- Michael, por favor… no me hieras más, no puedo aguantar una desilusión más… ver como las personas que amo y en las que confío me abandonan y me apuñalan por la espalda…- Nagy no pudo evitar quebrarse y que una lágrima traicionera se escapara de sus ojos. Claro que quería ceder, por supuesto que d
- Nunca lo había visto y tampoco se me hizo conocido su olor. - ¿Alguna vez viste al lobo del Sr. Allistar? – le preguntó por Michael y Nagy le respondió que sí lo había visto, pero era diferente al que lo atacó. Que no eran los mismos. Jamás delataría a su pareja. - Bien, entonces creo en ti –
Nagy esa madrugada se fue a dormir a su habitación. Nada más podían hacer, solo esperar a que se les diera la oportunidad de llevar a cabo su venganza. Pensaba que Michael había ido a hablar con el guerrero de su manada y que quizás no se verían hasta el otro día. Aún quedaba por ver, si Rudolf s
- Aceptas ser mía, nuestra, llevar nuestra marca, para que todos sepan que nos perteneces, que Nagy Bâlan tiene dueño y un guardián que la protegerá para siempre. Michael confesó con una voz gutural, mezcla de él y de Amath, que miraba a su hermosa compañera a través de Michael y ya sus colmillos p
“Michael, es imposible cubrir la marca y nuestro olor. Mucho más de una criatura tan astuta. ¿Pudiste sentirlo?” Amath le habló en la mente a Michael, mientras ambos miraban con amor a su hermosa mate, durmiendo satisfecha en la cama, después de varias rondas de amarse con locura. Ya los primeros
Por mucho que lo quiso disimular, sí le dolía haber perdido a esta magnífica mujer y haber sido burlado por ella. Un gruñido bajo se escuchó en la biblioteca y Nagy solo se recostó más íntimamente contra el pecho de Michael para calmarlo. Porque sí, habiendo tantos asientos, tuvo que terminar sent
Lucian colgó el teléfono después de una extensa llamada con Michael. La conversación más larga que habían tenido en toda su existencia, porque Michael era bastante monosilábico. Se notaba que había encontrado la luz en su abismo de oscuridad. Pero por mucho que se alegraba de la felicidad de su a
- ¿Qué precio Nagy? – Galves quería saberlo todo, porque la decisión de su hija de no decirle nada al príncipe le parecía cada vez más acertada. ¿Qué rey, ni príncipe, ni nada? Si él lograba poner las manos sobre ese huevo, sería el puto dueño del mundo. Como si hacer nacer y controlar a un dragó