Alana.IMPACTO.Sentí que caminamos mucho, o definitivamente esta crema me estaba agitando de una manera sobre humana. Sentía que la garganta me quemaba, y Farid no hacía sino meterse por pasillos, que a la larga se volvieron más viejos a medida que seguíamos el curso.—¿A dónde vamos? Esto está siendo extraño…Farid se giró para sonreírme y se posicionó en mi frente.—Es una parte vieja del palacio, un ala muy poco concurrida, pero que tiene una zona natural muy refrescante. Te gustará… es mi lugar favorito…Asentí en silencio y seguí sus pasos hasta que llegamos frente a una reja de bronce, que Farid abrió con dificultad.—¿Vas a matarme en este lugar? —Pregunté cuando el silencio nos invadió, y la oscuridad fue apremiante.Había muy poca iluminación, solo la luna era la que daba un poco de luz a todo el lugar que estaba lleno de vegetación, excepto por una enrome piedra gigante y lisa que era bañada por un enorme árbol frondoso.Esto se veía un poco tenebroso de noche, pero de día
Alana.ENCRUCIJADA.Podía sentir como en mi tímpano retumbaba el latido de mi corazón. Yo creí haber escuchado mal, pero su mirada me decía que no. Allí estaba él sentado, tomando de su copa, y también me sonreía como si estuviera mandando todo a la mierd@.Como si no le importara lo que pasara por esta locura que estaba dispuesto hacer, mientras todas mis paredes, absolutamente todas, se derrumbaron en un santiamén.—Farid…—Te escucho…Negué lentamente.—Esto imposible… lo sabes…Él tomó el aliento, y luego asintió.—Nada es imposible Alana, y si quieres saber mi postura respecto a tu país, me parece una ridiculez cercar a una gente que no tiene nada que ver en el asunto. Además, eres ciudadana Yomalí, no eres siquiera integrante de esta familia que le hizo daño a la mía, y…—Espera… —Alana lo frenó—. No sabes lo que estás haciendo… yo… —ella se levantó demasiado nerviosa y Farid se apresuró en ir detrás de ella para girarla de golpe y mirarla rudamente.—¿Es Alana la que está huyen
Farid.INCIERTO.Unas horas antes…Me deslicé al castillo en horas de la madrugada mientras sentía la adrenalina correr por mis venas.Desde hace tiempo dejé de ser cuerdo, y dejé que mis pensamientos gobernaran para darle rienda suelta a mi corazón desembocado, que no dejaba de latir por Alana.Me escabullí entre los pasillos, y antes de pasar a mi habitación, me detuve frente a la biblioteca principal del palacio.No sé por qué a estas horas de la madrugada mis pies se giraron para esa dirección, pero estaba caminando con apenas unas luces tenues, entre tanto me detenía frente a las pinturas que destacaban la biblioteca.Había algo en mi mente que me decía que estaba traicionando la corona con la entrada de Alana a la realeza, pero mi corazón me decía lo contrario. Sabía perfectamente el pacto que había en mi país y que mi antepasado me estaba recalcando ahora que miraba esos ojos pintados en ese cuadro enorme en la pared.—No fue justo… no es justo con nadie… —dije en susurro y lue
Alana.DOLOR.Por la mañana…Giré mi cabeza hacia Abud solo para preguntarle por qué, o cuál era el motivo de esta traición, pero él ni siquiera se dignó a mirarme.Era un completo cobarde, porque Farid confiaba ciegamente en él.—Mírame a mí… te estoy hablando.Mi cabeza se giró hacia el frente, y rápidamente alcé mi barbilla ante el rey.—¿Qué quiere de mí?—Por supuesto… nada… ¿Qué querría de una criminal como tú? —el rey fue severo, pero ninguna de sus palabras me afectaba en lo absoluto.—Entonces… ¿Qué hacemos aquí?Lo vi caminar poco a poco, mientras la pantalla gigante cambiaba a otras imágenes del paisaje de Angkor.—Que te vayas de mis tierras, es evidente… quiero que desaparezcas de la vida de mi hijo, y de nuestro país. Y cuenta esto como una orden misericordiosa. Otro te hubiese eliminado sin siquiera darte una opción.Le sonreí. Sabía que estaba rayando en mi cordura, pero estaba llena de rabia por esta situación.—Eliminarme no es una opción para usted… alteza… su hijo…
