Azura solo pudo morder la bala y resignarse a su destino de conquistar a la esposa. — Ningún problema, a las siete estaré en tu palacio – le respondió bufando, pero nada molesto. — Bien, y trae también la cola – y con la misma salió impetuosa como mismo había entrado. Todos bajaron la cabeza con
Verle esos ojos bicolores, era una monstruosidad. Sin embargo, eso ya no era lo que pensaba esta Serene. “Charlie, lo siento hijo mío, fui la peor madre del mundo. Esta vez, intentaré devolverte algo del amor que nunca te di” Si Nagy y Michael estuvieran aquí, dirían, con seguridad, que esta era
Aysling miraba divertida como Azura se movía de manera torpe buscando las cosas de limpieza que le indicó. Se notaba que en su vida había hecho nada como esto y eso hacía inflar su corazón de orgullo y calidez. En realidad, estaba improvisando, si hasta hace unos días era virgen, tampoco es que tu
La rugosa y larga lengua del Dragón exploraba en lo profundo de los pliegues que se contraían y su nariz oliendo el delicioso aroma de esos risos. El rostro masculino casi estampado entre las piernas de su mujer, bebiendo de ella, ahogándose en su feminidad, siendo domado por completo. Su mano baj
— Nnnmmm— Azura no podía evitar gemir cada vez que esas suavecitas nalgas se meneaban arriba y abajo, apresando su polla en el centro y haciéndole un delicioso masaje desde la base hasta el glande, que goteaba y escurría líquido transparente y viscoso. La vulva abierta de Aysling se restregaba cali
Aysling sentía el cosquilleo bajar por toda su columna arqueada hasta su vientre, se iba a correr muy pronto. El musculoso cuerpo de Azura se pegó a su espalda cuando se inclinó hacia delante, sometiéndola más con su peso. Podía ceder para complacer sus caprichos y hacerla feliz, pero en la cama,
Azura ya sentía como ese codicioso coño volvía a mojarse por él y su corazón latía con fuerza por esta pequeña mujer, que lo complacía de una manera primitiva y profunda. No solo sexual, ella llenaba cada espacio vacío de su fría y dura alma. Aysling no perdió tiempo en comenzar a empalarse ella m
— Entiendo – Lea apretó los dientes y bajó la cabeza. Debajo de la manga larga de su vestido, las uñas se encajaban en sus manos, haciéndose sangre de la ira contenida y las ganas de matar. En sitios ocultos, sus escamas comenzaban a salir. — Entonces retírate a descansar y llévate lo que trajis