—Mi vampiro—. Me dice cuando chupo el lóbulo de su oreja, esas palabras con sentido de pertenencia me hacen querer poseerla ya.

—Déjame poseer tu cuerpo amor—.

—Soy toda tuya Edwin—. Beso su cuello y desciendo desnudando su piel.

Es tan suave y aperlada quiero adorar su cuerpo, nuestra vestimenta sale volando no quiere esperar para hacerla mía.

Antes de poseerla adoro su cuerpo como lo que es mi ninfa, mi reina, mi todo, la beso de pies a cabeza y luego la hago mía.

Ella es lo que yo necesito en mi vida solitaria y con ella sé que ya no lo estaré más, ya no seré un vampiro solitario.

—Te amo mi ninfa—. Mis colmillos salen con ganas de marcarla como mía, siento una necesidad inmensa de probar su sangre que me llama. —Quiero probarte mi ninfa—.

—No esperes más mi conde—. Sonrió mostrándole mis colmillos.

Los entierro en su cuello no sin antes besarlo, depósito mi elixir y chupo su sangre es la más deliciosa que haya probado en toda mi existencia.

Sus gemidos inundan toda la habitación.