado con la electricidad de su complicidad. Sus corazones latían al unísono bailando al compás de una melodía secreta que solo ellos podían escuchar. En el aire flotaba un deseo inmenso, un anhelo que se expandía como un huracán contenido a punto de desatar su furia. Cada gesto, cada suspiro, parecía un preludio a la erupción de sentimientos que los consumía. Mía podía percibir la mirada ardiente de Dereck, la intensidad de sus ojos que la recorría con una calidez inconfundible. Era como si en aquel momento el mundo se hubiera detenido para concederles un espacio donde solo existían ellos dos. El magnetismo entre ambos era inneg
Mía se despertó la mañana siguiente con una sensación renovada. Abrió los ojos con lentitud y se vio envuelta en las sábanas de la habitación de hotel entretanto miraba hacia la ventana. Los recuerdos lujuriosos de la noche anterior azotaron su mente, las caricias de Dereck todavía estaban impregnadas en su piel, al igual que su delicioso aroma cítrico. Ahora su piel ya no solo tenía ese olor a lavanda y chocolate, pues se había mezclado con el de él. Suspiró y sintió cómo su piel se erizaba, creyendo que todo eso seguía siendo parte de un sueño, pues cuando se dio vuelta, él no estaba a su lado. No obstante, las dudas se despejaron cuando se incorporó sobre la cama y descubrió que seguía desnuda. En ese momento escuchó la ducha del baño abrirse y entonces su corazón se aceleró. «¿De verdad lo hemos hecho?», se preguntó en su cabeza, a la vez que se ponía de pie con un salto. El efecto del alcohol se le había pasado, así que toda la vergüenza que había suprimido anoche le llegó de
Al principio, Dereck se debatía internamente entre su deseo de proclamar al mundo su relación con Mía y la complejidad de su situación. La había marcado como suya, una sensación que lo impulsaba a gritar al mundo su amor por ella. Sin embargo, sabía que las visiones de ambos sobre su relación eran totalmente contrarias. Mía, con una perspectiva más humana, no compartía la misma idea de una unión eterna o un vínculo mágico que la ligase a él como su único compañero de por vida. Para ella, el presente y las posibles repercusiones sociales importaban más que cualquier compromiso. Sus preocupaciones eran palpables. ¿Qué pensarían personas como Cassandra o incluso Ambrose si se enterasen de lo que estaba sucediendo entre ella y Dereck? Esas inquietudes la atormentaban, provocándole dudas constantes. No obstante, todo se desvanecía cuando se sumergía en la profundidad de la mirada de Dereck, esa mirada que parecía disolver todas las preocupaciones y miedos. La fecha de regreso a casa se a
La conexión que había surgido entre ellos durante el viaje era innegable. Hasta el más ciego de los ciegos podía darse cuenta de lo que sucedía entre los dos. Aquello no le importó demasiado al equipo, pues estaban volviendo con la copa bajo el brazo y una victoria indiscutible. Durante el vuelo de vuelta tuvieron que reprenderlos pues no paraban de corear la canción del equipo, eufóricos por haber conseguido el primer lugar. Traían honor a su universidad y a todos los estudiantes, y eso tenía de muy buen humor a Dereck, a quien ya se le estaba haciendo muy difícil ocultar sus verdaderos sentimientos por Mía. Se sentó a su lado en el avión y ambos se quedaron dormidos con las manos entrelazadas. Todo eso no pasó desapercibido para Pablo, quien, en secreto, se mensajeaba con Ginger. Por supuesto, no fue tan tonto como para ponerla sobre aviso, pero sí que aprovechó para sembrar la manzana de la discordia. Sus palabras cargadas de cizaña esperaban avivar la duda y el recelo en la pel
La noche se abrió paso en el cielo de Oakwood Lane, trayendo consigo el frío helado del norte y con ello, una soledad abrumadora que reinaba en el campus de la universidad. Todos estaban recluidos en sus habitaciones buscando algo de calor, pero había alguien que no se encontraba en su lugar. Dereck estaba recorriendo el campus en busca de Ginger. La pelirroja se le había desaparecido convenientemente después de que le dijo que hablarían luego de tomarse la fotografía con el equipo. Ni siquiera siguiendo el rastro de su olor había sido capaz de hallarla. Tampoco tenía noticias sobre Mía después de haberla visto irse en la limusina. Para él no fue ninguna sorpresa, pues en el viaje a Italisia ella le había confesado que pertenecía a una de las familias más adineradas de la ciudad. Sin embargo, no era algo que a ella le gustase presumir. El deportista estaba pensativo, tenía un mal presentimiento acerca de todo lo que estaba sucediendo. No supo si se trataba de algo relacionado a su n
Derek se deslizó con cuidado entre las sábanas de la cama, sintiendo la suavidad de las telas acariciar su piel al recostarse junto a la castaña esa noche. Mía, precavida, aseguró la puerta, sabedora de las costumbres de su madre, y se acurrucó a su lado. A pesar de la gélida noche, el calor que emanaba del cuerpo de Derek la abrazaba, proporcionándole una agradable sensación de calidez. Aquella era la primera vez que compartían el sueño juntos, en el sentido más literal de la palabra, y ella se sentía sumida en un éxtasis inigualable. Rendida, apoyó su cabeza sobre el pecho de Derek y se sumergió en un sueño profundo, como si fuese un bebé en brazos cálidos. Sin embargo, el deportista no se había dejado llevar por Morfeo, no por falta de sueño, sino porque quería disfrutar el espectáculo de ver a la chica a su lado en un estado tan sereno. Contemplarla dormir era un placer que desconocía, hasta que notó su suspiro suave y una sonrisa esbozada en el rincón de sus labios, señal de que
—¿Aniversario? ¿Es en serio? —se decía Dereck para sí mismo en voz baja. Le pareció inaudito que Ginger usase esa carta y trajera un show tan lamentable frente a toda la universidad solo para marcar territorio. Se preguntaba si es que acaso ella sospechaba de alguna forma que él ya no estaba interesado en seguir jugando el jueguito de ser su novio. Mientras caminaba con ella hacia un lugar más privado solo podía pensar en Mía. Tal vez guardar las apariencias como humano no era tan importante como los sentimientos de su mate. En ese momento deseó salir corriendo a buscarla y pedirle perdón por haber dejado que Ginger alardeara de una relación que estaba prácticamente acabada. La chica pelirroja bamboleaba las caderas mientras lo jalaba del brazo; lo llevó hasta debajo de las gradas en el campo de juego, donde solían meterse a hacer cosas que estaban muy prohibidas en la universidad. Ginger se detuvo y giró sobre sus talones para encontrarse con su mirada. Ella tenía una gran sonrisa