Michael miraba a la pequeña princesa que se alimentaba en sus brazos, de un biberón en rosa. Solo que en vez de estar lleno de leche, como los niños humanos normales, la pequeña Isla tomaba sangre, como la parte vampírica de su especie. Sus grandes ojos grises, como los de su padre, lo miraban fij
Milo saltó sin dudarlo hacia donde estaba su amo, sin embargo, las cosas se complicaron de un momento a otro. ¡BAM! La puerta, que supuestamente nadie podía abrir porque no sabían el código de acceso, se abrió de golpe y dos enormes lobos entraron a por su cabeza. Milo sabía que era imposible pa
Parecía muy fácil, pero cuando Milo iba a apretar el artilugio y ya su mano se tensaba sobre la navaja, Aysling lo atacó por la espalda. “¡Ahora Rose!” Rose no lo pensó ni un segundo y se volvió una sombra para escapar. “¡Aaahhh!” «“¡¡Rose!!”», los gemelos rugieron al escuchar el grito de dolor
CONQUISTANDO A MI DRAGÓN La cabeza de Aysling se sentía sumamente pesada y adolorida, las náuseas amenazaban con echar afuera todo el contenido de su incómodo estómago. Recuerdos fugaces y dolorosos asaltaron su mente. El huevo de Azura había caído por ese vórtice de magia y ella lo siguió hasta…
— ¡Ahh hija de puta! ¡BAM! Medio ciego por un momento, chocó contra la pared de piedra del pozo, volviéndose a golpear. Aysling le había lanzado de la arenilla en la base del pozo, cegando sus ojos de repente y aprovechando para rodar a un lado y escapar de su prisión. — ¡Ahh! - gritó cuando al q
Aysling se había ocultado unos días en la casa de Charlie, pero siempre tenía miedo, de ser descubierta o de que el niño la traicionara. Un día, cansada del encierro y dispuesta a conocer más de su entorno para escapar, decidió salir por el bosque que rodeaba el atrasado pueblo. Cada vez se conven
— Mmm— Aysling se llevó la mano a la frente mientras su cuerpo comenzaba a reaccionar. Esta costumbre de desmayarse como una damisela en peligro tenía que acabarse de una vez. La cama blanda a su espalda le hizo saber que se encontraba de nuevo acostada en un sitio desconocido. Lo último que reco
Aysling meneaba sus caderas hacia atrás y se abría más, ida en la pasión, mientras una larga y flexible lengua violaba su diminuta entrada virginal. Sus mismas manos comenzaron a toquetearse las tetas, mientras solo gemidos provocadores salían de entre sus labios entreabiertos. Se sentía tan maldi