••••••••••Un día después. Londres, Inglaterra.11: 00 am. — ¿Tan rápido vas a volver? Deberías quedarte un poco más con nosotros, hijo. — Pedía él padre de William Robinson, el señor Charlie. — Déjalo, tiene trabajo que hacer. — Informó Margaret Robinson, madre de William. — Tomarás control de todas las posesiones de Harry, solo por eso estaré de acuerdo en que vuelvas a Los Angeles. Sin embargo, sobre esa mujer casa fortunas, mejor ni la traigas, ahora que tú riqueza ha aumentado aún más, esa cualquiera poca cosa querrá quitarte todo para esos niños bastardos que carga. — Mamá, amo a Savannah, sabes que pienso pedirle que sea mi esposa, ya lo hablé con todos en la cena de anoche. — Decía William cabizbajo. — Me lástima que hables de ellos de esa forma, sus hijos prácticamente fueron criados por mí, estos tres años. — Sí, ¿Pero que fue lo que hizo la miserable malagradecida? — Comenzó a reírse Margaret. — No seas tonto Will, ella no es para ti y nunca va a serlo. — ¿Ah, no? ¿Qui
11: 30 am. En el lujoso restaurante, en una mesa más privada para clientes VIP, esperaban Gavin Scott y Jake Smith a su amigo. — ¿Se está demorando demasiado, no lo crees? — Preguntó el hombre de cabello oscuro y ojos verdes oscuros a su amigo, Gavin. — Quiero darle la invitación~ seguro le tomará por sorpresa~ — ¿El que te vas a comprometer o el hecho de que te has enamorado? Tú qué juraste no volver a amar a nadie, luego de casarte y que tú esposa te engañara. — Decía Gavin burlista. — Por eso, nunca hay que decir nunca, la vida da giros que pueden sorprendernos. — Es EX por favor, dí EX esposa, mi futura esposa no me va a engañar, Chelsea es magnífica, jamás conocí a mujer tan grandiosa, radiante y encantadora como ella~ — Jajaja~ lo que menos quiero escuchar ahorita es sobre el amor, recuerda que sigo en mi proceso de divorcio. — Comentó Gavin Scott cabizbajo. En ese instante ingresó Alexander junto a Savannah, escoltados por la elegante gerente del restaurante. — Es aquí,
En el interior del Automóvil, el chófer del CEO Phillips había estado conduciendo por un buen rato.Savannah Stewart simplemente no lo podía negar. ¡Las ansías le estaban ganando!Sus hermosos ojos verdes limón veían a su jefe una y otra vez. Él sonreía, una pequeña sonrisa que mostraban sus hoyuelos, más no la veía a ella, él tenía su mirada fija en la ventanilla polarizada de su costado. — ¡Aún no me has dicho nada! — Exclamó ella en tono infantil quejándose por el silencio de ese hombre. — Dijiste que en el auto me dirías, ¿Por qué no quieres hacerlo? ¿Qué extraño plan tienes en mente? — Preguntaba Savannah inquieta. Él posó sus ojos grises claros en ella en ese instante. Una mirada fija y penetrante por parte de Alexander. Una que hizo que Savannah sintiera su corazón latir emocionando. El vehículo comenzó a ingresar a una calle perfectamente conocida para la secretaria principal de ese poderoso empresario. — ¿Mi casa? — Preguntó ella confundida. — ¿Por qué venimos a mi cas
••••••••••En ese mismo momento, pero en la casa del magnate William Robinson en Los Angeles. — ¿Sigue sin contestarle señor? — Preguntó la ama de llaves, Clarisa. William negó deprimido con su cabeza varias veces. Él, quien estaba sentado en el cómodo sofá de la lujosa sala de su casa, se levantó dirigiéndose a la salida. — Iré a verla, sé dónde vive. Si me está evitando, no le funcionará. — Solo no se altere con ella, señor. — Aconsejó la amable mujer. — Hable pacíficamente, exprese sus sentimientos dé manera que le lleguen a la señorita Stewart, de lo contrario ella va a volverlo a rechazar. William quien ya había abierto la puerta, se giró, volviendo a ver atrás a esa señora mayor. — ¿Rechazo? ¿Por qué crees que ella me podría rechazar? — Preguntó él inquieto. Clarisa sonrió nerviosa sin darle una respuesta a su señor. — Te hice una pregunta, Clarisa. Quiero saber tu opinión… Por favor. La ama de llaves exhaló, para después acercarse a William. — Usted es un buen hombr
