El muelle se encontraba sumido en una bruma densa y gris, que envolvía todo en un ambiente de misterio y peligro. Las luces parpadeantes de los grandes contenedores de carga proyectaban sombras inquietantes sobre el pavimento húmedo, mientras el aire frío de la noche cortaba el rostro de Victor Cole al bajar del coche. El tiempo parecía ralentizarse, cada segundo contaba, y el destino de los bebés, incluido el sobrino de Logan, pendía de un hilo.Victor avanzó con pasos decididos hacia el oficial Samuel Montgomery, quien ya coordinaba a su equipo de SWAT para la operación. Las caras de los hombres del equipo mostraban una mezcla de concentración y tensión. Sabían que no podían cometer errores. Una sola acción precipitada, una distracción, y las consecuencias serían irreparables.—¿Está todo listo? —preguntó Victor, su voz baja pero cargada de urgencia.Montgomery, un hombre curtido en mil operaciones, asintió con gravedad. No era su primera misión de rescate, pero sabía que la presenc
El aire era espeso y gélido en el muelle, con una bruma que se aferraba al suelo como una manta de incertidumbre. Los agentes del equipo SWAT avanzaban con una precisión milimétrica, con sus botas apenas tocando el suelo mientras se deslizaban en la penumbra. El eco de las olas rompiendo contra los pilares del puerto era lo único que perturbaba el silencio sepulcral de la noche. La tensión era palpable, y la brisa del mar solo hacía que todo pareciera más frío, más oscuro, más… peligroso y urgente.Victor Cole caminaba detrás de Montgomery, con la respiración controlada, pero con la adrenalina corriendo por sus venas. A su lado, Logan se encontraba más tenso que nunca, con los ojos fijos en el contenedor donde los bebés, entre ellos su sobrino, estaban retenidos. Sabía que debían ser cautelosos, pero la furia que lo invadía lo hacía difícil. Cada segundo que pasaba, cada paso que daban, sentía el impulso incontrolable de correr hacia el contenedor, abrir las puertas y llevarse a su so
Seis cajones que funcionaban como cunas improvisadas estaban dispuestos de manera caótica, rodeados de cajas de cartón, cobijas sucias y plásticos. Los pequeños cuerpos de los bebés estaban arropados en mantas raídas y descoloridas. Algunos dormían, ajenos a la terrible situación en la que se encontraban, mientras que otros se movían inquietos y lloriqueaban, como si pudieran ser conscientes del peligro en el que se encontraban.Logan avanzó con lentitud, sintiendo como su corazón martilleaba en su pecho, buscando frenéticamente con la mirada a su sobrino, a quien ni siquiera conocía, entre los rostros indefensos. Sin embargo, el parecido con su hermana, a pesar de ser un recién nacido era innegable, por lo que su respiración se detuvo por un instante al verlo en uno de los últimos cajones.—Ahí está —dijo en un susurro, señalando la cuna donde el pequeño, aún con restos de sangre seca en su piel, respiraba con suavidad.Montgomery lo detuvo, posando una mano sobre su hombro, y en voz
Rachel se encontraba sentada en el sillón de la sala de espera del hospital, donde había decidido esperar a tener noticias de la operación de rescate de los bebés.Se sentía nerviosa y sumamente inquieta. Sabía que Logan estaba en el muelle con Victor, lidiando con los traficantes y tratando de recuperar a los pequeños, que en su mayoría eran recién nacidos, incluido su sobrino. Miraba su teléfono, deslizando el dedo en modo automático, aunque la realidad era que no podía concentrarse en nada más que la necesidad urgente de dar con los responsables de aquel crimen. Porque, si bien su relación con Lorelai no era cercana, ni siquiera lo era del todo con Logan, lo que sí era cierto era que, como mujer que esperaba un hijo, no podría por nada del mundo que se lo arrebataran de esa manera.En momentos como esos, no importaba quién fuera la víctima, ni qué relación te uniera a ella, si odio, amor o indiferencia; lo importante era estar unidos; y Lorelai, al igual que su esposo Charlie, nece
