Este capítulo es dedicado a Giina Chuc, muchas gracias....
Los días de espera culminaron, Samara estaba ansiosa por la llegada de Sophie, y ese día se levantó muy temprano, para colocarse un vestido de flores, bonito, y una sandalia estilo romano, ya que su pie aún estaba recuperándose. Aunque ya podía caminar. A pesar del ansia de Samara, y de la magnitud en como extrañaba al abuelo, prefirió silenciar su teléfono, y dejarlo hasta que se descargara, ya que Sophie se había comunicado los últimos días por el teléfono local de la casa. Aunque le parecía extraño que el día de ayer, no lo hubiese hecho en todo el día. Básicamente, se había cumplido los tres días de espera, y ella solo deseaba saber, qué iba a hacer a continuación con su vida, o si Sophie la ayudaría a irse de este país cuando antes. Ella bajó a desayunar, y compartió alguna información con Marta, con respecto a que los Walton ya estaban de camino a casa. Eran las diez de la mañana cuando las puertas se abrieron por el mayordomo, y Samara se levantó del sofá con un libro en la
Samara se preocupó mucho cuando la palidez de Sophie fue tan evidente que incluso se levantó con la intención de ir a buscar ayuda, pero su brazo tomado de forma repentina, devolvió su cuerpo, haciendo que mirara a Sophie de forma aterrada. —No te vayas… —ella le dijo más como una orden, entonces Samara trató de acompasar su respiración. —¿Usted se encuentra bien? Su color es… preocupante… —Sophie tosió un poco, pero asintió. —No es nada… se me ha bajado la tensión en el viaje… ha sido… ha sido lleno de angustias, pero es solo eso, la presión. —¿Quiere que llame a su esposo? Puedo traerle su medicación, cualquier cosa… Sophie negó rápidamente. —No, Samara, aunque no puedo negar que estoy un poco… impresionada con tu historia… —Samara bajó la mirada con un poco de vergüenza, pero si necesitaba ayuda de Sophie, precisaba decirle la verdad. —Mi historia es vergonzosa, y si se puso así con el comienzo, no puedo imaginar cuando… —No… —Sophie cortó—. Te prometo que no… no habrá nada
Samara estaba en la puerta de la habitación cuando Sophie la despidió y deseó buenas noches, y por alguna razón extraña, la sonrisa no desaparecía de la boca de la mujer que había encontrado desecha en su habitación hace unas horas antes. Cerró la puerta y luego giró por toda la habitación, y aunque allí en la conversación literalmente había desahogado un poco su alma, y aunque se sentía una poco más liviana de que alguien por primera vez escuchara toda su verdad, todavía sentía que deseaba volver a su casa. Y no, no decía “casa” por referirse a la residencia de André. Decía casa, a los únicos brazos que cubrieron su cuerpo, a la única boca que la besó; a esos ojos que a pesar de todo estaban en su mente mirándola todo el tiempo, y a la protección que desde el primer día encontró en él. Y así era todos los días, se levantaba pensando que este sería un mejor día, que sería fuerte, y que iba a salir de esta situación. Pero cuando llegaba la noche, se sentía más vacía, más seca, y sobr
Samara estaba restregando sus ojos, cuando fue imposible no sentir ese ardor en sus parpados, mientras que su corazón quería explotar. Ella estaba sentada a la ventana, mientras Sophie se había quedado en el medio, y en el otro extremo estaba Michael hablando por teléfono. Habían insistido en llevarla hasta la clínica donde estaba el abuelo, aunque sería Sophie la única en acompañarla. Sus mejillas dolieron cuando quiso llorar en silencio. Había huido de esa escena porque no fue capaz de soportar el dolor, pero había sido egoísta, el abuelo no tenía la culpa y ahora que sacaba cuentas, él se había enfermado desde ese día, y ella ni siquiera lo había ido a ver. Había un desespero en su garganta, pero cuando el auto se detuvo y el chofer anuncio que había llegado, vio como Sophie se giró hacia su esposo, y le dijo “Te llamaré”. Su puerta fue abierta de un momento a otro por Alex, el chofer de confianza de los Walton, y apresurada, caminó muy rápido sabiendo que Sophie la seguía. En
