Capítulo 36

Alana.

CARTA.

Escuché los gritos ensordecedores, y los cubiertos cayeron de mis manos cuando estaba cenando completamente sola, en un gran comedor, rodeada por diferentes guardias.

Eran al menos las ocho de la noche, y me inquieté cuando vi correr varios civiles armados al despacho de Akim.

Me levanté de inmediato, y luego sostuve mi muñeca que aún dolía como el infierno. Esta semana había pasado lo peor de mi vida gastando todas las lágrimas que me quedaban en mi sistema.

Estaba de los nervios sin saber de Abigaíl, y además, tuve que luchar a diario con Akim por todo y por nada, hasta que me dejó sola.

No tenía mucha hambre, así que cuando los hombres se marcharon, caminé lentamente para pasar por las paredes y detenerme cerca del despacho abierto.

—¿Cómo son tan imbéciles? ¡Esto solo es una trampa…! —sus gritos parecían desgarrar su garganta, y por alguna razón tuve miedo—. ¡No me jodan! Pudieron ganar más… mucho más, son unos malditos cobardes, ¿me oyen? ¡Unos maldit*s cobardes
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