Savannah se puso de pie dirigiéndose al baño de esa habitación. Ya en el lavado, ella comenzó a limpiar su nariz que estaba un poco inflamada por el golpe y ensangrentada. "¿Llamar a su doctor? ¿No es un poco exagerado de su parte…?""Ahora que lo pienso, no debí aceptar, si es alguien que también conoce a Olivia Bailey, ¿Eso no traería problemas?""No, no creo que Alexander sea tan tonto, además. Él dice que mi información está segura" Sonrió Savannah dirigiéndose a la planta baja. Fue cuando vió a Alexander persiguiendo por la espaciosa sala al pequeño niño. — ¡Michael te dije que no es un juguete! — Exclamó él. — Dame el teléfono. — Pidió a su hijo. El pequeño tenía una enorme sonrisa maliciosa en su rostro, disfrutando el ser perseguido por su papá. Savannah se quedó sorprendida viendo la escena. El niño corrió hasta su madre lanzándose sobre Savannah, él se aferró a las piernas de ella y le entregó el teléfono a su madre. Savannah sonrió a su hijo con dulzura. — Cariño
No era su asunto. Eso fue lo que pensó el médico, para después concentrarse en examinar a Savannah. Unos minutos después había concluido que la hemorragia nasal fue por el golpe en la cabeza y no parecía tener fractura alguna en la nariz. — Si ella vuelve a tener sangrado, vuelva a llamarme señor Phillips. Todo parece estar bien, pero los fuertes golpes en la cabeza son de mucho cuidado. Cuando regresen de este viaje, llévela a mi hospital, realizaré análisis más profundos con los especialistas adecuados. Tras esas palabras, el doctor Adams se dirigió a la salida. Alexander quien tenía a Michael en brazos lo siguió. — Quédate aquí, volveré pronto. — Pidió el CEO Phillips a Savannah, quien simplemente asintió y continúo dándole fruta a Maggie. …..Los dos hombres iban caminando en total silencio hasta las afueras de la hermosa casa de playa. — Ese niño es… — Susurró el doctor Adams viendo al pequeño Michael recostándo su cabecita en el hombro de su padre. Alexander asintió.
"Hubiese traído mi teléfono" Pensó Savannah deseando tomarles una fotografía a los tres. "Si tan solo… Tuviera una oportunidad contigo, si me quisieras lo más mínimo…" "Te tomaría con todas mis fuerzas" Pensó Savannah viendo a su jefe sonriendo a distancia con los mellizos. En ese instante, Alexander notó que Savannah estaba a unos metros tras ellos. Los ojos grises de ese hombre se clavaron en los de esa belleza rubia. Él hizo un gesto a Savannah con su mano para que ella se acerque y ella negó con su cabeza rápidamente, sin querer interrumpir ese momento de sus hijos con el papá. Sin embargo, Alexander se puso de pie acercándose hacia ella. Los mellizos en lugar de seguir a su padre, se quedaron entretenidos tratando de imitar las figuras que él hizo en la arena. — Has estado actuando muy extraña hoy. — Comentó Alexander una vez estuvo a solo un metro de distancia a Savannah. — ¿Yo, extraña? He estado… Normal… — Susurró Savannah incómoda. — No me mientas, te vez triste.
Alexander Phillips no quería decirlo, pero después de todo había dado su palabra a Savannah. — ¿Por qué dudas? — Preguntó ella de nuevo terminando de tomar el vino en su copa. — No es que no pueda o no haya querido hijos. Hubo un tiempo en el que lo quise. Savannah aún no entendía de que hablaba Alexander. — Explica bien, no seas tan ambiguo. — Olivia está enferma, ella no puede tener embarazos normales por complicaciones hormonales y al parecer uterinas. — Confesó Alexander serio. — Sí intenté tener hijos con ella, más que todo por qué nuestras familias así lo querían y así lo quieren aún. — Cuando dices que no pudo tener embarazos normales… ¿De que hablas? — Se embarazó en cinco ocasiones y abortó en todas ellas, por supuesto, fue involuntario. Su familia la sigue presionando con tratamientos en distintos países y con médicos de excelencia después de que se supo que no había más opciones. Savannah se quedó atónita. Ella no sabía que decir o tan siquiera que gesto hacer. Se