CAPÍTULO 03

Ava despertó muy temprano y se arregló para la fiesta de compromiso. Pero algo la tenía desconcertada, sus sueños habían sido interrumpidos por un desconocido, una desagradable persona, el hombre del incidente en el ascensor. 

De pronto su teléfono hizo un sonido familiar, uno que le agradaba y la ponía muy feliz. 

Ale, mi amor

Hola, mi amor. Mañana por la noche estaré de regreso, 

espérame con tu mejor traje de lencería en el apartamento. 

Ava

Usaré el que más te gusta. 

Prefirió evitar contarle a su novio que estaba de viaje, sobre todo porque en pocas horas tomaría de nuevo un avión de regreso, justo en el tiempo adecuado para esperar a su novio. 

Terminó de arreglarse y bajó hasta el lobby para esperar el auto que la llevaría al evento. Este tipo de ocasiones no eran de su agrado, así que solo debía cumplir un par de horas y regresar de nuevo. 

El viaje en taxi a la fiesta de compromiso solo aumentó su ansiedad. Salió del auto y fue directo al ascensor. 

Esperaba encontrar un lugar vacío, pero su sorpresa fue encontrarse con el mismo hombre del hotel. 

Ella dio un paso hacia adentro y las puertas se cerraron detrás de ella, no percatándose de que una parte de su vestido había quedado atorado entre las puertas, así que cuando dio un par de pasos al frente, su elegante vestido se rasgó por uno de los lados.

El hombre rió suavemente, mientras Ava maldecía.

Pero como mujer precavida, siempre llevaba algunos elementos de costura en su cartera. Así que, sin pensarlo dos veces, sacó una tijera pequeña y cortó el pedazo de tela atorado.

El hombre con gracia presionó uno de los botones y la caja de metal empezó a moverse hacia arriba. 

Ava estaba roja de la vergüenza y abrumada por la presencia de aquel desconocido en dos ocasiones vergonzosas para ella.

Su vestido ahora tenía un lado largo y otro corto, así que tomó las tijeras de nuevo y le dio un nuevo diseño a su vestido sin perder la elegancia. 

El hombre vio con curiosidad y asombro la habilidad de Ava, pero permaneció serío, con la mirada fija hacia las puertas del ascensor. 

El hombre bajó un piso anterior al de Ava. 

Ella sintió un gran alivio al quedarse sola, tomó un respiro profundo antes de que las puertas volvieran a abrirse. 

Su pecho se apretó mientras intentaba estabilizar su respiración, recordándose a sí misma que estaba aquí por una sola razón: para celebrar el amor y cumplir al cliente. Le había enviado el contrato a Sara y a los pocos segundos lo recibió con su firma. Todo estaba listo para iniciar con el vestido de novia. 

Al salir del asesor notó la presencia de muchas personas en el gran salón. Ava buscó por el sitio a Sara, deseaba saludarla para que notara su presencia, pero no la veía entre toda la multitud. 

—Disculpe. —Ava reunió el coraje para acercarse a un invitado, un hombre alto con una sonrisa amistosa. —¿Podrías indicarme dónde están los novios? Me temo que no conozco a nadie aquí. 

—¡Por supuesto! —respondió, señalando grandiosamente a través de la habitación. —Ahí está el novio, justo ahí. 

Ava siguió su mirada y su corazón se detuvo. El hombre que estaba frente a ella era el extraño del hotel, el mismo cuya presencia había atormentado sus pensamientos desde su encuentro casual y el que encontró minutos antes en el ascensor. De repente, la habitación se sintió aún más pequeña, amenazando con acercarse a ella.

—Gracias. —susurró, apenas capaz de producir las palabras mientras su mente corría con preguntas y confusión. ¿Cómo era posible que este hombre, este enigmático extraño que había invadido sus sueños, estuviera ahora frente a ella como el novio?

Existía una distancia larga entre ellos, pero era como si lo tuviera a pocos treinta centímetros. 

Ella sacudió la cabeza, tratando de recuperar la compostura. Concéntrate, Ava, concéntrate, se reprendió a sí misma. No era momento para distracciones. Tenía un trabajo que hacer, una imagen que defender y una fiesta de compromiso que sobrevivir. Y tal vez, después de esta noche, finalmente podría dejar atrás a este extraño y seguir adelante con su vida.

Pero mientras lo miraba desde el otro lado de la habitación, una parte de ella sabía que eso no sería tan fácil.

La música resonó en el salón, mezclándose con las risas y murmullos de los invitados que llenaban el ambiente. Ava se sentía un tanto fuera de lugar en aquella fiesta de compromiso, rodeada de caras desconocidas, y con la sensación de ser una extraña en aquel mundo, de vestidos elegantes y charlas animadas.

Tomó asiento en una de las mesas y leyó una de las servilletas que se encontraban puestas. 

‘Montenegro y Huntington’

¿Montenegro? Justo como el apellido de su novio. 

—Al parecer el apellido Montenegro es mucho más común de lo que creí. —susurró para sí misma.

Los invitados tomaron asiento en sus respectivos asientos. Un par de desconocidos estaban sentados a lado de Ava, quedando un lugar vacío. 

Mientras tomaba un sorbo de su copa de vino, una voz a su lado la sacó de sus pensamientos.

—Estoy empezando a creer que usted es un paparazzi o una acosadora. —dijo un hombre con voz gruesa y varonil. Se sentó a lado de Ava, quien estaba con la mandíbula casi hasta el suelo. 

El hombre del ascensor. Aclaró sus pensamientos y se dirigió a él mientras él se sentaba a su lado. 

—¿Usted? No se supone que…

De pronto los ojos de Ava se dirigieron a pocos metros de distancia. Era la madre de Alejandro, su propio novio. Se sintió desconcertada por un momento, preguntándose qué hacía allí aquella mujer que parecía tan fuera de lugar en la celebración.

Antes de que pudiera articular palabra, una voz sonó por los altavoces, anunciando la llegada de los novios. Ava se puso de pie, sintiendo un nudo en el estómago mientras observaba la entrada triunfal de la pareja de enamorados.

Y entonces, como si el tiempo se detuviera por un instante, Ava vio a su novio, Alejandro, caminando hacia el escenario junto a Sara Huntington. El corazón de Ava se hundió en su pecho mientras comprendía la verdad desgarradora: su novio se estaba comprometiendo con otra mujer.

Las lágrimas amenazaron con escapar de sus ojos mientras se quedaba inmóvil, sintiendo como si su mundo se desmoronaba a su alrededor. 

—¿Se encuentra bien? —preguntó el desconocido a su lado. 

Ella tenía la mano en la garganta, como si tratara de detener el nudo de dolor en su garganta. 

Esto tenía que ser una equivocación, Alejandro, su novio caminaba muy sonriente hacia el frente. Él era el protagonista de la fiesta de compromiso. 

Tal vez lo estaban obligando o forzando a hacer esto. Pero su todo se hizo añicos cuando escuchó las palabras de su supuesto novio. 

—Quiero estar contigo, Sara. Solo tú, te amo como a ninguna otra mujer. Quiero todo perfecto para ti. 

Nunca la había amado como él profesaba, porque esas mismas palabras las utilizó con ella. 

Sus ilusiones se rompieron como un espejo cayendo al suelo. En ese momento, la realidad golpeó con fuerza, y Ava supo que su relación con Alejandro había llegado a su fin. 

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