El joven matrimonio Richardson está sorprendido y perplejo viendo los muelles de
New York desde la cubierta del barco. No pueden creer lo que sus ojos estáncontemplando.—¡Un nuevo continente que tiene pocos siglos de colonizado y sus puertos seasemejan a los puertos de Londres! ¿Cómo es posible?" —le comenta Thomas aMartha, sorprendido por la majestuosidad de los avances tecnológicos yarquitectónicos a lo largo del paisaje.—Este país ha crecido y seguirá creciendo porque los soñadores vienen de distintoslugares del mundo a hacer realidad sus sueños. Esta es una tierra de libertad, deprogreso. Si tienes la idea, el capital y la convicción de luchar por tus objetivos, ¡estosse te cumplirán! —comenta, de manera muy entusiasta, un pasajero que está al ladode la pareja, y quien luego se aparta caminando hacia proa.Thomas ve al extraño alejarse, luego vuelve su mirada hacia Martha y le dice: "Tanpronto veamos el lote, una idea surgirá". Después de soltar esa frase, él la abraza yambos vuelven al camarote a buscar su equipaje. Una vez que están en el puerto, lapareja toma otro barco que va desde New York hasta Luisiana, específicamente hastaNew Orleans.La travesía resulta rápida, hermosa y placentera. Ya en el pueblo, el matrimonio setraslada desde el lugar de desembarque hasta un hotel, en donde se hospedan ydescansan por lo que queda del día.Estando tranquilos, reposados, y con fuerzas en un nuevo y radiante amanecer, losRichardson deciden salir a conocer la zona. Ambos se sorprenden al apreciar la fusiónde las diferentes culturas y lenguajes —por un lado, puede escucharse hablar inglés,por otro, francés—, además de diversos aromas y sabores. Están maravillados al ver,oler, escuchar y tocar la mezcla de las cualidades del viejo y del nuevo continente.Thomas ve una oficina postal en las inmediaciones e inmediatamente aprovecha paraenviarle una carta a su padre, informándole de su llegada al pueblo, y de cómo todofluyó sin novedades. Una vez hecho esto, los tórtolos salen y notan, entusiasmados yextasiados, que las calles también presentan la unión de la arquitectura europea conla americana.—Esto es muy diferente a los indios y vaqueros que imaginé —dice Martha, entrerisas.La pareja llega a la comisaría del pueblo y pide hablar con alguien que puedaorientarlos, mostrarles los títulos de propiedad y, si está en disposición, que ademáslos lleve a ver las tierras. Un chico de unos doce años de edad —delgado, desgarbado,pecoso, pelirrojo, muy agradable a la vista, de ojos verdes muy intensos, de hombroscaídos, pero muy risueño y que responde al nombre de Jack—se presenta anteThomas.—¡Puedo ayudarlos!, ¡yo conozco esta zona como la palma de mi mano! —dice elpequeño.—¿Trabajas aquí? —le pregunta el Sr. Richardson.—Suelo venir seguido a limpiar las celdas y así cobrar algunos centavos. Por tan solouna pequeña cantidad, les mostraré la zona y las tierras —le responde el niño.Thomas, sin pensarlo mucho y confiando en su intuición, accede. Al salir del edificio,Jack les recomienda comprar algunos caballos, esto debido a que los terrenos quedanalgo retirados del pueblo. Thomas asiente y van a unas caballerizas a ver los animales.Allí, Martha divisa una hermosa carreta —fuerte y muy robusta— y le dice a suesposo que deberían comprarla, pues la necesitarán. Thomas accede. Compran lacarreta y 2 caballos grandes y muy fornidos. Cuando el Sr. Richardson va a pagar, Jackqueda atónito y muy sorprendido, pues nunca había visto tanto dinero junto.Una vez preparada la carreta y los caballos, parten a conocer el lote. Thomas lemuestra las escrituras a Jack y este queda anonadado por completo.—¡Ustedes compraron los terrenos de los Collins! —afirma el pequeño.—¿Los conoces? —pregunta Thomas.—¡Sí, los conozco, y muy bien! —afirma Jack.Mientras van rodando, Martha le comenta a Thomas: “No era la aventura de indios yvaqueros, pero se acerca mucho", y ambos ríen sin parar. Jack no pierde el tiempo yva mostrándole el pueblo a la joven pareja. Les enseña cada una de las construccionesy los negocios —los que ya conocían y los que no—: el almacén de provisiones, lacantina, la maderera, la ferretería, la sastrería, la comisaría, el hotel, la oficina postal,el consultorio del doctor, las caballerizas, y unos cuantos comercios más.