Cuando la mano de Serene tocó el vientre de Aysling y esta retiró un poco la capa de protección, pudo sentirlo y abrió mucho los ojos, sorprendida. Era tan difícil concebir para su raza, mientras más poderoso el Dragón, más trabajo le costaba tener cachorros y esta pequeña mujer llevaba en su vient
Aysling sentía que el dolor la consumiría, luego la desesperación y la impotencia. Su cuerpo era manipulado de un lado a otro y solo deseaba descansar, acabar con tanto dolor, pero una voz persistente le rogaba y no la dejaba rendirse. “Que no se fuera, que la amaba, que ella era todo para él, qu
Acarició la suave piel semitransparente que quedaba bajo el impenetrable escudo y sus ojos podían ver al enorme corazón latiendo frente a ella, sus venas recorriendo el fuerte pecho, pura vitalidad que él le ofrecía y ella la tomaría. “Yo Aysling Allen, Nahara de la manada Sombra de Garras, te acep
Charlie no había sentido más placer en su vida, que en el momento en que se llevó a rastras a esa víbora, llorando y rogando para el calabozo, junto con todas sus secuaces y cómplices.Azura no podía salir del nido, así que dejó todo el interrogatorio y tortura a manos de su hermano.Charlie no se g
Estaba demasiado cachonda y sospechó que este era su primer celo. Se arqueaba y meneaba hacia atrás, abriéndose más a su excitante invasión, mientras esa caliente lengua entraba y salía, follándosela a fondo. Azura gruñía contra ella, chupaba su clítoris, la nalgueaba para provocarla y la mamaba de
— Espera Azura, mmmm, ¡espera eres muy grande! Aysling estaba a horcajadas, sentada sobre los fuertes músculos y de espaldas a su macho, montando su enorme Dragón o al menos, intentándolo… — Amor ya no puedo detenerme, te he dilatado bien mmm … estoy con los testículos a punto de explotar, no sé q
Respiraba pesado, resoplaba, gruñía contra su cuello y en su oído caía su aliento caliente como un horno en llamas. La cola ya se movía vigorosa, coordinada con los movimientos de las caderas de Azura, entrando y saliendo con sonidos de chapoteo, metiéndose hasta lo último de su cérvix y dilatándol
La puerta chirrió con un sonido oxidado y el olor a rancio y sangre ahogaba en la instancia. Aun así, Azura ni se inmutó, ¿cuántas escenas sangrientas y de muerte no había visto él en su vida? Más de las que le hubiese gustado presenciar. Lea estaba encadenada de pie, contra la fría pared de pied