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CAPÍTULO 5. DESAGRADABLE SORPRESA

Mes y medio después...

¡Ok! Hasta aqui aguanté el estar sola, ya no soporto me voy a casa de mi mami a contarle algunas cosas y a llorar un poco ¿Esto es lo que se hace en estos casos, cierto? Voy a ir llevo pizza o algo preparado de un restaurante y luego: nos sentamos a tomar té con galletas en la terraza, la verdad es que no me parece mala idea ¿O sí? ¡Ay no sé! Pero ya estoy cansada del encierro.

Se perfectamente que soy una idiota pero aunque no confío totalmente en mi madre no me pude negar a enviarle algo de dinero para mantenerse, porque a fin de cuentas: es mi madre. Cuando le comuniqué a Napoleón mis intenciones, me dijo que yo era dueña de mis actos y que no tenia nada en contra de ayudar a mi madre ¿Si ven que es un amor?

Entonces no solo me aperturó una cuenta solo para mis gastos sino, que buscó una casa aqui en New Jersey para que yo pudiera estar mas cerca aunque no la visitemos. Entonces hoy aprovecharé la oportunidad de salir e ir a esa casa, compartir con mi madre y estrchar lazos.

¡Si! Eso es lo que haré ya tengo un plan, me iré a casa de mamá y en la mañana pasaré bien temprano a mi casa para que mi esposo me de otra vez la explicación que me soltó por telefono - y vaya que habla rápido - ¡Mi ojos bellos! Lo amo pero, estoy dolida por su engaño.

Hace mas o menos mes y medio cuando me llamó de seguro pensó que me alegraria de escucharlo, aunque no dejé de alegrarme solo necesitaba el numero de la tarjeta ¡Siiii soy una bestia! Pero así soy ¿Y que hago?

Ya lista para salir tuve que devolverme al baño a descargar mi vejiga porque Alma Nathalia esta hoy de antojo y no se tranquiliza.

Debi haberme desecho de ella cuando mi madre me lo propuso pero cuando miré los ojos de ese hermoso Ángel solo pude pensar en deshacerme pero de la ropa ¡Ustedes entienden! ¿Verdad?

Luego de haber dejado todo ese liquido en el váter, me dispongo a salir sin problemas de casa de mi amiga Amy. Pero me sorprendió divisar enfrente de la terraza a Robert en el auto de Napoleón, rodé los ojos y sonreí lo mas encantadora que pude.

No me creyó, el no me agrada y lo sabe pero ¿Que diablos? A mi nadie me agrada pero no voy a despreciar este aventon porque aqui en New Jersey es dificil hayar un taxi.

— ¿Ahora Napoleón me vigila? - pregunté malhumorada.

—¡No lo creo sra. McCarty! El joven me ordenó estar aqui para servirle - tan bello mi esposo el infiel. ¡Bueno! Mi madre dice que todo lo que venga sin coste se aprovecha.

—¡Bien! Entonces obedeceremos, llevame a casa de mi madre por favor - le dije sin siquiera mirarlo despues de abrirme la portezuela del auto.

—¡A la orden Sra.?  - ¡Uy! Ese señora me hace sentir vieja.

Y nos fuimos pasando por calles todas iguales y yo dormitando como ostra por la falta de sueño en estos días. Cuando recordé:

—¡Robert! - grité practicamente —Detente en un restaurante a pedir comida para llevar - y que baje el porque yo no pienso abandonar la comodidad del auto.

—¡Si señora! ¿Que va a llevar?

—¡No lo se! Algo para almorzar pero para tres personas - contando al perro de Serbio.

—¡A su orden señora! - ¡Si! Me acostumbraría a esto pero ¿Que digo? Si todo esto es mío jajajaja.

Robert regreso del restaurante con los paquetes y los coloco en el asiento del copiloto ¡Dios! Olia delicioso, pero voy a esperar para darle la sorpresa a mi madre. Espero que le guste el menú aunque ni siquiera tengo idea de lo que es. Estoy harta de hamburguesas y pizza.

Hicimos un recorrido de al menos veinte minutos más donde Alma Natalia enloqueció de hambre y no la culpo porque estoy igual, sin embargo no puedo esperar para que esté fuera de mi y que la atienda una niñera las venticuatro horas del dia porque esta belleza debe recuperarse de los estragos que ha hecho este engendro en mi cuerpo, parezco una ballena con cruce de cerdo y vaca. Como por cuatro personas mas o menos y siete veces al dia, pongo los ojos en blanco ¡Espero que este apetito desaparezca! Una vez que alumbre porque de otro modo no se que haré.

—Hemos llegado señora Sonya - la voz de Robert me sacó de mis pensamientos terroríficos de gula.

— ¡Gracias! - lo dije solo por que él es muy educado.

—Para servirle Señora - puse los ojos en blanco por lo de señora.

—Si te necesito te llamo - hizo un asentimiento con la cabeza.

