Farid. RESCATE. Pude ver el palacio desde lo alto cuando el helicóptero obtuvo la altura necesaria para comenzar a despegar. Sentía una vibración constante en mi cuerpo. Ya no tenía la cuenta de cuanto pasó desde el día que sus ojos rojos me habían mirado por última vez, pero ahora que era consciente de que volvería a verla, podía incluso sentir la adrenalina que corría por mis venas. Necesitaba tener a Alana a salvo, ansiaba asegurarle que ya todo había acabado. Podía escuchar las órdenes militares por los audífonos que tenía puestos, y pude notar que Samir daba algunas indicaciones sobre proteger mi espalda siempre que llegáramos al suelo Yomalí. Solo después de unos minutos sobrevolando, noté que comenzamos a pasar los muros, y el cambio en el ambiente fue abismal. La pobreza reinaba en este territorio y me parecía increíble que, en este siglo, todavía se pudiera vivir en estas condiciones. Este trato había hecho demasiado daño, más del que pude haber imaginado. Según los de
Farid.SALIDA.Oí, un silencio ensordecedor después de la ráfaga de disparos, sentí el pitido en los oídos, mientras la respiración de Alana se escuchaba demasiado agitada.No miré hacia otra parte, y puse mi peso sobre los codos cuando llevé mis ojos a los suyos. Sus ojos se estaban cerrando lentamente y me apresuré a tomar su cabeza en mis manos, cuando todo el sonido volvió de nuevo como un golpe rudo.—Señor… —muchos guardias me rodearon, incluso comenzaron a intentar levantarme para comprobar mi estado, pero luché para que me dejaran, cuando vi que un brazo de Alana estaba ensangrentado.—¡Alana! —grité sacudiéndola, y aunque restregué su brazo para ver la herida en ella, no había nada más que esa que seguía sangrando y me volvía loco.La tomé entre mis brazos sabiendo que se desmayaría en cualquier momento y corrí muy rápido hacia afuera, aunque Samir, a mi lado, me estaba informando todo el tiempo que Akim Fayed, había caído en el tiroteo.No me importó saber de él. Las decisio
Alana.DESPIERTA.Fue cuando escuché unos murmullos que los sentidos volvieron a mí de golpe, pero al instante en que traté de moverme, el dolor en mi costilla me hizo arrugar la cara.No pude evitar gemir, y en el siguiente segundo, su olor llegó a mí como una ráfaga.Allí estaba mi príncipe vestido de traje, con la coleta intacta y una mirada intensa hacia mí.La locura de todo es que aquí, en esta habitación amplia, también estaba la reina, y parecía estar hablando con… Abigail.No sé si estaba soñando, o algo parecido, pero cuando sentí esos dedos fríos en mi mano, y una pregunta preocupada, no pude evitar parpadear rápido.—¿Cómo te sientes? ¿Necesitas alguna cosa? ¿Tienes sed? ¿Llamo a la enfermera? —fueron demasiadas preguntas, y yo solo me centré en su boca.—¿Dónde? ¿Dónde estoy?—En la clínica principal de Angkor… estarás bien…Asentí, y me esforcé por mostrarle una sonrisa.Había pasado muchas cosas entre nosotros, y la vergüenza, el dolor que nos separó, y los maltratos de
Alana.DECISIONES.Abigail se despidió prontamente cuando vio que Farid necesitaba un momento conmigo, ella me aseguró que su residencia era cómoda, y que estaba pasando unas vacaciones plácidas con todo pago aquí en Angkor.No pude evitar sonreír ante su comentario, pero me sentí aliviada de que estuviera bien, después de todo.Pero en cuanto me vi sola con Farid en la habitación, y su rostro era más serio de lo normal, sentí las mejillas calientes, y la vergüenza me arropó entera.—No sabes el alivio que me da verte despierta… tuviste días complicados…Y lo miré fijamente.—Estás enojado conmigo, lo sé… —Farid tomó mis manos y se quedó pensando por un momento.—No contigo… aunque no niego que estaba enfermo de la ira hace unas semanas…—No tenía otra opción… —él asintió.—Lo sé… sé todo…—¿Abud?—Está preso… y no va a salir en mucho tiempo… quizás nunca.En ese momento me miró a los ojos, y luego acarició mi mejilla.—Padecí cada instante… sobre todo este último en que estabas herid