—¿Qué? ¿Desde cuándo tienes un arma? ¿Y cómo es eso que tienes licencia de tiro? —preguntó, incrédulo.Rachel esbozó una pequeña sonrisa, aunque él no pudiera verla, mientras sus manos temblaban por la tensión.—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Logan James, y esta es una de esas. Pero no te preocupes, aunque no soy una experta, sé lo suficiente. —Sabía que no podía permitirse errores, pero también sabía que no podía dejar que Logan la viera como una víctima indefensa que no podía con aquello.Logan suspiró al otro lado de la línea, su tono cambiando de la frustración a la sincera preocupación.—Rachel, por favor, no hagas ninguna locura. Prométeme que no actuarás hasta que yo llegue. No me perdonaría en la vida, si te pasara algo. —Había una urgencia en su voz que Rachel no había escuchado hasta ese momento.Ella lo pensó por un momento, sintiendo como el nudo en su estómago se apretaba. Sabía que estaba actuando por impulsos, pero también era consciente de que no podía perder más
El silencio que siguió después de las palabras de Rachel fue ensordecedor. Joseph, parado detrás de Caroline, se quedó congelado al verla. Su rostro se tensó, lleno de sorpresa y de pánico. Nunca había imaginado que Rachel, la mujer que siempre había sido discreta y calculadora, y a la que siempre había considerado totalmente ingenua, aparecería así, en medio de su escondite.Sin embargo, lo que más lo desconcertó fue la peligrosa calma en su mirada y el hecho de que estaba sola.Caroline, por su parte, intentó mantener la compostura, pero en sus ojos se vio su clara sorpresa y el creciente miedo. Apretó la copa de champán con fuerza, como si quisiera aferrarse a ese momento de victoria que parecía desmoronarse ante sus ojos, antes de alar la barbilla y decir, intentando recuperar su tono petulante y sarcástico.—¿Qué clase de asuntos pendientes, querida? No sabía que hubiera algo pendiente entre tú y yo. No sé de qué hablas.—¿En serio, no sabes? ¿Entonces por qué están aquí los dos?
Logan, con el rostro endurecido por la rabia y la preocupación, salió disparado hacia el pasillo, con las pisadas resonando como un eco sordo que acompasaba su furia. Victor lo seguía de cerca, mientras varios policías corrían tras ellos, intentando mantener el ritmo. La adrenalina recorría cada fibra del cuerpo de Logan, alimentando su ira, su frustración, y el miedo a perder de nuevo el control sobre la situación.—¡Allí! —gritó Logan, sin voltear, como si las palabras pudieran empujarlos a ir más rápido.Sin embargo, antes de que pudieran reaccionar, en ese breve momento de confusión y caos, Joseph, con una mirada calculadora y el corazón a mil, aprovechó la distracción. Su cuerpo se movió ágil, como un felino acechando a su presa, pero esta vez, la presa era la libertad. Se lanzó hacia la salida de emergencias, cuya puerta, camuflada con precisión, apenas era visible para quienes no conocían el terreno. Un movimiento que él había preparado de antemano, porque, aunque Caroline conf
Rachel, sintiendo la mirada de Logan, lo observó de reojo, con una sorprendente calma. Sus ojos, todavía brillando con esa determinación que le había permitido sobrevivir a todo aquello, no dejaron lugar a dudas.—Está todo bien. No voy a disparar —dijo con voz firme, pero controlada, mirando a los oficiales que apuntaban sus armas hacia ella.Lentamente, bajó el arma. Sus movimientos eran calculados, pero no aflojó la presión en Caroline hasta estar completamente segura de que la situación estaba bajo control por parte de la policía.Caroline, jadeando y completamente derrotada, se desplomó en el suelo cuando Rachel finalmente la soltó. Su rostro, que minutos antes había estado lleno de arrogancia, ahora mostraba pura resignación mientras las lágrimas surcaban sus mejillas y emborronaban su maquillaje.Un segundo después, el sonido de los grilletes rompió el silencio, metálico y definitivo. Uno de los policías que había permanecido en la escena se acercó rápidamente, y con el rostro