Sali del auto y el guardaespaldas me espero para cerrar, le arrebaté los paquetes de la mano indicando que podia irse y ni siquiera le dije adios no lo quiero cerca merodeando mi privacidad. Subi a la terraza, nunca habia venido aqui pero mi esposo tiene un gusto excelente ya que la casa es preciosa. Los jardines delanteros llenos de flores y rosas con un columpio y unas mesas de picnics, en realidad pensé que era mas pequeña pero observando mejor: no podría ser ya que el vecindario es de sociedad con un estrato bastante alto.

Toqué el timbre, ya debo ir al baño otra vez; vuelvo a tocar y nadie sale ¡Demonios! ¿Donde esta mi madre? Tico de nuevo:

—¡Momento! - una voz de mujer  desconocida grita y pienso: ¿Erré la casa?

Esa chica abre la puerta y al ver su cara, flashes de las fotografías que me enviaron de mi esposo con: ella, aparecen de inmediato en mi cabeza; abre los ojos de par en par. Mi respiracion se acelera, la bilis viaja hasta mi garganta quemandome junto con las lagrimas que van saliendo sin permiso de mis ojos recorriendo mis mejillas.

—¿Quien era mi Chichi? - se quien es esa mujer, vestida con un jean y un top azul marino se ve igual de zorra como con el vestuario del burdel de donde la sacaron.

Mi madre aparece y abre los ojos trlasladando la mano al pecho en un gesto de sorpresa, estira la mano y me retiro al instante. La idio, en este momento la odio y deseo que desaparezca y no volver a verla jamás sin embargo debo saber, debo saber qué he hecho para merecer el castigo de tenerla como madre.

— ¡¿Cómo pudiste?! - grité como pude bajo el dolor que me priducia y el asco de comprender que todo fue una trampa fraguada por ellas dos.

— ¡Sonya! Entra por favor hij... - quiso tocarme de nuevo.

— ¡No! ¡No te atrevas siquiera a pronunciar esa palabra! ¡¡Te queda grande!! - Alma esta inquieta y me produce dolor. Golpeo mi panza para que detenga sus movimientos.

— ¡Tu no eres mejor que yo! Asi que deja el escandalo - la chica ingresó a la casa.

— Yo nunca te he lastimado, no entiendo tu odio hacia mi - voy a vomitar.

— Tu esposo golpeo a tu tío, me iba a vengar de tidas formas, tu te puedes divirciar y usar esa golfita que llevas dentro para ganar dinero y tu lo sabes. ¡No te hagas la tonta - no puedo dejar de llorar, no puedo evitar que el dolor me lacere el alma, estoy sola en este mundo. ¡Me largo de aqui!

— ¡Ok, madre! Si quieres guerra, eso tendras, no quiero volver a verte nunca más - me sequé las lagrimas, lancé los alimentos a sus pies y di media vuelta para irme cuando sentí un dolor agudo en la cabeza, exactamente en el cuero cabelludo debido al tirón que me propinaron en el cabello.

Me pegó a él y aún sin verlo se quien es por el asqueroso olor de su locion de afeitar, siento nauseas y mas aún cuando sientio su ereccion en mi espalda, estoy aterrada y me quedo inmóvil ya que desliza su mano por mi panza, agradezco al cielo que Alma Nathalia esta muy quieta.

— ¡Sabía que volverías mi amor! - ¿Qué,  mi amor? ¿Está demente?

Aproveché su descuido para girarme de lado y me felicito por ponerme unos zapatis de tacón cómodo, le di un pisotón con todas mis fuerzas y le asesté un puñetazo en la nariz que hizo que me soltara con violencia y caí de rodillas en el pavimento lastimandome pero, estoy libre. Sali corriendo de alli y Serbio gritaba detras de mi, sentí un liquido caliente correr por mis piernas ¡Oh Dios! Alma ahora no por favor.

Me detuve al ver el auto de Napoleón y cuando Robert salio de el me recorrió un escalofrío que me detuve, el hombre es un verdadero guardaespaldas, tiene cara de pistolero. Abrió la puerta y entré rápidamente:  sentia un hormigueo en mi cuerpo y una punzada en el vientre. Me quedé quieta para relajarme y que mi respiracion se ralentizara, cuando escuche:

— ¡Detengase Sr. Fantini! No renemos que llevar esto hasta otro nivel, mantenga su posicion y permitanos retirarnos - escuché cuando sono el arma al cargarla.

— ¡Es mía! Dile a McCarty que son mias las dos y se kas voy a arrebatar vomo sea - yo no soy de él, no soy de nadie... mis lagrimas caian mojando mi ropa. Estoy sola mi "ojos bellos" no me va a perdonar.

— ¡Quédese donde está! No quiero lastimarlo... - y eso fué lo ultimo que escuché porque cerré la puerta del auto.

Sentí un golpe seco de la puerta delantera y luego el auto en movimiento.

— ¿ A dónde me llevas?

—¡A casa Señora? Nos vamos a casa. 

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