— Mierd4 nena, espera, espera, maldici0n me llevaste a los extremos, ¡te dije que paráramos! Ven levanta la cabeza para limpiarte Azura se asustó al darse cuenta de la salvaje cogida que le había dado a la boca de su mujer.— ¿Ahora yo tengo culpa de que te follaras mi garganta casi metiéndome ese
— ¿Su majestad deseaba hablarme? – Aysling se encontraba sentada frente a la Antigua Emperatriz, intrigada porque la mandó a llamar. En realidad, no había tenido la oportunidad de hablar mucho con su suegra y a pesar de los errores graves que ella dice que cometió, en esta vida, salvó prácticamente
— No, tú te irás y quién dirigirá a los dragones en este tiempo. No puedo marcharme también, además me quedaré con ella. No la dejaré sola – Charlie le respondió refiriéndose a su madre. Azura lo miró con ojos complicados, pero en el fondo, sabía que era lo mejor, solo que renunciar a su hermano, l
La Nahara subió peldaño por peldaño, con el corazón retumbando en su pecho, no tenía miedo, pero si estaba intranquila sin saber muy bien a qué se enfrentarían. Escaló y escaló por minutos, ¿qué tan alto estaba esto? La estrecha y oscura escalera la llevó a un enorme salón vacío y en penumbras.
El “hombre” era más letal y fuerte, pero Aysling era más rápida y escurridiza. Sin embargo, estaban haciendo intercambios, ella esquivando o bloqueando, él atacando y esgrimiendo su espalda en sus puntos débiles, pero solo Aysling estaba herida y también se dio cuenta de un detalle. Ella ya respi
— Azu…ra cof, cof… — murmuró tosiendo un poco por el polvo, preocupada por él. — Estoy bien amor, vamos, Aysling solo hay una oportunidad, esto no matará a esa cosa – abrió sus ojos dorados, con las pupilas verticales, con preocupación y premura. Guardó las enormes alas maltrechas, casi inservible
Aysling había mirado hacia abajo para hablarle a su compañero llena de felicidad, que se quedó congelada en su cara, al ver a ese deforme “hombre” parado debajo de la columna, observándolos con el más profundo odio que alguien pudiese tenerles. Su piel quemada se caía a pedazos, sus ojos ya no eran
— ¡Olivia, maldici0n! – Lucian la agarró de los pies, halándola hacia él. El agua salpicaba y los empapaba. El viento se movía violento, el bosque rugía y la noche se llenaba de magia. — ¡Vamos Lucian, hala con todas tus fuerzas! - la voz de Keeva le dijo y todo su cuerpo se encendió en potentes r