CAPÍTULO 3. DISCULPAS

SONYA

¡Maldita sea! No puedo dormir, tengo quince días sufriendo de insomnio por culpa de este engendrito que se mueve como loca ¡Si tonta! Yo también lo extraño pero no voy a volver con él porque me engañó como si yo no valiera nada.

Desde que me fuí del lado  de Napoleón no he dejado de llorar como idiota, mi otro yo pone los ojos en blanco y me dice: ¡Si claro, como si no lo amaras! ¿Por qué no me quedé a que me diera una explicación? ¡A si! Porque soy una idiota.

Mi madre me ha llamado cincuenta veces y de él mismo tengo ciento cincuenta llamadas, la única persona a la que le respondo el teléfono es a mi padre y me retó porque no le permití a mi esposo darme una explicación. Le enseñé las fotografías y aún así me dijo que podía ser un montaje, que él mismo no lo creía porque el guardaespaldas que le tiene para que lo siga nunca ha mencionado que mi esposo es un sinvergüenza o un traidor.

En ese momento le dije:

—¡Eres mi padre! ¡Napoleón tiene el suyo, ponte de mi parte! – y me dijo que me amaba y me defendería  hasta de mi madre, pero era una tonta por no haberlo escuchado.

Y ahora se que tiene razón porque llevo quince días sin pegar prácticamente el ojo y ya me están pasando factura las horas de insomnio. Mi teléfono suena por enésima vez y reviso para darme cuenta que es mi madre. No la quiero en mi vida, solo me critica y me ordena; me casé para salir de su yugo aunque no me di cuenta cuando me enamore de mi esposo, pero aún así no le voy a aguantar traiciones, me cansé del maltrato de mi madre y del maldito pedazo de mierda de Serbio Fantini. Vuelve a sonar el teléfono ya van veinte repiques.

Pongo los ojos en blanco y respondo al quinto repique:

  —¡Hola! – hablo de mala gana.

—¿Sonya? ¡Oh gracias a Dios! – me dijo con voz preocupada.

—¿Qué quieres mamá? ¡Y que sea rápido  porque estoy ocupada! – mentí  deliberadamente porque no deseo hablar con nadie.

—¡Cariño solo deseaba saber como estabas! Me enteré de lo sucedido ¿Cómo esta mi nieta? – rodé los ojos de nuevo.

—¿Te importo? ¡Ay madre por favor! Si a ti solo te importas tu ¡Ah! Y tu idiota Serbio – le solté con todo el veneno que pude.

—¡Oh mi niña! Se que he sido la peor madre, no te culpo por no quererme pero, sabes que en el fondo te amo - ¿en serio? ¿Será que esta al borde de la muerte?

Aquí pasa algo, esa voz llorosa y sentimental no es usual en ella. No confío en ella pero, creo que le duele algo o eso me hizo sentir. ¿Será que es sincera? ¡Uff! Estoy un poco confundida.

¡Alma Nathalia quédate  quieta, estúpida!

¡Uy! Se mueve como si yo fuera su cama, estoy desesperada por que nazca ¡Ya no la soporto! 

—¡Madre tranquilízate! No llores por favor, ¿Dime,  qué  pasa? – a pesar de todo es mi madre y no puedo dejarla tirada.

—¡Nada, es que estoy arrepentida! No creas que lo estoy haciendo con doble intención. ¡Cuando necesite azotarte, lo haré! – ¡Ok! Ahora si estoy confundida de verdad.

—¡Estoy bien mami! Descuida, de alguna manera lo resolveré total, la niña es de él y tiene que cumplir con su responsabilidad – le dije y no pude evitar que la voz se me quebrara.

—¡Claro  que va a cumplir! Yo lo voy a obligar – bla, bla, bla madre, no te dejaré.

—¡No te preocupes, yo lo arreglo! Papá dice que es un montaje – le dije.

—¿Y si no lo es? ¿Qué harás? – esa parte no me la sé, pero la tengo que averiguar.

—¡No lo sé madre! Todavía falta para que mi estorbo particular nazca…

—¡¡Sonya!! No le digas así  a tu hija – me dijo escandalizada.

—¡Ay mamá no seas dramática! A ti no te importa mi… hija.

—¡Claro que si! Perdóname  mi niña, se que no me crees y bueno, no te culpo pero, te quiero  recuperar - ¡Ay Dios! ¿Ahora  qué hago?

—Si bueno, ¡Ejem! Ya hablaremos de eso, después  te llamo – quiero que me abrace como hace la madre de Napoleón.

Deseo sentir el cariño que proporciona el abrazo cálido  de una madre hacia sus hijos, la amo pero ella nunca me  ha amado, eso lo se perfectamente pero uno siempre desea ser amado por sus padres. ¿Cierto?

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