Alana.PAPÁ.Unos días después estaba caminando lento, mientras Abigail tomaba mi brazo para llegar hasta un auto que había sido preparado para mi salida.Eran las once de la mañana, estaba haciendo frío, pero entre las nubes, se podía ver y sentir la calidez del sol.Farid no estaba conmigo en este momento. Había estado desde tempranas horas en la clínica con su madre, y se había despedido de manera informal, como quien no quería decir adiós.Aún no sabía cuánto tiempo iba a pasar desde que regresara o no, pero entendía su cara dura, y su manera voluble de venir a decirme que tomara el tiempo que necesitara.No pudimos darnos un abrazo o un beso, porque Badra estuvo como una sombra, y solo nuestras miradas, inspiraron en el otro lo que nos consumía por dentro.Entramos al auto, y noté como Samir era quien estaba a cargo de nuestra salida.Después de estos días habían colocado un puente provisional entre las dos fronteras, y a estas alturas, los autos y todo tipo de transporte liviano
FARID. AKRAM. Colgué la llamada y dejé el teléfono sobre la mesa, para recostarme en el asiento y apretar los ojos. Eran los ocho de la noche y aún tenía mucho por hacer, pero cuando mi madre entró en el despacho, supe que por ahora estaba finalizado el trabajo. —Si no vengo… te quedarás aquí hasta media noche, tal y como lo ha hecho todos estos días desde que Alana se fue… —tomé un suspiro y sonreí de medio lado. —Prefiero mantener mi cabeza ocupada. —Pero no así, además, llegará en cualquier momento… y este tiempo separados, les ayudará a valorarse más… —Asentí y luego me puse de pie. —Tu siempre tan sabia. —No siempre… Me acerqué a ella y pasé el brazo sobre sus hombres mientras caminamos rumbo a la salida. Remuel estaba de viaje, por petición de mi madre. Después de todo el lío que se suscitó entre ambos, y que me negué a dirigirle la palabra, estaba replanteando su vida, ahora que no lo tomaba en cuenta ni siquiera para elegir una cena en el palacio. Badra le aconsejó t
Alana.REGRESO A ÉL.Estaba tronando mis dedos en este momento, mientras me obligué a caminar en este pequeño despacho para drenar mis nervios.Había pasado mucho para mí, aunque el resumen era de días desde que su mirada se posó en mí por última vez, y aunque había pensado de mil formas entrar de nuevo a Angkor, no había otra que esta para empezar de cero, y que a la vez me tenía aquí como unan niña de 5 años mientras me temblaba todo el cuerpo. Tenía un vestido sencillo ahora, unas sandalias altas y el cabello que fue arreglado por Abigail, y la que también había hecho mi maquillaje. Había quedado conforme con mi apariencia, pero era lo que menos me importaba ahora.Después de que le di la nota Samir y él me aseguró entregársela a Farid, me pasó a este despacho y me reí negando, y sabiendo a la vez que todo estaba iniciando como la primera vez.Sin embargo, ahora era todo diferente, y ya no quería ni una sola mentira entre nosotros.Me giré de golpe cuando escuché que la puerta se
Alana.PEDIDA DE MANO.La reunión había demorado más de lo planeada, y aunque pensé que eso sería razón suficiente para que Farid desistiera de su idea, ahora mismo estábamos pasando el puente improvisado por debajo de los muros, mientras una caravana de escoltas y guardias, nos seguían el paso.Me mordía la boca por dentro y solo imaginaba escenarios. Pero de cierta forma también rezaba, porque mi padre, que se destacaba por ser tosco e imprudente, en muchas ocasiones, mantuviera la compostura frente a Farid.Sin embargo, era el rey de Angkor el que estaría delante de él, ¿no? Era casi obligatorio que debía portarse a la altura.De un momento a otro, y entre mis pensamientos, sentí cómo la mano de Farid envolvió la mía, haciéndome girar hacia él.—Tienes las manos heladas… —Sentí un poco de pena para con él, pero afirmé.—Creo que estoy muy asustada… —Farid me sonrió, y como costumbre suya, besó el dorso de mi mano.—¿Cuál es la razón?—Mi padre, por supuesto… a veces es…—¿Y tienes