—… Justo en esta plaza es donde muestran a los esclavos para la posterior venta. Esaquí donde Mr. Jones, el hombre más rico del pueblo, compra esclavos nuevos todoslos meses para reponer a los que han fallecido. Él cuenta con más de 500 esclavos ensu hacienda algodonera, a los cuales distribuye entre los que recogen el algodón, losde servicios domésticos y los que tiene como peleadores —comenta Jack.—¿Peleadores? —le pregunta Thomas al pequeño, luego de interrumpirle.—La mayor parte de las ganancias que obtiene Mr. Jones —prosigue Jack—provienen de las peleas de mandingos. Los combates los realizan en la plaza dondevenden los esclavos. Ese es el deporte y la distracción del pueblo, además de ser lamáxima fuente de ingresos del mismo. Mucha gente viene de todas partes a retar aMr. Jones y a sus esclavos, pero todos son derrotados. Y no es para menos, él cuentacon los mandingos más fuertes, agresivos y malos. Por ese motivo es que estas peleasson tan populares en esta región. Son tan buenas, que incluso vienen personas de losalrededores y hasta de las otras ciudades a ver y apostar en los violentos encuentros.Es un espectáculo horrible, los mandingos llegan a pelear hasta la muerte. Mr. Jonestiene a Diablo, que es considerado el más fuerte de todos y que solo pelea cuando lasapuestas llegan a límites muy altos. También tiene a Ripper y a Muerte, estos 2 estánpor debajo de Diablo, pero son igual de buenos. Aparte, tiene a otros muy talentosos,pero no son de la élite como los que ya les mencioné. Todos los peleadores quecuentan con cierto nivel avanzado, Mr. Jones los mantiene muy bien resguardados ycon comodidades. De hecho, ellos andan libremente por el pueblo y hacen lo que seles antoja. Todos los habitantes de la zona los conocen y les dejan que hagan lo quequieren, ya que están agradecidos con ellos por el avance que las peleas han traídohasta acá —termina de responder el pequeño.—Al parecer, Mr. Jones es todo un personaje. Espero nunca toparme con él o con susmandingos. Por cierto, Jack, ¿por qué a esos esclavos los llaman mandingos? —replica Thomas.—Así se les dice a los esclavos que son traídos directamente de África. Y, bueno, ellos,a diferencia de los esclavos traídos de otras zonas, son más fuertes y resistentes —responde el jovencito.—Ya veo… —responde Thomas y siguieron rumbo a los terrenos.Los Richardson continúan el recorrido hacia el lote. Ya llevan, por lo que calculaThomas, aproximadamente dos horas de recorrido. Durante todo ese tiempo, Jack nopara de hablar, contándoles anécdotas personales, informándoles sobre losestablecimientos comerciales, sobre cacería, pesca, entre otras cosas.Continuamente, la pareja ve al pequeño, se miran luego y ríen juntos.—¡Qué buen anfitrión hemos conseguido! —comenta Martha.—¡El mejor! —apoya Thomas.—¡Hemos llegado! Desde aquí empieza su propiedad —dice Jack, justo después de loshalagos de la pareja.El matrimonio se emociona al ver unos bellos pastizales verdes con nogales altos ymuy frondosos. Muchos árboles de pino dan una atmosfera de bosque a los terrenos.Un pequeño río pasa por la zona hasta desembocar en un lago
Es de madrugada cuando los Richardson hacen los preparativos para ir de nuevo alterreno. Esta vez van con más tiempo para ver mejor el lote y así planificar laconstrucción de la casa. Martha compra alimentos para comer mientras estén allá yJack está ayudando a Thomas a preparar los caballos para el viaje. Al estar todo listo,parten al lote en la carreta arreada por los corceles, a los cuales alimentaron bien eldía anterior. Los animales pasaron la noche en una caballeriza que la pareja alquiló.Una vez en la propiedad, Thomas, Martha y Jack caminan por los amplios espacios delterreno. Los Richardson ven maravillados los paisajes a su alrededor. A todos lesresulta imposible no apreciar la magia de las aguas cristalinas del río que atraviesagran parte de la propiedad que era de los Collins.—Más adelante hay una caída de agua —les dice Jack
Después de terminado el desayuno, Jack, Thomas y Curtis preparan los caballos y lacarreta, mientras que Martha toma nota de las cosas que faltan en la casa. Una vezpreparado todo, se disponen a ir al pueblo. En el camino, Jack va contándole a Curtisla historia del Conde de Montecristo, al tiempo que los Richardson escuchanatentamente y ríen, pero sin interrumpir al niño. El carpintero atiendeminuciosamente aquello que le va contando el pequeño. El maestro de la maderanunca había escuchado un relato como ese, por lo que queda embelesado con latrama.—¡Tremenda historia, Jack! ¿Quién se iba a esperar ese final! ¡Cuéntame otra! — diceel carpintero, justo cuando el niño termina de hablar.—Te cuento otra de vuelta a casa, Curtis. Ya estamos llegando a nuestro destino —replica Jack en el momento en que la carreta cruza l