Alana.ADIOS.Farid parecía algo furioso, él me estaba mirando como si buscara una explicación a esta humillación, y yo ya me estaba rompiendo por dentro.—Alana… —él susurró bajo, pero inmediatamente el rey intervino.—¿Acaso estás diciendo que rechazas al príncipe de Angkor? —Y me giré para mirarlo con mucho odio sin poder ocultar dos lágrimas que salieron de mis ojos, pero que inmediatamente limpié.Él estaba haciendo su mejor representación.—No puedo aceptar… —dije de nuevo mirando a Farid.—Pero… niña… —la reina se apresuró a intervenir mientras el bullicio se hacía cada vez más fuerte.Incluso mi misma respiración me lastimaba, estaba bajo un nivel de estrés demasiado grande, y lo único que mi corazón quería hacer era abrazar a Farid y quitar esa angustia que tenía en su rostro.Iba a odiarme toda su vida por esto, nunca me perdonaría, nunca.—¿Cómo puedas hacer esto en público? ¿Cuál es tu fin? —La reina parecía al borde de la locura, pero vi cómo Farid puso un brazo al frente
Alana.VUELTA ATRÁS.El auto se estacionó frente a un galpón oscuro y vi cómo Abud se bajó mientras muchos militares venían caminando hacia él. Aun todavía no dejaba de derramar lágrimas, porque, aunque quisiera evitarlo, era como si mi mismo corazón sangrara.Yo traté de halar la manilla, pero esta estaba con seguro, así que no pude escuchar nada de lo que decían allá afuera, y ya estaba desesperada pensando en qué estaría pasando mi padre y hermano.Tardaron al menos diez minutos para aparecer de nuevo, y achicando mis ojos, pude ver cómo traían a dos hombres encapuchados, mientras que eran empujados, y entendí que eran ellos.Mi agitación quemó mi garganta cuando vi que los metieron a otro auto, Abud dio unas indicaciones, y luego volvió a mi auto pidiéndome que me arrimara, porque esta vez, se sentó a mi lado.—Dijeron que los dejarían… —mi voz sonó amarga, y no me importaba si a estas alturas le estaba exigiendo algo.—Lo dijimos… los tres serán echados de este país… vamos… —por
Farid.IRA CIEGA.—Decide, hijo… —parpadeé varias veces hacia mi padre, y me obligué a concentrarme un poco, aunque mi deseo era irme lejos de aquí cuanto antes.Pasé un trago grueso y luego levanté la mirada hacia esas chicas que me sonreían todo el tiempo.—No tienes que hacer esto… déjalo Remuel… —Badra intervino tomando mi mano, que miré durante largos segundos, y luego toqué con mi otra mano.—Lo haré madre, solo dame unos segundos…—Pero, Farid… —ella apretó adelantándose—. Sabes que esto no te hará feliz… no lo hagas, hablemos dentro…Sonreí con cinismo y luego miré a Remuel.—Eso no importa… la felicidad no importa aquí, ¿verdad papá? —Mi padre tomó un suspiro y luego rascó sus ojos.—Farid… —él trató, todos hablaban en susurro, por supuesto, mientras los murmullos allí adelante se incrementaban.Y lo juro, quería irme de este lugar, quería buscar a Alana y sacudirla entera, tomar su cuerpo y hacerle el amor como nunca para preguntarle qué demonios había hecho. Tenía una ira d
Alana.YOMAL.—Alana… hija, despierta… —parpadeé varias veces y rápidamente coloqué el brazo en mis ojos, cuando la luz incluso me hizo daño. Ellos ardían, pero la sensación en mi cabeza era peor—. Alana… debemos irnos…Abrí los ojos de golpe y noté a mi padre agitado, y después de unos segundos, mi hermano entró como si su rostro no tuviera color.—¡Debemos apresurarnos!—¿Qué ocurre? —pregunté colocándome la sábana encima y noté en una pequeña mesa de madera, el vestido que tenía anoche, aunque quería que todo hubiese sido una pesadilla.—Alana… hay un desorden enorme afuera… dicen que hay una alerta de guerra… sin embargo, solo hay muchos militares Ankarianos en el muro… pero debemos retirarnos, estamos muy cerca de allí, y este hombre en el poder solo nos perjudicará…Me levanté de inmediato y Omar salió diciéndole a mi padre que se apresurara.—¿A dónde iremos? —estaba vistiéndome con la sábana puesta, mientras él se amarraba los cordones.—Hay un lugar, pasaremos las fronteras,