André acercó su rostro para pegar sus mejillas contra ella, y en este instante estrelló el aliento en su rostro. Los ojos de Samara se cerraron por inercia, y luego sintió como esos brazos que fueron su puerto seguro por mucho tiempo, abrazaron todo su cuerpo. —Samy… debes escucharme… eso que dije… Sabía qué hacía mal con escucharlo solo unos segundos, pero se iría de este país, y de su vida para siempre. Solo… solo necesitaba tocarlo por un momento, solo necesitaba verlo un poco más. Samara giró su cabeza un poco restregando su piel con la de él, y en el siguiente segundo su boca se pegó con la suya, haciendo que su oración quedara recortada. El beso fue hambriento, André pegó su cuerpo totalmente a ella, y aunque lo sintió crecer en su estómago, ella tomó sus mejillas para besarlo con ansia. Sí, su orgullo estaba en el piso, pero incluso la ansiedad dominó sobre todas las cosas, aunque se reprimiría por esto un momento después. Fue André quien se despegó del beso, fue él quien
Samara se hizo adicta literalmente a los días que pasaron. El hecho de ir y venir a la clínica y tener un momento con André, así sea distante, fue como un respiro para su alma, aunque la gravedad del abuelo, era preocupante a estas alturas. Pudo notar que el ánimo del millonario estaba decayendo, aunque se esforzaba por mostrarle un rostro duro a su familia, y a pesar de que Sophie la había acompañado durante todos estos cuatro últimos días a la clínica, él no perdía el momento para decirle que después de que el abuelo saliera de esta situación, iba con toda su armadura contra ella. No entendió muy bien la palabra “en contra”, pero su sonrisa irónica dibujada en su rostro le dejó claro que estaba decidido a conseguir que lo perdonara, y a estas alturas, ella no podía hacerlo. No cuando sabía que había sido utilizada, no cuando su esposo le fue infiel de una forma descarada, y no cuando literalmente se jactó al hablarle a Connor de esa forma tan despectiva de ella. Era claro que las
En el momento en que estacionaron en el lugar subterráneo, Connor detalló como Samara miraba el lugar con detenimiento. —Te daré la llave para que subas por el ascensor, y entres al apartamento… Ella asintió lento, y luego lo miró. —¿Es aquí donde trae a esas mujeres? —Connor abrió los ojos. —Samara… no… —Puedes darme las llaves Connor, subiré… Connor rebuscó en su pantalón, y luego se las pasó, pero antes de que ella pudiera bajarse del auto, de nuevo la retuvo. —André ha cambiado mucho desde que te conoció… no puedo defenderlo completamente, pero es necesario que también lo escuches. Si lo conoces, sabrás que expresa una cosa, y siente otra muy distinta. —Por favor llámame si sabes algo del abuelo. —¿Prefieres que venga a buscarte? —Samara negó. —Trataré de salir de aquí con André… Samara se bajó del auto, y con respecto a la indicación de Connor, se metió en el ascensor, mientras miró la llave electrónica. Sus ojos se rodaron al saber que este apartamento también estaba
—Gracias… —Samara alzó su mirada, mientras sus ojos se encontraron. Esta era la primera vez que escuchaba esta pablara de parte de André, pero trató de no demostrar su forma conmovida, y se sentó delante de él. —¿No comerás nada? —cuando él hizo la pregunta, ella negó. —Venía de la casa de la señora Sophie… y… Marta… —Samara sacudió la cabeza—. Han sido muy amables conmigo todo este tiempo. —¿Quién no podría hacerlo contigo? —Samara volvió a mirarlo. —Ya no tienes que fingir conmigo… lo sé todo… —André tomó la taza de café. Su estómago se resintió, habían pasado muchos días desde que había comido algo, y todo este tiempo estuvo bebiendo hasta que no le quedaba conciencia. —No sabes todo… y tampoco quieres escuchar. Samara se cruzó de brazos. —Escucha, no estoy aquí para pedirte explicaciones, André… sé que debemos hablar, y hay cosas que se deben resolver, pero quiero decirte, que no volveré a tu lado aun y cuando esto suceda… me mentiste aún y cuando quise ayudar desde el pri