Amanece, y los Richardson están despiertos desde temprano. Martha se encuentra enla cocina, mientras Thomas y Jack están preparando las herramientas para seguir conla construcción pospuesta. La Sra. Richardson se encarga de recibir a Eva, quientambién se levantó de madrugada a ayudar.—¿Qué haces aquí, Eva? Ve a cuidar a Joe. Y no te preocupes, yo me encargo de todo—dice la inglesa, de espaldas y entretanto acomoda unos víveres.—Joe está bien, señora Martha, él está fuera de peligro. Es un hombre fuerte, lo he vistoen peores situaciones, y ha estado bien sin mi ayuda. Yo aquí hago más falta. Venga yle auxilio en lo que pueda —responde Eva, en un español que da muestras de irmejorando rápidamente con el paso del tiempo.Martha, sorprendida por la mejora en el habla, se voltea, y, al ver
Una vez reunidos todos en la casa, y sentados en la mesa, Martha cuenta lo sucedidoen el pueblo. Thomas escucha atentamente, y Joe no termina de dar crédito a lo queestá escuchando. “Esta mujer, realmente, es impresionante”, piensa el zulú para sí.—Martha actuó en legítima defensa. Todos en el pueblo pueden dar fe de ello, inclusoel doctor, quien dio su buen testimonio para con el comisario. Por cierto, en estaúltima figura tenemos a un importante aliado en lo que a protección y materia legalse refiere, por si las cosas se ponen más oscuras de lo ya previsto. Si bien él no cuentacon el poderío que posee el viejo magnate, si tiene a la justicia de su lado, algo contralo que nadie acá puede enfrentarse de por vida, por más dinero que se tenga; además,el funcionario sabe que ustedes son gente buena. Ahora, estemos clar
Ya en la casa, Thomas se reúne con todos en la mesa y cuenta lo sucedido. Una vezque cada detalle es expuesto, Richardson vuelve su mirada a Bakari y le dice:—Aumentaremos más el entrenamiento, Joe, tenemos el tiempo en contra y debemospulirte lo más que podamos. Ahora regresemos a entrenar.Habiendo dicho esto, todos vuelven a sus puestos. Thomas va a su cuarto a cambiarsede ropas para seguir ayudando a Joe.Y así prosiguen día tras día. Combinan entrenamiento físico con pesas,entrenamientos con la pera fija, con la pera loca y con el saco. Este último, por cierto,está notablemente desgastado, lo que asombra al Sr. Richardson. A las semanas, a Joele toca combatir con Thomas para evaluar sus progresos. Para ello, se van en grupoal lugar especial. El día está claro, perfecto para la lucha. Mientras se ponen losguantes, el Sr. Richardson le
Es el segundo día de combates. La jornada anterior fue gloriosa, Joe luchó contra tresfuertes rivales, y los venció a todos. Ya los Richardson y sus amigos se han preparadopara afrontar los retos de este nuevo amanecer. Una vez que desayunan, cuentan lacantidad de dinero que ganaron en las apuestas.—Si seguimos como ayer, mi querido amigo, podremos hacer tus sueños realidad —le dice Thomas a Joe.Curtis, curioso, pregunta de qué sueño se trata, a lo que Joe le comenta lo que haplanificado con Thomas.—¡Aaaaah!... Gracias por contármelo, campeón. Es difícil, pero no imposible. Yotambién quiero contribuir en la construcción de tus sueños —añade el carpintero. Elzulú asiente, con una notable alegría.Martha se acerca y anuncia que el almuerzo estará listo. Sin perder el tiempo, lo
Y así se ha llegado al último día de combates de la primera ronda de encuentros. Enlas afueras del coliseo improvisado se forma una trifulca, ya que todos los presentesquieren entrar a disfrutar del espectáculo pautado para el día de hoy. La cantidad depersonas que hay afuera duplica la capacidad permitida en el recinto, y esto pese aque se hizo una ampliación. Esa aglomeración es la causante de las numerosas riñas.El comisario y unos oficiales de seguridad se están encargando de poner orden en lasinmediaciones, ellos buscan garantizar que un número justo de espectadores puedanentrar y disfrutar del evento, pero sin sobrepasarse.Los protagonistas llegan una hora antes de las peleas pautadas y un comité debienvenida los recibe. Al bajar de la carreta son felicitados por un grupo de asistentesque estaban esperándolos. A Martha le entregan un g